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El desbocado agente 6.154 de Mogán

Lunes, 15 de abril 2013, 17:19

Francisco Artiles Suárez es más conocido en Mogán como Harry el Sucio, apodo que se ha debido ganar a pulso. El agente de la Policía Local del municipio turístico acumula cuatro imputaciones en distintos juzgados, cuatro denuncias en trámite, ha sido condenado en tres ocasiones y el Ayuntamiento le ha abierto catorce expedientes disciplinarios por coacciones, lesiones, injurias y vejaciones.

A pesar de su largo historial ninguna de las condenas judiciales lo ha inhabilitado y ningún expediente sancionador ha logrado rebajar la tensión entre sus mandos jerárquicos y políticos a los que desafía con mensajes directos o amenazas veladas a través del móvil y notas en los tablones de anuncios. Sus compañeros tampoco escapan a su desbocada actitud violenta y algunos han temido perder su vida cuando se han visto encañonados con el arma reglamentaria del agente 6154.

Después de su último altercado, apuntar con su arma reglamentaria a dos compañeros del cuerpo, se le ha retirado el arma y está destinado al control del tráfico en Arguineguín, pero ni en las peores circunstancias laborales deja de enviar mensajes con amenazas veladas a sus superiores o prestarse a ser testigo de causas contra sus compañeros, como ha ocurrido con el asunto de la supuesta agresión de otro agente a un inmigrante en un supermercado de la zona.

Las denuncias de ciudadanos se amontonan en los despachos del secretario general del Ayuntamiento de Mogán y en los juzgados. Hay de todo. Multas que impone, cobra y no declara a sus superiores, gestiones y permisos que expide y cobra a empresarios del ocio para abrir terrazas, amenazas de muerte a sus compañeros, intimidaciones a sus superiores, burlas y vejaciones a extranjeros a los que impone su autoridad y hasta prestarse a un abogado para realizar un desahucio ilegal en un subarriendo.

La fama del agente no ha pasado desapercibido para la Fiscalía Provincial de Las Palmas, que remitió a la Alcaldía de Mogán un escrito en el que contabilizaba ocho denuncias en trámite y tres condenas judiciales por falta de vejaciones, injurias y lesiones, por el que fue condenado a 14 meses de prisión. Ninguna de las condenas lo inhabilita y el fiscal le pide al Ayuntamiento que tome medidas disciplinarias ante el «largo historial de antecedentes» de hechos punibles. El agente desborda a sus superiores y a pesar de los numerosos expedientes disciplinarios abiertos, pocos han llegado a sancionarlo ni amilana su posición. Todo lo contrario. Envalentonado, reta a las autoridades locales y se defiende con nuevas amenazas intimidatorias.

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