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Pedro San Ginés
Viernes, 22 de mayo 2015, 11:18
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No sé cuántos de ustedes habrán visto el documental Las manos, pero aprovecho para invitarles a ver su último pase este sábado en el Teatro Insular. Se trata de una realización producida por los Centros Turísticos (CACT) que cuenta, por boca de quienes con sus manos hicieron los Centros Turísticos, lo que supuso en aquellos años tamaña empresa, ayudando a entender no solo la historia de los CACT, sino de la propia isla de Lanzarote. Lo que fuimos, lo que somos y, me atrevo a decir, lo que queremos ser. Lanzarote llevaba décadas de desesperanza, resignación y conformismo, con la sensación instalada de que esta isla era un barco sin rumbo en la que solo un líder político logró ilusionar el tiempo que dura un gran engaño al abrigo de sus dotes oratorias, tan enormes como la decepción que supuso para tantas personas entre las que, confieso, me incluyo. Un auténtico bluf mantenido por sucesivos y malos socios de gobierno que se limitaron a repartir un pastel que devoraron con fruición hundiendo a las empresas públicas de esta isla. Pero esa historia ya la saben. Mientras tanto, las disputas permanentes, los juegos de tronos, las traiciones y los pactos de mantel, han sido la tónica insular. El último de estos episodios se produjo hace nada, cuando la dirección de PSOE insular trató de desestabilizar cuatro instituciones en las que cogobernaba en Lanzarote con Coalición Canaria, abandonando con excusas peregrinas el gobierno insular al más puro y rancio estilo, pero esta vez CC puso la calma y responsabilidad manteniendo el pacto en las tres instituciones restantes, dando al traste con el maquiavélico plan socialista. Desde una perspectiva histórica hay que recordar que entre los 60 y los 80 Lanzarote tenía una propuesta, una idea de cómo debía ser el modelo de desarrollo de la isla, propuesta inspirada en la propia intervención del lanzaroteño en el medio natural y participada por muchos, pero cristalizada en la figura del genial César Manrique, Jesús Soto, Luis Morales, y tantos colaboradores como relata el documental. Manrique concibió y propuso una idea de desarrollo colectivo y de modelo de territorio que, si bien no al principio, durante mucho tiempo fue aceptada por casi todos. Muchas manos contribuyeron a ejecutar esa idea con la que la población se sentía cómoda e identificada y aquello era motivo de orgullo y admiración para todo el que participaba del proyecto o visitaba la isla. A quienes sólo conozcan la historia más reciente de la isla les resultará impensable que un consenso de aquella naturaleza sea posible en Lanzarote, y sin embargo existió, fue real, y ha quedado plasmado en el documental Las manos. Pero la inestabilidad se instaló en la política lanzaroteña por causas por casi todos conocidas, y desde 1993 se impone en Lanzarote una política de guerra sin cuartel que duró hasta finales de la pasada década. Sin embargo, a partir de 2009, coincidiendo con la renovación de Coalición Canaria y mi llegada a la Presidencia a la que nunca aspiré, a pesar de los ríos de tinta que se han escrito, las horas de radio y confabulaciones que emplean los de siempre para demonizarme, incapaces de soportar la pérdida del poder político y mediático de antaño; lo cierto es que la isla ha recuperado cierta serenidad y estabilidad política que nos ha permitido superar gran parte de los principales problemas que arrastraba, llámese la gestión de sus empresas públicas, el tratamiento de sus residuos, el populismo con que se afrontaban los problemas de nuestro sector primario, o la decidida apuesta por el cambio de modelo energético. Estos últimos cinco años y medio han servido para devolver la esperanza en que las cosas se podían hacer de otro modo, como ya hicimos desde aquellos años 60 hasta los 80 -salvando las distancias porque yo no soy ni pretendo ser Pepín Ramírez, porque Cesar sólo hay uno, y porque la sociedad lanzaroteña ha cambiado mucho desde entonces y algo de eso debieron ver las más de 20 personas, significadas pero sin filiación política conocida, que decidieron dar el paso de respaldar públicamente lo que anónimamente ya habían apoyado la mayoría de los votantes en 2011, esto es, el proyecto con el que aspiro a continuar presidiendo el gobierno insular. Se trata de seguir construyendo el futuro de Lanzarote, con las mismas manos, junto a otras de entre las que esta veintena sólo son una muestra de los más de 300 proyectos englobados en la Estrategia Lanzarote 2020 que ha de marcar el devenir de la isla en los próximos años, y que tendrán como bandera y máxima prioridad el cambio de modelo energético. Un modelo energético al que tantas dificultades está poniendo el gobierno central del PP que se niega además a desterrar la amenaza petrolera de nuestras costas. Por todo ello y tantas cosas más que me llevaría muchos artículos explicar, es por lo que apelo a la sensatez de este pueblo que necesita como nunca mantener la estabilidad política para no detener el innegable avance de Lanzarote. Apelo al peligro que supondría un arco político fragmentado que podría convertir a las instituciones en ingobernables, y al balance de donde estábamos en 2009 y dónde nos encontramos ahora, para pedirles que renueven la confianza en nosotros.
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