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La caja oculta de Panero

La caja oculta de Panero

El poeta Leopoldo María Panero, fallecido el pasado jueves, residió 16 años en la capital grancanaria. Dos de ellos fueron en una casa, justo antes de entrar en el psiquiátrico, y de aquella etapa son algunas de las pertenencias que, hasta ahora, han permanecido resguardadas del tiempo en una caja a la que ha tenido acceso CANARIAS7.

F.S.A./L.R./V.S.A/C.D.A.

Lunes, 10 de marzo 2014, 20:15

Recortes de periódicos con informaciones relacionadas con la psiquiatría; libretas con textos suyos de letra casi ilegible; textos mecanografiados que llevan su firma; otros tantos sin firma; una extensa correspondencia, tanto con personas conocidas como otras desconocidas, que le hacían llegar sus creaciones; varios libros; una pequeña colección de postales...

CANARIAS7 avanza hoy parte de los contenidos de una caja, hasta ahora desconocida, con algunas pertenencias abandonadas por el poeta madrileño Leopoldo María Panero, fallecido el pasado jueves. Se trata de objetos que el autor de Así se fundó Carnaby Street (1970) dejó esparcidos en una vivienda que ocupó antes de ingresar en el psiquiátrico de la capital grancanaria y que alguien se encargó de recoger y embalar. «¿Qué hago con esto?», le preguntó a Panero quien se encargó de recoger y embalar dichas pertenencias. «Tíralas o quédatelas. Haz lo que quieras», le dijo el poeta [seguramente con otras palabras, como era habitual en él], señala el actual propietario de la caja, que ha pedido permanecer en el anonimato.

El contenido de dicha caja, cuyo dueño ha permitido a este periódico que dé a conocer a sus lectores, pueden ayudar a perfilar la figura y la obra de este genio de la poesía, al menos en una etapa de su vida, por otro lado tan llena de anécdotas como de versos.

Una veintena de libros, casi todos dedicados por sus autores, fueron abandonados por Panero en aquella vivienda. También cerca de veinte estampas, fotografías de dibujos. La gran mayoría podría caracterizarse como inquietante. Caras tristes y cuerpos sexuales destacan en las que hay figura humana.

¿Era Leopoldo María Panero una persona ordenada? Quizás no en su cabeza y sí en su relación con el mundo. O tal vez fuera al revés. Pero lo cierto es que guardaba sus papeles en carpetas que, aunque no estaban etiquetadas, su contenido sigue un patrón.

Cartas de editores, amigos, de escritores o de quienes querían ser poeta llenan una de esas carpetas que luce es el escudo del Departamento de Lingüística General Hispánica de la Universidad de Zaragoza. Otra de ellas la reservaba para recortes de periódicos o diarios completos, fotocopias de artículos suyos o sobre su obra o estudios literarios. También recopiló artículos y hojas de periódicos sobre psiquiatría y el tratamiento de la enfermedad mental. Las revistas literarias, folletos y números de diarios de las letras conforman otro apartado del contenido de la caja en la que se embalaron los recuerdos que Panero abandonó.

Pero tal vez, literariamente, lo más interesante sean las cuartillas escritas a máquina y firmadas por el poeta así como los cuadernos escritos a mano. Entre las primeras hay poemas, prosa poética, comentarios a obras, un pequeño ensayo titulado La palabra ‘esquizofrenia’ y la destitución del sentido o algunos artículos.

Su letra, imposible la mayor parte de las veces, impregna varios cuadernos. Libretas escolares de espirales y de cuadros que Panero utilizaba mientras escribía, ajeno a las normas, como casi siempre.

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