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Lemus, un oro olímpico que da su magisterio en El Carrizal

Lemus, un oro olímpico que da su magisterio en El Carrizal

Viernes, 17 de julio 2020, 10:48

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Tiempo atrás, unos veinte años en cifras redondas, Lemus paseaba con aires de celebridad por Cuba. Púgil indomable, por medio mundo acumulaba triunfos y honores. Indianápolis, Belgrado, Helsinki, Bombay, Berlín, Sídney, San Petesburgo... «Me acostumbré a ganar medallas y llegó un momento en el que sabía que, con independencia, del rival, todo iría bien», rememora con nostalgia. Su consagración llegó en Barcelona. Allí, en el momento luminoso de su carrera, se colgó el metal más preciado, con los ojos de todo el mundo puestos en su figura, en peso medio ligero (71 kilogramos). «Antes ya me había ido las cosas de maravilla. En Cuba era un fijo en las selecciones de deportistas del año, los Juegos Panamericanos me habían dado un gran impulso y en el equipo nacional también tenía mucha consideración. Pero nada comparable a unas Olimpiadas, a verte en lo más alto del podio», destaca. Lemus consagró su logro a San Lázaro y su medalla está en una ermita de El Rincón, una localidad del interior de la isla que le vio nacer.

Como maestros modelaron su carrera catedráticos del cuadrilátero como Teófilo Stevenson, Marcelino Buides o Alcídes Sagarra. Estuvo con los mejores y totalizó 382 combates en la modalidad de super walter, con un procentaje altísimo de triunfos. En 1994, con motivo de los Juegos de la Buena Voluntad celebrados en Rusia, se retiró. Cinco años después, matrimonio de por medio, desembarcó en Gran Canaria. Trabajó de todo: monitor, camarero, portero de discoteca... Ha tardado, pero su sueño de disponer de su propio gimnasio para enseñar a los jóvenes ya es una realidad. «Nunca estuve mal del todo, aunque sí atravesé épocas complicadas. Ahora, desde luego, me siento el hombre más feliz del mundo. Hago lo que siempre quise, me gusta estar en contacto con los jóvenes deportistas y tutelar su progresión es algo que me apasiona», asegura complacido.

Hace tres semanas abrió las puertas de su local sin que mediara publicidad alguna («el primer día se presentaron siete chicos. Luego, diez. Quince, más tarde veinte...») y ya se está empezando a ver desbordado. Dobla turnos, y tira de Ferino V, uno de sus alumnos insignes, para que le auxilie en tareas docentes. «Quiero sacar campeones de aquí. Yo, cuando empecé en Pinar del Río, no tenía medios. De acuerdo que era otra época, aunque ahí se acabó demostrando que cuando uno quiere, puede», añade. Lemus sigue una metodología estricta, acorde a las enseñanzas que recibió en su estricta etapa de formación, y derriba la mala publicidad que muchos dan al boxeo: «¿Prefieren que un chico de catorce años se juegue la vida en una moto o tome drogas? Yo, desde luego, lo quiero haciendo deporte. El boxeo te da unos valores magníficos».

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