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Las guerras según Batista

Viernes, 10 de febrero 2017, 16:54

Los soldados irrumpieron en los paisajes soñados por Juan Carlos Batista (Tegueste, 1960) recordándole el aspecto más desolador de la naturaleza humana. Tanto se obsesionó con la cotidianidad con la que sobrellevamos las guerras interminables, que convirtió sus obras en bellos marcos para la batalla. El artista expone sus indagaciones en este terreno en el centro de arte La Regenta. «Me obsesiona la deriva violenta del hombre», explica Juan Carlos Batista acerca de su principal motor a la hora de crear. El resultado de estos desvelos, en los que lleva inmerso desde hace 20 años, se puede apreciar en Realidad casi humo, la exposición retrospectiva que ocupará a partir de este viernes las salas del centro de arte La Regenta, en la capital grancanaria. La guerra, la decadencia de la masculinidad, la ecología y la memoria histórica son los principales asuntos que aborda a través de sus composiciones fotográficas y sus esculturas. En ellas, el creador juega a atrapar la mirada del espectador a través de una belleza aparente que se quiebra tras una observación detenida por el contenido brutal y salvaje de sus imágenes. Así, una tupida masa boscosa, situada en la entrada del museo, recibe al visitante que queda atrapado por los verdes deslumbrantes de estas masas globulosas que en realidad son devastadoras explosiones. «Aunque es una exposición entretenida y tiene diferentes registros, ofrece una visión desoladora de la condición humana», reconoce el artista quien, sin embargo, recurre a la ironía para crear engendros animales y vegetales dotados de armas y equipados para la guerra. También le preocupa la violencia estructural que se ejerce contra las mujeres y que, en su opinión, se traduce en lo que denomina «decadencia de la masculinidad», que define como la resistencia del hombre a abandonar el rol dominante que siempre ha ocupado frente a la mujer. «Hay un problema de desencuentro, donde la mujer busca a un hombre que no ha llegado y el hombre busca a una mujer que está desapareciendo», comenta el artista, que desea que el futuro esté en manos femeninas por si eso se tradujera en un cambio positivo. «Los hombres son los principales actores de la guerra», sostiene. Por su lado, Isidro Hernández, comisario de la muestra y conservador de Tenerife Espacio de las Artes (TEA) que produce el proyecto califica la obra de Batista de compleja porque mezcla realidad y ficción a fin de crear «una suerte de escenario que se convierte en una trampa para el ojo del espectador». Esta circunstancia se da en muchas de sus obras; la silueta de la figura de un soldado es, en realidad, un pene prolongado que representa el saqueo sexual que sufren los territorios ocupados; la imagen punteada de un futbolista está formada por granadas de la Primera Guerra Mundial y una masa de escrotos unidos se levanta formando una gran columna en Hordas; una obra inspirada por el bombardeo de Gaza de 2014. En opinión del comisario, el creador juega con la percepción gracias al dominio del lenguaje y de la técnica, tanto en el ámbito de la fotografía como en el de la escultura, especialmente en la talla en madera. Precisamente una figura realizada en este material, Pipa de militar, es la pieza más antigua de la exposición, datada en 1997. A finales de los 90, tras ser becado en Nueva York, Batista quedó «obnubilado por la fotografía» y empezó a simultanear el octavo arte y la escultura. Por su parte, para el director de La Regenta, Alejandro Vitaubet, «lo más interesante de su trabajo es el proceso que sigue para modificar las imágenes y los objetos para dotarlos de nuevos relatos, siempre con una mirada un tanto desencantada de la realidad. En Batista nada es lo que parece», añade.

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