Desierto negro
Llegó el piche a las costas de las Islas y lo hizo mucho antes de que las plataformas empiecen a sacar petróleo en aguas cercanas a Fuerteventura. Por más que le dé vueltas a la cabeza, no se me ocurre ningún adjetivo calificativo que exprese correctamente lo que pienso sobre la persona que, a bordo de un barco, dio orden de tirar toneladas de hidrocarburos al mar y encima tan cerca de la costa.
Son personas de mente retorcida, degenerada, que no tienen ningún tipo de respeto por el medio en el que vivimos y que están muy poco acostumbrados a utilizar las pocas neuronas que aún conservan. A ellos, los marineros que utilizan el océano como su vertedero particular, los colocaría en el mismo escalafón de los pirómanos que carbonizan nuestros montes o los empresarios desaprensivos que alzan chimeneas sin ton ni son en sus industrias para contaminar el aire que luego respiran. En este caso sólo ha sido un pequeño derrame, según fuentes oficiales, pero que nos da a entender lo que supondría un vertido de mayor calado para nuestro litoral.
Comentaba el catedrático Santiago Hernández algo que suscribo por completo: «Es sangrante que Canarias no esté preparada para combatir la contaminación por hidrocarburos». Hablamos de un archipiélago que siempre ha sido zona de paso de petroleros y que ahora, con unas prospecciones que están a a vuelta de la esquina, el peligro de contaminación se multiplica por mil. Y ya no es que España permita o no que se pinche en sus fondos para extraer petróleo, es que Marruecos sí no va a hacer, por lo que el riesgo es exactamente el mismo.
Algo que sí quedó patente tras esta tragedia en la costa de Agüimes es que el pueblo no entiende de colores políticos ni de intereses económicos. El alcalde Antonio Morales puede estar orgulloso de sus vecinos que no dudaron ni un momento a la hora de ponerse el mono de trabajo y tirarse a los mariscos para limpiarlos ese desierto negro. La mayoría de ellos eran miembros de los clubs de buceo de la zona o submarinistas particulares, los mismos que han visto como se limitan las horas para poder disfrutar de los fondos de Risco Verde y el Zoco Negro tras una decisión adoptada por el Ayuntamiento del sureste. Limitar el disfrute de la naturaleza a los que realmente la aman, cuidan y valoran es como el que tira piedras contra su propio tejado. Los que se han dejado la piel limpiando la costa no merecen esta ordenanza.