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El escudo del Canarias Nº 50

Miércoles, 26 de noviembre 2014, 10:26

La heráldica, ese arte, o ciencia auxiliar de la historia como también ha sido considerada, que tiene como fin describir y explicar los escudos de una ciudad, de una institución o de un linaje, a la vez que interpretar el significado de las figuras, señales o piezas que se incluyen en los mismos, es algo que en la actualidad no está muy de moda, es más, son muy pocas las personas capaces de identificar un escudo heráldico y aprovechar los mensajes que transmite, algo que se contradice con la realidad de una sociedad, de un mundo, que se mueve fundamentalmente por las imágenes, por los signos, por los símbolos de todo tipo, en el que los escudos pueden tener de nuevo un papel esencial, dado que la heráldica, desde sus orígenes más remotos, aparece sustancialmente como un instrumento de comunicación, que poco a poco se diversifica y se articula en un código complejo en el que todos y cada uno de sus elementos se han visto sometidos a un proceso de significación, en un ámbito social determinado de transmisión de información, o sea un orbe cultural específico. Si hay que decir que, herederos directos de todo esto en cierto sentido, son los actuales logotipos e incluso las marcas comerciales, que se han convertido en verdaderos referentes de comunicación en el seno de la sociedad, a la que en buena medida contribuyen a identificar. Tomar un escudo heráldico en nuestras manos, acercarnos a él con cierto detenimiento, entender lo que quieren reflejar todas y cada una de las figuras y señas que lo componen, comprender lo que desean transmitir en su conjunto y esencia es como si abriéramos un capítulo del libro de la historia de una ciudad, de una institución o de un linaje determinado, pero con la diferencia que se trata de una página de historia que tenemos casi constantemente a la vista, al alcance de nuestra vista y de nuestro entendimiento. Y esto aparte de ser útil, es trascendente pues, como ya señalaba el filósofo rumano Mircea Eliade, «el espíritu se vale de las imágenes para aprehender la realidad última de las cosas», por lo que cualquier trabajo o iniciativa relacionada con la heráldica histórica de Gran Canaria debemos valorarla y agradecerla en su justa y relevante medida, pues constituye una puerta mas que se abre no sólo al conocimiento del pasado y del devenir insular, sino a la esencia del ser y sentir de una sociedad a lo largo del tiempo. La historia militar de Gran Canaria, la del devenir de su defensa a través de los últimos cinco siglos, puede hoy concretarse y simbolizarse en una unidad, el Regimiento de Infantería Ligera Canarias Nº 50, convertido en verdadera institución y símbolo histórico para la isla, a través del que conocemos y entendemos como la asunción de conceptos como «seguridad» y «defensa» por el conjunto de una sociedad determinada, en este caso la grancanaria, trae consigo incluso un cambio en su idiosincrasia, en sus tradiciones y costumbres, en su urbanismo y en elementos de su arquitectura, en sus propios fueros y disposiciones, pues como señalaba Rumeu de Armas al hablar de la historia de la defensa de estas islas, se trata de la de «un pueblo siempre en alerta, puestos sus músculos en tensión», por lo que nunca he creído equivocarme cuando he resaltado como introducirnos en la historia militar de Gran Canaria es hacerlo en uno de los capítulos más elocuentes, señeros y aleccionadores de la historiografía insular, y con ello comprender lo que hoy representa el RIL Canarias Nº 50, heredero directo de las primeras milicias isleñas y de todas unidades en las que se articuló la defensa de la isla a través de los siglos, de los hechos de armas preclaros, de los acontecimientos señeros y de las personalidades inolvidables que la protagonizaron, pues como dispone el propio Instituto de Historia y Cultura Militar «los cambios de nombre y de organización no significan ruptura», es más «cuando una unidad es disuelta su historia y escudo de armas no se pierden sino que, cuando la unidad se restaura al cabo del tiempo, esas distinciones son asumidas como propias» Por todo ello, y convencido que, como propone el propio Eliade, «antes de hacer historia de algo, importa comprender perfectamente ese algo en sí mismo y por sí mismo», debemos valorar y felicitar los trabajos que por el RIL Canarias Nº 50 y el Instituto de Historia Militar, con la colaboración de historiadores locales, se ha hecho para definir y completar el escudo heráldico del Canarias Nº 50 que acaba de ser aprobado definitivamente, que a través de las piezas y figuras heráldicas históricas y las de reciente incorporación compone y transmite no sólo un capítulo importante y trascendente de la historia de Gran Canaria, sino la esencia de los sentires y disposiciones de los grancanarios a través de los siglos en eventos que fueron de elocuente significación para su isla y su futuro. Este escudo, que al igual que los propios de la isla y de la capital insular, recoge la tradición de una ciudad bien fortificada y sus simbólicas palmas y canes, o los sables cruzados que representan las principales batallas que determinaron el devenir de la isla a lo largo de los siglos XV y XVI, y que mostraron, según resaltó con versos Cairasco de Figueroa, como «será Canaria militar princesa, por ser su gente fuerte y animosa y presta a acudir al alta empresa», también certifica ahora un lema propio y de honda significación para los insulares como El del Batán, en el que se resalta como el Regimiento ha guardado y resalta hoy la memoria de un hecho de armas tan sustancial como aquella batalla en El Monte Lentiscal cuando el ataque de Van der Does en 1599, o condecoraciones tan significativas para la isla y sus hijos como La Cruz de Chiclana concedida a la Granadera Canaria por su participación decidida en tan importante acción de la Guerra de Independencia, al tiempo que incorpora permanentemente los nombres históricos de campañas, batallas y hechos de armas diversos en Flandes, Francia, África, ó contra los Ingleses, donde Gran Canaria estuvo presente en las unidades que han configurado la historia de este glorioso Regimiento que aún hoy sigue haciendo historia para sí y para la isla en acciones de tanta repercusión como los Balcanes o Afganistán, que ya le han valido destacados reconocimientos, con los que también contribuyen de forma elocuente a la historia y la gloria de Gran Canaria, ahora todo ello plasmado correctamente en un escudo que es el de la unidad, pero que de alguna manera es también de todos los grancanarios que se enorgullecen de la historia isleña que se concentra y se transmite desde esta renovada y actualizada representación heráldica del RIL Canarias Nº 50.

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