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Hondura lorquiana

Hondura lorquiana

Jueves, 1 de enero 1970

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«Un piano, una voz maravillosa como la de Ainhoa Arteta y la poesía de Federico García Lorca. No hace falta más para tener un gran espectáculo», así se pronunció el artista más lorquiano de Canarias, Pepe Dámaso, al término del recital que ofreció la soprano vasca.

No le falta razón al pintor. La hondura de la palabra penetra hasta llegar al tuétano de los sentimientos y no hay artificio que disimule la fuerza implacable de sus versos. Ni siquiera la sofisticación vocal y la amplia tesitura de la cantante vasca eclipsó el discurso del granadino. Muy al contrario, la soprano se entregó a la interpretación de las piezas para clavarlas en los corazones con las acrobacias vocales justas.

Esta es otra de las ideas que esgrime Dámaso. En su opinión, los artistas que se acercan a Lorca con la intención de llevar su poesía a territorio propio, al final, son poseídos por el espíritu arrollador del poeta.

La cantante empezó este pulso entregándose a las piezas musicales del autor de Bodas de sangre. Arrancó con El café de Chinitas, Nana de Sevilla y Viva Sevilla. Luego, se internó por el Zorongo; Nana, niño, nana y Baladilla de los tres ríos, musicados por Antón García Abril. Los naranjos en flor y los olivares se impusieron al tono contemporáneo de Manuel García Morante.

Arteta hizo volar los versos de Por el aire van, De Cádiz a Gibraltar y A la flor, a la pitiflor, musicados por Jesús García Leoz.

Tras el descanso, volvió a entregarse a la musicalidad popular de Lorca en Anda, jaleo; Cuatro muleros y Zorongo.

Paradójicamente, la parte más sofisticada del recital llegó con los poemas infantiles musicados por Xavier Montsalvatge.

Tras sendas paradas con las voces de Paco Rabal -recitando La sangre derramada- y de Alberti -en un fragmento de Bodas de sangre-, el viaje lorquiano tuvo su colofón en las maravillosas composiciones de Miquel Ortega, rendido al espíritu andaluz y popular de Lorca en Memento, Romance de la luna, luna y La canción del jinete.

Arteta, con la complicidad del pianista Rubén Fernández, aligeró el recital explicando el programa y algunas anécdotas, como sus recuerdos sobre Alfredo Kraus o su incapacidad para acordarse de los títulos de las piezas. De propina, la soprano regaló su sobrecogedora interpretación de Alfonsina y el mar. Luego, desató los nudos de las gargantas de los espectadores con La tarántula de la zarzuela La tempranica y se despidió deseando felices fiestas con White Christmas.

El público ovacionó en pie a la cantante en una noche inolvidable que también perdurará en su memoria gracias al regalo que le hizo Dámaso: un retrato del poeta admirado por ambos, dibujado para esta feliz ocasión.

FICHA DEL ESPECTÁCULO.

Domingo 11 de diciembre, Auditorio Alfredo Kraus.

Intérpretes: Ainhoa Arteta y Rubén Fernández Aguirre al piano.

Obras de: Federico García Lorca, Antón García Abril, Manuel García Morante, Xavier Montsalvatge, Jesús García Leoz, Miquel Ortega.

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