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Isabel de Castilla y Gran Canaria

Viernes, 28 de noviembre 2014, 11:58

El 510 aniversario del fallecimiento de la reina Isabel de Castilla, la Reina Católica, acaecido el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo, Valladolid, tiene en estos días una sensible y destacada difusión basta con darse una vueltecita por las denominadas redes sociales- por coincidir con el éxito de acogida que cada lunes ha tenido la serie televisiva Isabel; una reina que fue de especial relevancia en la historia de Gran Canaria, en particular si se tiene en cuenta, según señala el eminente historiador y académico Luis Suárez en su extensa y documentada obra sobre esta reina castellana, como «durante la guerra de Portugal, cuando todo el espacio atlántico se convirtió en fuente de conflictos, surgió en ellos los Reyes Católicos- la decisión de que debían llevar a término la efectiva ocupación del archipiélago canario», lo que hacen definitivamente a partir de 1478 con la conquista y poblamiento de Gran Canaria, desde la cual organizaran el resto de su acción en las islas y su gobierno. Es el primer momento de la acción exterior atlántica de la corona de Castilla, el de establecer las bases de lo que será el encuentro con el Nuevo Mundo, el ensayo de estrategias, de novedosas negociaciones con pueblos y civilizaciones muy diferentes a las cortes europeas, de convivencia con culturas y formas de vida que tendrán una incidencia de relevante calado, y sin embargo la afamada serie no menciona, ni de pasada, la acción castellana en Gran Canaria, no resalta la trascendencia del archipiélago para la corona de Castilla y de la posibilidad que ofrecía como base logística en los puertos grancanario y gomero para la aventura colombina, algo que si reseñan en sus obras autores tan señalados como el ya mencionado Luis Suárez, o más recientemente el catedrático e historiador grancanario Manuel Lobo Cabrera que, en su oportuna y clarificadora obraLa Conquista de Gran Canaria (1478-1483), también destaca como los Reyes Católicos, tras diversas vicisitudes, «pueden plantearse acciones de expansión entre las cuales se encuentra la conquista de las islas Canarias que aún quedan insumisas», comenzando por esta de Gran Canaria, a la que en diciembre de 1494 otorgan un trascendente Fuero y Privilegio Real con muy numerosas disposiciones que establecen definitivamente la importancia y el papel que esta isla tendría ya entonces en el conjunto de la vida del archipiélago; también se destaca en dicho fuero como «ordenamos e mandamos que haya casa de consejo é cárcel é casa diputada é parte en que estén los escrivanos públicos de continuo é auditorio para las audiencias de los alcaldes, é todo esto esté en la plaza é lugar convenible», lo que representa la génesis de ese espacio institucional e histórico que hoy encontramos en el entorno de la Plaza de Santa Ana. Tampoco se puede aquí olvidar su iniciativa en la construcción del que será el primer gran monumento levantado por Castilla fuera de las fronteras peninsulares, al exponer al Papa en enero de 1484 como «queremos fundar y edificar una Iglesia Catedral» Y si importante fue su presencia e intervención en el acuerdo alcanzado para la incorporación de la isla a la corona de Castilla, tras las negociaciones con el Guanarteme, que tan acertadamente ha estudiado el prestigioso abogado Normando Moreno en su libro La ‘Conquista’ de Tamarant desde la perspectiva del derecho. Los pactos de anexión y Guayedra, tras lo que se dispone el reparto de tierras que, tal cual subraya el historiador Luis Suárez, «debía convertir a los agricultores en propietarios estables, no benefició únicamente a los venidos de fuera, sino también a los indígenas», idea ya adelantada en la real orden que firman los reyes en Toledo el 4 de febrero de 1480 cuando disponen el reparto de «todos los exidos y dehesas y heredamientos de la dicha isla entre los caballeros e escuderos e marineros, e otras personas que en la dicha isla estén y estuvieren y en ella quisieren vivir e morar», lo fue además en su completa proclividad a una absoluta defensa de los naturales de las islas frente a desmanes y tropelías cometidos por señores feudales y conquistadores, oponiéndose a su esclavización e incluso obligando a reparar daños causados por ello, algo que se manifiesta claramente en muy diversas ocasiones, como en agosto de 1490 cuando a través de una Real Cédula da la razón al informe presentado por el fraile López de la Serna y obliga a que se busque y se retorne a sus hogares a quienes habían sido llevados como esclavos cautivos, reafirmándose en ello en 1495 tras años de duros enfrentamientos con los más agresivos poderes fácticos de su corte. Un aniversario que en Gran Canaria podemos y debemos aprovechar para rememorar y conocer mejor tan importante personaje y época para la historia insular; un aniversario que la Casa de Colón nos acerca con un jugoso y acertado programa, bajo el título de Isabel la Católica y su época, que presenta la música, la moda, el arte y las costumbres de aquella corte castellano-aragonesa, una cultura y unas costumbres que son con las que se encontró la isla directamente desde su situación casi anclada en la prehistoria, esa reina que en julio de 1501 permite la traída del agua de la mina de Tejeda y con ello la construcción de la primera gran obra de ingeniería hidráulica del archipiélago, ó que en mayo de 1503 no duda en disponer «que fuessen para propios e rentas dessa isla la casa de las mugeres públicas de la dicha isla, e un bodegón e dos tiendas que diz que se han fecho en la dicha isla»; «cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras», pero eran otros tiempos y todo en beneficio de la isla y de sus gentes, y lo importante es que hoy, 510 años después, podamos seguir hablando de esta singular reina que tanto tuvo que ver con Gran Canaria.

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