El mensaje no verbal de Felipe VI
Si bien es verdad que había mucha expectación sobre lo que Felipe VI podía decir en su primer discurso de Navidad acerca de temas candentes y actuales como las aspiraciones soberanistas, la imputación de su hermana, los casos de corrupción en la administración pública y los partidos, la abdicación de su padre o la reforma constitucional, también es verdad, y así se resaltó desde muchos medios informativos y círculos de opinión, que era enorme la expectación existente sobre los cambios que introduciría en lo que podemos definir la comunicación no verbal o simbólica de este primer mensaje navideño de su reinado, por la importancia, cada vez mayor, que este tipo de comunicación cobra en el seno de la sociedad actual; una sociedad que comprende no sólo por el qué, sino por el cómo, que busca percibir más por los gestos que por lo dicho, por lo que se esperaba cambios en muchos detalles, desde la decoración y objetos personales, al vestuario y el mismo salón escogido, sin que tampoco muchos eludieran su interés por saber algo de las personas que le han asesorado en la preparación y redacción de tan esperado texto. Un curioso y elocuente precedente de estos mensajes institucionales con motivo de la Navidad se encuentra en el discurso que el rey Jorge VI luego de enorme popularidad precisamente por ese Discurso del rey que ha universalizado la película de Tom Hooper y David Seidler- ofreció por radio el 25 de diciembre de 1939, retomando una costumbre que había iniciado su padre Jorge V el ambiente que rodeó su primer discurso fue fantásticamente recreado en la serie Downton Abbey-. Aquel mensaje, en el que hizo un llamamiento para que no desfalleciera la voluntad de lucha del pueblo en los momentos tan difíciles que atravesaba el imperio británico, también resaltó por los componentes no verbales que rodearon el discurso de un monarca que, con enormes esfuerzos, debía superar su problema de tartamudez. Para una alocución muy breve, pero clara y directa, que culminó con unos versos del poema God Knows de Minnie Louise Haskins que su hija de 13 años le había dado a la princesa Isabel, «Entra en la oscuridad y dale tu mano a Dios / Será mejor que la luz y más seguro que un camino conocido», unos versos que poco después, en los momentos más duros de los bombardeos sobre Londres, los británicos recordarían para superar las adversidades, se habían escogido cuidadosamente muchos detalles, desde el uniforme de almirante que vestía el rey, al propio salón de palacio y la decoración que le rodeaba, pues pese a que se transmitía por la radio, al día siguiente y sucesivos periódicos y revistas difundirían muy diversas imágenes del monarca mientras radiaba su discurso; sonidos e imágenes conformaban una comunicación no verbal y simbólica en la que se sustentaba la imagen del rey y de lo que de él esperaban los ciudadanos, como pronto se apreció en la cruenta guerra que comenzó en Europa. Del primer discurso de Navidad del rey Felipe VI hay que resaltar algo muy importante en este tipo de mensaje, su duración. Ocho minutos que contrastan con los de su padre que, si bien es verdad que el primero que pronunció sólo duró cinco minutos, luego se caracterizaron por estar en el entorno de los 15 a 20 minutos, y en ocasiones algo más pero sin superar la media hora nunca. A ello se une el que, si mantuvo la costumbre de las fotos de familia, iniciada por el rey Juan Carlos I en su discurso de 1996, el tono ahora ha sido muy diferente, fotografías mucho más familiares, cercanas y sentimentales y referidas exclusivamente a su esposa e hijas y a sus padres, aunque unas y otras ubicadas en diferente puntos de los dos ámbitos en los que se estableció el rodaje del mensaje navideño, simbolizado por grandes flores de pascua y un Belén casi minimalista, que contrasta con las magníficas y brillantes imágenes, propiedad del Patrimonio Nacional, que se exhibieron en anteriores ocasiones. Personalmente también me llamó la atención el salón escogido, un cuarto de estar familiar más propio de una vivienda particular, que de un palacete real, junto a una ventana y un mobiliario de sabor hogareño. Sin duda, y para quienes deseaban conocer quienes le asesoraron, me atrevo a señalar que en todo ello se aprecia la mano de su esposa la reina Letizia, muy implicada en el trabajo de su marido y buena conocedora de las claves de la comunicación visual. Tampoco se esconde su buen lenguaje gestual, su firme asiento, pese a la sencillez de la silla elegida, el gris del traje y la corbata azul, que contrasta con el morado de sillones y otras telas y objetos decorativos no olvidemos que el Guión Real de Felipe VI ha cambiado el azul borbónico por el rojo carmesí tradicional de las monarquías españolas-, aspectos en los que se denota su postura firme y clara frente a muchas de las inaceptables situaciones que atraviesa hoy la sociedad española y que él denuncia y propone erradicar. En fin, un primer mensaje de Navidad, claro, rotundo y decidido, en el que Felipe VI ya impone un estilo muy necesario y actual, el de proponer que se le entienda no sólo por lo que dice, sino por todos aquellos gestos que rodean su trabajo y su vida cotidiana.