Fonte desgrana toda la música de Woody Allen
Hacer películas es el fuerte de Woody Allen, pero la música es su pasión. De hecho, en 1978, prefirió tocar el clarinete en el Michael´s Pub que ir a la gala de los Oscar donde su cinta Annie Hall ganó cuatro estatuillas. La música tiene tanto peso en su cine que Jorge Fonte ha buceado dos años en ella. Su trabajo se recoge en un libro.
Para Woody Allen la música es una vía de escape. A los 15 años supo que quería ser músico de jazz y empezó a tomar clases de saxo. Pronto se dio cuenta de que aquello no era lo suyo. «Tengo entusiasmo y cariño y obsesión por la música, pero no estoy dotado», confesaba allá por 1989 en una entrevista que recoge el investigador cinematográfico Jorge Fonte (Tenerife, 1967) en su nuevo libro Woody Allen y la música, editado por Milenio.
Su melomanía ha tenido un fiel reflejo en sus películas, un aspecto que ha estudiado Fonte en el tercer libro que publica sobre el neoyorquino tras Woody Allen. Escritor y cineasta (La página, 2012) y Woody Allen (Cátedra, 1998), un volumen, este último, que ya suma seis ediciones.
«He invertido dos años en la investigación y escritura del proyecto», comenta el autor que en las 663 páginas del libro hace un exhaustivo recorrido por la música de la filmografía de Allen desde su primera obra, Toma el dinero y corre (1969) a Magia a la luz de la luna (2014), su última película.
En total, Fonte bucea en 500 canciones empleadas por Allen en sus películas. Una música, a veces, complicada de documentar porque el cineasta tiene unos gustos muy particulares. «Mayoritariamente, le gusta la música de antes de la Segunda Guerra Mundial, de la primera mitad del siglo XX, la que coincide con su infancia, cuando descubrió lo que era el arte. Se quedó allí. El pop y el rock, no van con él», explica Fonte. Fuera del jazz y la música clásica, poco le gusta, y así lo pone de relieve en algunos diálogos, como en Hannah y sus hermanas. «Lo más moderno que encontré es una canción de Barry White en Melinda y Melinda», explica Fonte quien asegura que, solo por la música de tres de sus películas, ya se justifica este libro. En concreto, destaca Días de radio, donde recuerda su infancia a través de 40 temas; Acordes y desacuerdos, en la que Allen homenajea al guitarrista que acuñó el jazz manouche Django Reinhardt y Todos dicen I love you, su único musical que acaba con un número memorable a las orillas del Sena cantado por el propio Allen con Goldie Hawn.
Pero más inolvidable aún es el arranque de Manhattan, una cinta dedicada al compositor George Gershwin y piezas interpretadas por la Filarmónica de Nueva York con Zubin Mehta al frente. El resultado, un prólogo con una visión en blanco y negro de un Nueva York tan imponente como la obra Rhapsody in Blue.
