Las últimas semanas han sido muy difíciles para la UE. ¿Teme o le preocupa su continuidad? Estamos siendo sacudidos por problemas globales que escapan a la capacidad de respuesta de los estados y que requieren de grandes actores regionales que sepan ser globalmente relevantes. La Unión Europea tiene la obligación de ser un espacio de libre circulación de personas, de tener una política exterior relevante, de ser influyente y decisiva en el Mediterráneo. Y además tiene la obligación de defender su moneda. Eso será imposible si no avanza hacia la unión económica y fiscal, si continúa sin dotarse de recursos suficientes para asegurar el Gobierno económico de Europa, para actuar unitariamente en el G-20 y para preservar su modelo social, su identidad. La UE está en una ola de malestar social sin precedentes porque no está en buenas manos ni en la buena dirección.
¿Qué ha fallado? Hemos asistido en Europa a muchos indicios de que los gobiernos de los estados miembros han cedido a la tentación de lo peor: reflujos proteccionistas, recelos y desconfianzas cruzados, estigmatización del vecino, búsqueda de chivos expiatorios y explotación del miedo y del malestar con búsqueda de respuestas equivocadas e inútiles. Hemos visto gobiernos que han optado por derruir la sanidad y la educación pública, que han dado entrada al populismo -que es la nueva forma de la extrema derecha-, gobiernos que han explotado un resentimiento difuso contra los países de la zona euro señalándolos como pecadores que deben expíar sus culpas por derrochadores, que no trabajan o producen lo suficiente. Es una situación inaceptable. Tenemos que aprender que estamos en el mismo barco y, o salimos todos, o no se salva ninguno. Y eso significa defender la unión monetaria, el Gobierno económico de la UE y el modelo social que ha hecho que Europa sea visualizada como una experiencia única de cohesión, prosperidad compartida y actor contra la pobreza. Eso está en peligro.
¿Y hay voluntad política por salvar ese papel de Europa? Desde el Grupo Socialista Europeo la respuesta inequívoca es sí. Pero hace muchos años que Europa está escorada a la derecha con consecuencias que pueden ser muy lesivas para nuestro modelo social y nuestros derechos y libertados. Insisto, no estamos en las buenas manos ni vamos en la buena dirección. La expresión más rotunda de esta situación inaceptable ha sido la política draconiana de austeridad que no sólo impide el crecimiento, sino que con sus recortes de gasto social expresa un reparto de la carga inaceptable e injusto. Y eso no es casualidad. Es la expresión de un ideario conservador que impide que Europa pueda combinar el crecimiento con generar empleo y el reparto equitativo de los sacrificios. El malestar salta a la vista y sacude a toda Europa. Eso hay que cambiarlo.
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