

Secciones
Servicios
Destacamos
Moneiba Lemes y José Otero se conocieron en Berlín en 2012 y, desde entonces, comparten taller. Esta cercanía se ha reflejado en su obra. Ambos se han influido mutuamente, causando cierta catarsis en su modo de entender la pintura. Estos días exponen en Saro León su proyecto Pintar no sirve, donde exploran sus vacíos creativos.
Pintar cuando no sabes qué pintar ni cómo pintarlo. Esta frase, incluida en una de los cuadros que Moneiba Lemes (Lanzarote, 1986) resume la esencia de la exposición que la artista lanzaroteña protagoniza junto al grancanario José Otero (Las Palmas de Gran Canaria, 1979) en la galería Saro León de la capital grancanaria.
«Cuando estás en crisis y quieres abrir una nueva etapa, empiezas a pintar lo primero que tengas en el taller», explica Lemes. De hecho, la creadora exhibe dos piezas en las que retrata su taller berlinés, tal y como estaba en 2012, repleto de recortes y fotos de trabajos anteriores, en los que busca inspiración para avanzar por un camino diferente. «Cuando te pones a mirar cómo componer cosas nuevas, tiras de archivo. Esas imágenes sirven para volver atrás y ver qué puede salir», añade José Otero .
En el caso del grancanario, en esos momentos, echa mano de todo lo que le rodea: desde las notas para acordarse de los lugares en los que se ha citado con algún amigo, a las llaves de su casa. «Incluyes lo que está en el taller en el cuadro, cosas, ideas y conceptos», explica acerca de los objetos y frases que aparecen en un políptico formado por once piezas.
«Al principio es un momento angustioso, pero cuando te das cuenta de que siempre va a salir algo y lo que quieres es buscar otras vías, la pintura se convierte en algo más lúdico», comenta Otero.
«Lo que queda cuando no sabes qué pintar ni cómo pintarlo es la propia pintura», añade Lemes, y justamente esos trabajos son los que se exhiben en Saro Léon.
REGRESO. Ambos creadores abandonaron Berlín en 2014 y volvieron a Canarias para trabajar como asistentes del artista austríaco Arnulf Rainer. Los nuevos proyectos que les surgieron en las Islas y el encarecimiento de la capital alemana los persuadieron de regresar al extranjero.
«Estuve allí once años. Considero que es una etapa terminada», explica Otero, que confiesa que Berlín pasó de ser un oasis por sus alquileres baratos a ser una ciudad hostil. «Cuando estás en una ciudad muy grande -añade- los interlocutores que tienes son muy difusos. Hay poca sensación de comunidad, no solo porque seas español o canario, la gente está flotando en el aire».
Además, en opinión de Lemes, en la capital alemana «no hay mercado, Vivir del arte es igual de difícil que aquí», afirma.
En estos años, Otero ha descubierto otra vocación artística: la música. De hecho, por puro placer, ya ha grabado dos discos, uno de ellos doble. «Los publico, pero no los promociono nada», comenta el artista, que se deslizó por el terreno de la música empujado por su entorno de amigos, muchos de ellos del ámbito del rock.
Su último trabajo se titula El rock de la institución del arte e incluye canciones como Subvención, La condición del artista, Pintar sin pensar o Precio y valor.
«Es algo muy lúdico. Es tirarse al vacío y hacerlo por pura diversión», comenta el músico cuyas letras son «muy críticas y demenciales». «No te lo acabas de tomar en serio, pero se dicen cosas muy serias», confiesa Otero, que echa mano del humor para hablar de las vicisitudes del artista moderno.
Sus temas se pueden buscar en Internet en: joseotero.bandcamp.com
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Carmen Delia Aranda. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.