El legado del 3 de julio en Gran Canaria

Cada 3 de julio Gran Canaria conmemora una gesta enormemente significativa en su historia, la de nominada Gesta del Batán con la que se culminaban trece días muy difíciles y dolorosos para la isla y el ataque y ocupación de la capital insular por el almirante holandés Pieter Van der Does pasaba a ser una «victoria vencida», como ya definiera aquellos acontecimientos el gran primer poeta de Canarias Bartolomé Cairasco de Figueroa en uno de sus más célebres poemas. Pero con ello también me surge una pregunta: ¿Por qué conmemorar anualmente esta página trascendente de la historia insular, cuyo fuego sagrado de su memoria conservó siglo tras siglo la sociedad isleña y hoy enaltecen y perpetúan los más directos descendientes de aquellas valerosas fuerzas defensoras, los infantes del Regimiento Canarias Nº 50 el del Batán, asentados en Las Isletas? Recuerdo entonces cómo en 1999, en la Casa de Colón, en la apertura de unas jornadas conmemorativas del 400 aniversario del ataque de Van der Does, celebrado en Gran Canaria con muchos y elocuentes actos gracias al empeño de un grupo de entusiastas y emprendedores grancanarios agrupados luego en el Aula Cívico Miliar Capitán Gobernador Alonso de Alvarado- que no cejó en su empeño hasta lograr involucrar en ello a las instituciones públicas y privadas, así como a una buena parte de la población, el profesor Antonio Rumeu de Armas subrayó ante todos nosotros como aquellos acontecimientos nos dejan una lección que ha sido y será siempre válida en todo momento y circunstancia para los grancanarios, que en 1599 vieron ya como «una resistencia eficaz puede llevar a la victoria incluso cuando se está en minoría, por mucha desventaja que se tenga». Aquellos días entre el 26 de junio y el 8 de julio de 1599 se resaltaba y se fraguaba un espíritu, un carácter, una idiosincrasia, que revelaba la capacidad emprendedora de los grancanarios, adobada de esa imprescindible voluntad de entrega, de sacrificio y hasta de cierto heroísmo que exige toda acción emprendedora. Y es que, en cierta medida, ahora que tanto se habla de las ineludibles posibilidades que ofrece eso que en sectores económicos y políticos se denomina la emprendeduría (aunque lo correcto sería decir emprendimiento», como sostiene la RAE), la historia de Gran Canaria ha sido, en muy diversos y fundamentales momentos de su devenir, una historia de emprendedores, de emprendimiento, sin la que esta isla no hubiera logrado resolver y sobrepasar más que satisfactoriamente momentos de incalculable dificultad y riesgo de todo tipo. Una verdadera lección de futuro que nos dejan estos inolvidables acontecimientos, un capítulo de la historia insular en el que se forja mucho del carácter, las capacidades, los sentimientos y la grandeza del grancanario, una gesta del pasado que contribuye a conformar la capacidad de mirar siempre adelante del isleño. Quizá por ello, por mucho mas, en esa fecha simbólica y mítica del 3 de julio cada año recordamos una hazaña que transformó en buena y sustancial parte lo que sería el devenir de la isla en adelante, al tiempo que nos muestra como la historia de Gran Canaria, dada su condición de enclave en una de las rutas atlánticas más estratégicas, ha sido, en gran medida, la de la historia de su seguridad y su defensa, algo que marcó su desarrollo, la realidad de los acontecimientos a través de los siglos y mucho de la forma de ser de sus habitantes, así como de su urbanismo, su arquitectura, sus tradiciones y su cultura, y diría que incluso el mismo carácter isleño. 415 años de una épica, de unos trágicos y heroicos acontecimientos, de una gesta, de unas vivencias que hoy mantienen muy vivo y presente un legado del que Gran Canaria y los grancanarios deben ser capaces de sacar todo el caudal de provecho que encierra para mirar al futuro y defender su porvenir y su progreso.