Esplendor en la hierba
Una premonición feliz, la del ascenso a Primera, ya ha cogido forma en esta UD, cuya armadura no encuentra comparación en la categoría. Ningún equipo marca su ritmo y la colección de rivales vencidos engorda semana a semana.
Cuando el resto flaquea, Las Palmas mantiene el acelerador a fondo. Y en la oferta de cazar posibilidades, nadie está a semejante altura. La jornada era para valientes, una ocasión celestial para demarrar. Sufrió, sudó y hasta boqueó la UD, que pasó malos ratos frente al Sporting. Pero tiró de repertorio y dejó los tres puntos en casa. Una nueva semana con noticias felices a golpe de fútbol y goles. Así ha alcanzado la tercera plaza y permanece pegada al cogote de los dos primeros, que se saben amenazados por una candidatura, la de Lobera y sus chicos, cuya fortaleza no encuentra parangón. Si dentro del césped las señales de vida invitan a no escatimar en sueños, equipo con cuajo, bien engrasado y temido por todos, no es menos valioso el idilio con una afición que ya se ha apropiado de la mitad del aforo del estadio. Hasta hace poco la UD caminaba casi en soledad, con un núcleo de irreductibles que no pasaba de los tres dígitos. Ahora se han triplicado los fieles. Hay factor ambiental. El Gran Canaria eleva a los suyos e impone al extraño. Ayer se vivió una atmósfera magnífica en Siete Palmas que, decididamente, invita a arrimar el hombro por un proyecto que aventura más felicidad.
La UD salió resuelta a por los puntos y, desde el princpio, marcó territorio y pauta. Siempre con el balón, siempre con Valerón, gobernó el asunto en su generalidad, con una buena lectura de los tiempos y las elecciones.Las Palmas confirmó pronto que iba a por el partido sin negociar nada. El Sporting, cobijado atrás, fió su suerte a las contras. Ahí se limitaron las noticias del equipo asturiano en su defensa de la tercera plaza. Achicando como podía y cosiendo a faltas a quien fuera menester, lanzó dos latigazos antes del cuarto de hora que bien pudieron ser letales. No se habían cumplido cinco minutos y Lekic estampó un remate franco, en boca de gol y sin oposición, en el larguero.
Al rato, Sergio Álvarez recogió en el área una dejada de Scepovic y, también con todo para marcar, chutó incomprensiblemente fuera. Los avisos del Sporting quedaron aislados por el monólogo de la UD, más constante en su empuje, pero alertaron de lo que tenía arriba. Ya no volverían los rojiblancos a asomarse a Barbosa en este tramo. Y asumieron la cesión de terreno como parte de su plan de supervivencia. Valerón , cuya estrella es mayúscula en el resto de la tropa, comenzó a tejer por los cuatro puntos cardinales cuando escapó de las piernas que buscaban su derribo. Y la UD inició su despegue sin vértigo ni complejos, imponiendo carácter aunque escasearan sus ocasiones.
Demasiada posesión sin desenlace, pero suficiente para cocinar lo que vendría después. En realidad, hay tanta seguridad en la capacidad de desequilibrio de los de arriba que, a diferencia de antes, hace falta poco para encontrar el gol. Su primer remate entre los palos, ya en la segunda mitad, acabó dentro. Pólvora fina en contraste con el Sporting que acababa de tirar a la basura otra disposición inmejorable para inaugurar el marcador. En cuestión de segundos se pasó de un mano a mano entre Lekic y Barbosa del que salió agigantado el portero, portentoso en cerrar todos los ángulos con su salida, a un zapatazo certero de Aranda, al que le han debido echar agua bendita. Le sale todo lo que intenta, marca y genera goles, produce fútbol, se expresa como nadie con la pelota cosida a la bota, arrasa al que encara y, cuando pisa el área suenan los violines. Con todo para matar el Sporting, Las Palmas se hizo un lío y toleró que contestara el contrario, adiestrado perfectamente para la contra, su única vía de escape ante el panorama que se le había dibujado. Así llegaría su empate. En un envío en profundidad buscando la espalda de la defensa, prescindiendo de elaboración previa, a la caña de Scepovic, que por algo lleva la mejor cosecha de la categoría en la faceta finalizadora. Igualó el Sporting y se temió lo peor porque a Lobera se le acumularon los problemas. Defensa de circunstancias con Deivid y Ángel en los costados por la lesión de Dani Castellano y mayor velocidad del contrario, que, por momentos, creyó que iba a ser su día. Bordeó el 1-2 (se anuló un gol por orsay a Scepovic que generó protestas) y Sandoval, con mucha gente por delante del balón, ordenó asedio.
Entró el encuentro en su tramo final y la solución pasó por buscar a Aranda, al talismán. Suya fue la jugada que precedió al penalti que valdría el triunfo. Sirvió a Javi Castellano, éste reventó la escuadra con un trallazo y, en el rechace, a Masoud lo mandaron al piso. Penalti. Balón para Momo y gol. Apretaría el Sporting. Y estallaría de júbilo luego el Gran Canaria.
Ficha técnica:
2. UD Las Palmas: Barbosa; Ángel López, David García, Aythami Artiles, Dani Castellano (Deivid, min. 58); Javi Castellano, Valerón; Momo, Asdrúbal (Apoño, min. 88), Masoud; y Aranda (Benja, min. 90).
1. Real Sporting de Gijón: Cuéllar; Luis Hernández, Bernardo, Mandi, Canella (Isma López, min. 67); Bustos; Lora, Sergio Álvarez (Carmona, min. 67), Nacho Cases, Scepovic; y Lekic.
Goles: 1-0. Min. 51: Aranda; 1-1. Min. 70: Lekic; y 2-1. Min. 85: Momo, de penalti.
Árbitro: Dámaso Arcediano Monescillo (Comité Castellano-Manchego). Mostró tarjeta amarilla a los jugadores locales Masoud y David García, y a los visitantes Sergio Álvarez, Bernardo, Canella, Bustos, Luis Hernández, Mandi y Cuéllar.
Incidencias: partido de la trigésima segunda jornada de la Liga Adelante, disputado en el Estadio de Gran Canaria ante 17.532 espectadores.