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El bloqueo de la ayuda alimentaria, un arma más para el conflicto

El bloqueo de la ayuda alimentaria, un arma más para el conflicto

EFE

Jueves, 1 de enero 1970

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El bloqueo de la ayuda alimentaria se repite cada vez más en los países en conflicto y pone de relieve que las negociaciones también son claves para asegurar la asistencia humanitaria a la población civil afectada. En Siria, donde 5,5 millones de personas viven en zonas de difícil acceso, tras el cese de hostilidades del pasado 27 de febrero las organizaciones humanitarias han podido entregar algo de ayuda temporal en las 18 zonas sitiadas en las que, según la ONU, permanecen casi 600.000 sirios. El director de Emergencias del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, Stefano Porretti, explica a Efe que "en Siria en cierto momento todo el mundo político decidió que había llegado el momento de encontrar una solución para esos objetivos humanitarios y el diálogo político de ahora está ayudando a ganar ese acceso". No obstante, persisten, dice, los problemas burocráticos para llegar a esa población asediada, que sigue necesitando asistencia de forma regular y sostenida. Después de que los opositores sirios se llegaran a retirar de las conversaciones de paz acusando al régimen de obstaculizar la entrega de ayuda humanitaria, Porretti insiste en que "la ayuda no es un punto de partida para las negociaciones" y que el PMA opera "en función de las necesidades de las personas, sin importar dónde estén". Fuentes del Comité Internacional de la Cruz Roja exigen que se respete su neutralidad y alertan sobre el riesgo de politizar la ayuda humanitaria en un contexto en el que ciertos Estados la están usando en vez de buscar una solución política al conflicto. "Cuando esta politización supone negociar el paso seguro de un convoy humanitario durante tres semanas cuando antes se tardaba tres días, los que sufren son las personas que desesperadamente están esperando que llegue", apuntan. El corte de suministros de alimentos no es único de Siria, sino que se repite en el Yemen, Sudán del Sur, Afganistán, Somalia, la República Democrática del Congo y otros tantos países en conflicto. "Entender las reglas dentro del país es un proceso de aprendizaje con vistas a implementar las mejores modalidades. El PMA actúa a petición del Gobierno, no puede cooperar si no tiene su permiso o una solicitud del secretario general de la ONU", apunta Porretti. A la falta de seguridad se suman las dificultades físicas y de logística. Las condiciones sobre el terreno dictaminan la forma más efectiva para entregar la mercancía, preferiblemente por carretera, según el funcionario. Para evitar el desvío de la ayuda lanzada desde los aviones -que siempre es la última opción por sus limitaciones y coste- cuentan con trabajadores y socios en los sitios, agrega. Intentan así que los alimentos no caigan en las manos equivocadas. Y es que en muchas ocasiones las distintas facciones han empleado de forma deliberada el hambre para vaciar áreas donde se concentraban sus adversarios o han favorecido con alimentos a grupos afines en detrimento de otros. Para el coordinador de política humanitaria de la ONG Care International, Gareth Price-Jones, el acceso a la población actualmente está siendo "más difícil por una combinación de razones", entre ellas los mayores requisitos burocráticos -"los gobiernos cada vez piden más autorizaciones previas para operar"- y la inseguridad. "Hay mucho menos respeto hacia los trabajadores humanitarios. Somos objetivo de ataques en países como Siria o Afganistán, por lo que nos resulta mucho más duro entrar en zonas de guerra", apunta Price-Jones. En aquellos lugares donde se bloquea el acceso a alimentos como táctica militar -calificado como "crimen de guerra" por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon-, la población difícilmente puede acceder a ellos, si no es pagando un altísimo precio en unos mercados reducidos al mínimo. Cuando se logra el reparto, Porretti destaca la importancia de identificar a los beneficiarios antes, durante y después del envío, trabajar con los socios y estar en contacto directo con la población para comprobar que se realiza correctamente. "Desafortunadamente estamos viendo que cada vez más este tipo de emergencias complejas son comunes y ya no son la excepción", sostiene el responsable. Según Naciones Unidas, más de cien millones de personas necesitan asistencia humanitaria en el mundo, más que en ningún otro momento desde la Segunda Guerra Mundial, debido a los conflictos y desastres naturales. A diferencia de los desastres, cuyos efectos de alguna forma se pueden anticipar y mitigar, el nivel de destrucción puede ser mayor en los conflictos de naturaleza prolongada, donde "se está dando gran cantidad de ayuda para salvar vidas, pero eso es solo un parche mientras la política no haga su parte", afirma Porretti.

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