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No hay paz completa en la UD

Sábado, 21 de enero 2017, 00:38

La única sanación posible para una UD con grietas internas pasaba por ganar, tres puntos que ejercieran de desinfectante y anestésico y permitieran mirar al frente con el cuerpo recompuesto. Pero no hay paz completa en un equipo que mereció todo y terminó pidiendo la hora y sitiado.

Araujo metido a biólogo con su desternillante teoría de las enzimas, a propósito de otra fiesta pasada por alcohol, el mismísimo Jonathan Viera en la frontera y señalado por el técnico con nombres y apellidos y sospechas, fundadas, de que en esta plantilla hay más juerga que otra cosa a juzgar por las durísimas acusaciones del propio Setién, cuya denuncia pública al respecto resultó severa. De por medio, lesiones significativas centradas en la defensa (David García, Bigas y Dani Castellano) y alguna ausencia más de jerarquía, léase Boateng. La UD llegó hecha un descalzaperros a la jornada. Decibelios a todo trapo alrededor y sin nada bueno que contar. Murmullos en la afición, a la que tanta disciplina rota no pilla de nuevas. Caldo de cultivo idóneo para que se liara la mundial a poco que no acompañara la noche.

El caso es que, para sorpresa grata, los que cargaron ayer con la responsabilidad estuvieron a la altura mientras duraron los pulmones. La imprudencia estuvo en no alicatar los puntos cuando se pudo, que fue por largo rato. El Depor cogió el mejor atajo: un remate entre palos, un gol. Excesivo su premio, que amenazó con sangrar a Las Palmas en un arreón final en el que dispuso de superioridad numérica y control total. El punto reúne un valor relativo. Engorda la despensa, que no es poco para los malos aires que corren. Pero el inconformismo romántico que predica Setién y tanto gusta a los seguidores nunca acepta pactos a medias y menos en casa. Será eterna la espera para la revancha. El Valencia no llega hasta el lunes 30. Demasiados días. Definitivamente, el entretiempo con este empate se hace poco recomendable con tanta herida abierta y reproches cruzados.

La respuesta de la UD a la montaña de contratiempos que arrastraba fue marcarse una primera mitad sensacional, de las que hacía mucho no se veían por el Gran Canaria. El equipo tuvo profundidad en los dos costados, generó fútbol con un catálogo de recursos a conveniencia, lo mismo la pelota al pie que en transiciones para engullir metros, y se gustó sobre el césped. Primorosa la mentalización de los jugadores, que se dedicaron a lo suyo de manera impecable. Nadie se acordó de Viera o Boateng, que ya es decir, al galope de las camisetas amarillas, entonadísimas para delicia de su gente. La fórmula de Montoro como blindaje para dar salida a los centrales y liberar a Roque se destapó como un acierto mayúsculo. Alguna vez amagó Setién con esta suerte de trivote que completa Vicente. Anoche no le quedó más remedio que ponerlo en práctica con efectos reveladores: la UD volvió a ser reconocible, protagonista siempre y dueña del balón. Con Roque desencadenado como enganche y Momo y Mateo activadísimos, Las Palmas se hinchó a jugar.Al Deportivo no le quedó otra que aguantar la que le estaba cayendo a la espera de que escampara. No era fácil sobrevivir a tanto castigo.

Antes de los diez minutos Livaja ya había probado los guantes de Tyton, enorme su trallazo a media altura que dejó una estirada formidable del portero, y Aythami percutió de cabeza en incursión al área contraria. Avisos de lo que venía en camino. Fue Mateo, que está hecho un cañón últimamente, quien cazó un balón dentro del área y lo clavó en la red. El premio al buen gusto y la mayor predisposición tardó poco en llegar, no se había alcanzado el cuarto de hora. Agua bendita para la UD, ya serena por gobernar en todos los sentidos y que no paró de insistir. Todos corrían, en cada pelota iba la vida y la grada, complacida por semejante ración de orgullo, aplaudió a rabiar. Las ganas eran tremendas por recuperar la normalidad, el idilio con el juego, las buenas noticias. En tanto, Varas inédito.Toda la película se desarrollaba en el perímetro de Tyton. El botín, protegido.

Nada debía cambiarse y todo continuó igual luego del intermedio. Colaboró un Deportivo muy anémico, incapaz de enganchar tres pases y que no justificó la buena fama con la que llegaba a la confrontación. Piel de perdedor desde el inicio, sin que eso reste luz a Las Palmas, que alternó talento y solidaridad según requirió. Del talento se encargó, mayormente, Mateo. A su gol, añadió un maravilloso quiebro que le deshizo de dos adversarios con un golpe de cintura, como si bailara un tango, que a punto estuvo de convertirse en el segundo de la noche. El argentino ha roto aguas y nada tiene que ver con ese futbolista tímido que apenas se atrevía. Ahora la pide, encara y decide. Corría el minuto 59 y Mateo provocó un estruendo tremendo con su finta en la zona de tres cuartos.Salió de una selva de piernas con la cabeza en alto, habilitó a Hélder, que entraba como una flecha por la izquierda, y el centro del portugués, algo forzado, no pudo direccionarlo Vicente. Hubiese sido un gol precioso. Por su gestación, desarrollo y definición. Lástima esa punterita.

Lo peor no es que no entrara. Lo peor es que dejaba todavía al Deportivo con la opción de cazar alguna. Parecía inverosímil. Hasta entonces no hubo señales de Varas ni transición ofensiva potable de los visitantes. Pero necesitaron lo mínimo para reventar los cerrojos.Pelotazo al espacio para Andone, al que Lemos le permitió correr y armar el gatillo. En un pestañeo, 1-1 y vuelta a empezar. Así es la vida en Primera División.

Claro que ya las fuerzas no eran las mismas y el sometimiento anterior bajó hasta igualar las trincheras. Paridad que tardó en romperse hasta que Aythami atropelló a Borges. Ya cargaba con una amarilla y se pasó de frenada el capitán. Con diez le tocó remar a la UD en el tramo final, en escenario absolutamente nuevo y lleno de peligros. Garitano metió dinamita arriba con Moreno. Setién, con poquito para elegir, tiró de Tana con la esperanza de recuperar la posesión. Cambios sintomáticos que evidenciaban que el dominador había cambiado de acera.

Nada cambió. El 1-1 sedimentó. También la impotencia de lo que pudo ser y no fue. Si en la UD únicamente se hablara de fútbol, el debate sería sano. Ocasiones perdidas, errores en la marca, ese contragolpe en el que falló el último eslabón. Pero no. No es el caso. La pelota ha perdido el pulso para realce del código de comportamiento. Triste realidad de un equipo al que todos esperan de vuelta.

Ficha técnica:1. UD Las Palmas: Javi Varas; Míchel Macedo, Lemos, Aythami Artiles, Hélder Lopes; Roque Mesa; Momo (Tana, min. 80), Montoro, Vicente Gómez, Mateo García (Benito, min. 89); y Livaja (El Zhar, min. 85). 1. Deportivo: Tyton; Juanfran, Arribas, Sidnei, Navarro; Emre Çolak, Guilherme, Borges, Luisinho (Marlos Moreno, min. 80); Joselu (Óscar 'Pinchi', min. 90+2) y Andone. Goles: 1-0, min. 13: Mateo García. 1-1, min. 69: Andone. Árbitro: David Fernández Borbalán (Comité Andaluz). Expulsó por doble tarjeta amarilla al jugador local Aythami Artiles (minutos 72 y 77), y amonestó al jugador visitante Joselu (min. 91). Incidencias: partido disputado hoy en el Estadio de Gran Canaria ante 18.051 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de José González Betancort, masajista que perteneció a la UD Las Palmas entre los años 1960 y 1970. Juan Carlos Valerón, capitán de honor del club canario, entregó una camiseta conmemorativa a Vicente Gómez por sus 200 partidos oficiales con el equipo canario.

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