La Canalla trae la copla más gamberra al Cicca
El grupo gaditano La Canalla, con Antonio Romera el chipi a la cabeza, cierra este viernes (20.30 horas) en el Cicca el ciclo FlamencoenCaja 2011 que organiza la Obra Social de La Caja de Canarias. Una propuesta musical fresca, gamberra e inteligente, con la que La Canalla reinventa la copla, que mezcla con sabiduría con jazz, tango o cabaret.
Sin un sello discográfico detrás, contando como única campaña de marketing con el boca a boca de amigos y familiares y con las recomendaciones del público que va siguiendo sus directos, La Canalla ha sacado adelante con un éxito considerable su primer disco, Flores y malas hierbas. Un trabajo en el que toman la palabra «putas, borrachos, yonquis, tiraos y demás flores que crecen entre malas hierbas» al ritmo de una nueva copla, a la que sin miedo El chipirón y sus compañeros le dan nuevos aires al ritmo de tangos, boleros, jazz o lo que surja.
Antonio Romera el chipi explica que La Canalla «es un caldo de puchero, un concentrado donde se disuelven ingredientes. Y nosotros somos los pinches». Pero en realidad La Canalla es algo más. «Yo escribo las letras, y los estilos musicales acompañan a la temática». Así, dependiendo de qué cuente la canción, Romera, Javier Galiana (pianista), Juan Sainz (batería y percusiones), José López (contrabajo) y Julián Sánchez (trompeta) interpretan una copla, actualizada, u otra. Qué le gusta más al chipi. «Eso es como si me preguntas qué plato me gusta más», y La Canalla «no somos de carne o pescao, sino de lo que está bueno» que, por cierto, «escogemos juntos».
Así, y partiendo de que la temática condiciona la música, Romera apunta que «ante un bache emocional se recurre a la música». Normalmente, «se te calma el dolor con un golpe», y qué mejor entonces que un tango, y Flores y malas hierbas lo tiene. Y es que «el folclore es visceral, se canta para paliar el dolor», aunque en sus temas tampoco falta la guasa. Eso sí, «una diversión con mensaje implícito», con unos músicos «muy buenos» que «se divierten y que experimentan» en cada directo, donde La Canalla se sale. «Nunca ensayamos los conciertos», dice El chipi, «y los arreglos siempre son distintos».
Algo que ya se adivina al escuchar el disco, que parece un directo. No en vano «lo grabamos con un magnetófono de cinta de 24 pistas, y nos sobró». Muy lejos de los productos enlatados tan en boga, «como en un buffet libre y que no tienen criterio; no piensan en cuánto se van a comer», vendiendo algo que luego no existe en vivo.