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Manuel Perdomo, adiós a un cronista

Jueves, 1 de enero 1970

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Aún tengo muy presente el saludo que el pasado 2 de agosto el pregonero de las Fiestas de San Roque en Firgas, Miguel Jiménez Báez, enviaba al Cronista Oficial Manuel Perdomo Cerpa, pues sus «informaciones para preparar este pregón» habían sido varias y de interés, como siempre lo fue su presencia en el «casi todo» del orbe histórico-patrimonial y cultural de su queridísima Villa, sin embargo esa noche el ya estuvo «ausente de este acto por razones personales». Ahora me llega la dura y sentida notica de su partida definitiva y tengo la sensación de que la pospuso para, una vez acabadas las Fiestas, que siempre vivió con todo su ser y sentir, poder partir hacia la eternidad, hacia ese cielo que para él tendrá algo de su Bosque de Doramas, de la mano de su querido Patrón, del Patrón de su Villa de Firgas. En estos momentos he recordado su primer artículo en el Anuario de Crónicas de Canarias, la publicación de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias, que, como no iba a ser de otra manera, quiso dedicar a su localidad, a los rincones más entrañables de su Villa, en los que también quedaban impresos sus vivencias y recuerdos más personales y entrañables, la memoria de fue siempre su calle, que «lo poseyó casi todo, pero sin embargo» y se preguntaba entonces «¿Dónde están ahora aquéllos que le dieron carácter y personalidad durante mi infancia y juventud? ¿Dónde están aquéllos que me vieron pasar con el bulto y la pizarra? ¿Qué le falta ahora a esta mi calle?...» Esta noche, cuando ya él camina despacito junto a San Roque camino de su destino eterno, será su calle la que se pregunté por él, por su presencia, por la de su ser y sus sentires, y procurará grabar su memoria en lo más hondo de sus piedras, de sus paredes, de ventanas y balcones, pues Manuel Perdomo, en un cierto y verdadero modo, permanecerá para siempre en su calle, en su villa, en sus campos, bosques y manantiales, como lección generosa de amor y cariño por todo aquello que conforma la idiosincrasia de la patria chica. Son siempre estas primeras horas momento de dolor, de incomprensión por negarnos a perder al ser querido que se nos ha ido; pero yo prefiero ya pensar en el amigo, el compañero, el activo cronista, que en buena medida permanecerá en nuestros pensamientos, en el corazón de todos sus paisanos, en la vigencia de un capítulo de la historia de su Villa, y con ella de Gran Canaria, que se mantendrá siempre presente y fecundo entre las actuales y futuras generaciones, pues su trabajo y su empeño constante por la historia y la cultura de Firgas es tarea que dará buenos frutos. Frutos que nos permitirán acercarnos a aspectos que trató con tanta delicadeza y acierto como Firgas. El berro y sus cosecheros, sus Apuntes para la historia de Firgas. El agua fuente de vida, o ese curioso pasaje de Firgas. La cochinilla un cultivo efímero y complicado en su producción, y las interesantes aportaciones a la historia del patrimonio local que realizó con trabajos como Pieza del siglo XVI, en el Museo de Arte Sacro: La imagen de San Roque El Viejo» y la Antigua capilla de la Virgen del Rosario en la iglesia del convento, La. Devociones y enterramientos; junto a ellos siempre procuro tener a mano, por el amplio y variado interés que presenta, su trabajo Firgas, el pregón y las fiestas (1964-1994: Treinta años en el acontecer histórico y cultural. Sin duda, un legado documental amplio y variado que deja a su Villa y a toda la isla, que no sólo nos debe enorgullecer, sino al que podemos y debemos sacarle un enorme partido, que para eso lo hizo y lo dejo como patrimonio de todos sus paisanos. Ahora, en la despedida de quién nunca se irá del todo, puedo decir que fue un orgullo conocer y compartir muchas jornadas entre cronistas con el compañero y amigo Manuel Perdomo Cerpa, y pensar que su crónica en los nuevos caminos que ahora surca para siempre, y lo diré con versos de Cairasco de Figueroa, será contar a todos que «esta es la isla de la Gran Canaria/ a quién su nombre dio también Fortuna» y como «En ella está la selva de Doramas/ tan célebre en el mundo» donde «...conserva una perpetua primavera,/ del cielo regalada eternamente/ con mil particulares privilegios»

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