"Que reviente de una vez y sea lo que Dios quiera"

Este pueblo pesquero y turístico de poco más de medio millar de habitantes se sobresaltó el sábado por la noche cuando las autoridades volvieron a dar la orden de evacuación, porque a una milla de su puerto el volcán submarino de El Hierro había expulsado dos burbujas de gas y ceniza que alcanzaron 25 metros de altura.

En menos de una hora el pueblo quedó vacío. Era la segunda vez que los vecinos de La Restinga se enfrentaban a un desalojo urgente de sus casas, sabían como reaccionar y quien más, quien menos, tenía ya preparado el equipaje por si había que marcharse de nuevo.

Además, en realidad, La Restinga albergaba en ese momento a menos de la mitad de sus habitantes, porque muchos de ellos habían decidido seguir en las casas que tienen en la vecina localidad de El Pilar o quedarse en otros puntos de la isla, con sus familiares.

Los que volvieron y fueron evacuados por segunda vez han conocido hoy que los científicos aseguran que no hay tanto riesgo como pensaban el sábado pasado y que ahora se les permite regresar al pueblo, pero solo de día, desde las 8.00 hasta las 18.00 horas.

Pocos han aprovechado esta tarde esa primera oportunidad de regresar a La Restinga, cuyas calles estaban casi desiertas.

Negocios cerrados, un puerto sin barcos, terrazas sin clientes... Tan solo unos pocos vecinos que querían recoger algunos enseres y un constante ir y venir de efectivos de los diferentes cuerpos de seguridad y de periodistas de medios de comunicación de toda España.

Entre los vecinos que han regresado para volver a marcharse al atardecer estaba Pilar Hernández, una jubilada que reside desde hace 38 años en La Restinga y que no oculta su desconcierto: "Ahora nos dicen que podemos volver, pero solo de día. Esto es un tejemaneje".

Esta mujer, que de nuevo está alojada en la residencia de estudiantes de Valverde, a 40 minutos por carretera de su casa, dice que no puede estar tranquila y que solo desea que todo acabe.

"¡Que salga ya, sea para bien o para mal, porque estamos viviendo en un sobresalto!", asegura, refiriéndose al volcán submarino.

Del mismo parecer es otro jubilado, Juan González, que lo expresa de forma más gráfica y contundente: "¡Que reviente de una vez!".

Es la frase que desde hace días más se escucha entre los herreños, tanto entre los afectados por los seísmos de Frontera como entre los evacuados de La Restinga, incluso entre los empresarios, pescadores y comerciantes que han visto venirse abajo de repente sus negocios, a consecuencia de la incertidumbre que provoca el volcán.

"Ya que empezó, para que esté con toda esta cosa que si pasa en El Golfo, que si en Frontera... Que pase aquí de una vez, que reviente y que sea lo que Dios quiera", se resigna Juan González.

Mientras tanto, no faltan grupos de curiosos que pasan la tarde mirando al mar, con prismáticos, cámaras fotográficas e incluso telescopios, a la espera de que el volcán vuelva a despertar.

Ni tampoco los que aprovechan para recorrer el borde del mar en busca de las preciadas "restingolitas", como de forma popular han bautizado ya a los piroclastos (restos de magma) que la erupción ha expulsado al mar, unas rocas volcánicas muy ligeras, como la piedra pómez, extremadamente frágiles y de color negro y blanco.

Hay quien incluso les ha puesto precio en sitios de subastas en internet y el propio presidente de Canarias, Paulino Rivero, ha entregado hoy a los Príncipes de Asturias unos ejemplares como obsequio en la Feria del Turismo de Londres.

Porque, aprovechando la repercusión internacional que están teniendo las noticias de El Hierro, Canarias promociona ahora en el mercado británico su nuevo atractivo: la "volcanic experience".