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Del Director. Entre Sarkozy y la señora de los acentos

Francia queda en manos de un señor con pinta de francés. No es Sarkozy, que con tanto empuje y tantas ansias por ser presidente parece más latino que otra cosa, y tampoco es Ségolène Royal, la candidata de los dos acentos que es resultado de mezclar -literariamente hablando, que nadie piense mal- a José Luis Rodríguez Zapatero con la consejera del Cabildo grancanario María del Carmen Godoy. Quien en realidad tiene cogido por el mango la sartén del Elíseo es François Bayrou, el candidato supuestamente centrista que, pese a no pasar a la segunda vuelta, atesora siete millones de votos que pueden desequilibrar la balanza del lado conservador o del socialista.

Lunes, 23 de abril 2007, 09:59

Y él, como hombre inteligente que es, se guardó el secreto más deseado para otro día, quizás para pensárselo o quizás para poner sus condiciones antes de aconsejar a sus partidarios a quién respaldar en la segunda vuelta de las presidenciales -que nadie olvide que Royal ha sugerido nombrar a un primer ministro de otro partido si era presidente por escaso margen-. Con todo, lo más positivo de las elecciones francesas es: a) la alta, altísima, participación, con lo que se rompe el mito de algunos sociólogos y politólogos según los cuales sólo acude a votar en masa la gente cuando se trata de regímenes con poca tradición democrática. Así, de paso, los galos le enseñan a Occidente que la política sigue despertando el interés de los ciudadanos. b) en Francia se ha debatido en torno a ideas, a modelos de Estado, a planteamientos respecto a la Unión Europea, a cómo integrar a los millones de inmigrantes... en fin, que ha sido una campaña con contenidos, sin exabruptos y con los aspirantes batiéndose el cobre en buena lid para arañar hasta el último voto. Y c) la ultraderecha que simboliza Le Pen puede estar asistiendo a un fin de ciclo que coincide, por otra parte, con el agotamiento vital de su líder natural. Francia se sitúa con esos ingredientes en el centro del debate político europeo. El 6 de mayo, la segunda vuelta marcará un antes y un después en el Elíseo tras la etapa no especialmente brillante de Jacques Chirac. Pero sobre todo puede ser el revulsivo para una Unión Europea que se muere de aburrimiento. Tanto si vence como Sarkozy como si lo hace Royal, el nuevo presidente está cortado por el patrón de las ganas de dejar huella, que es cosa de agradecer en los políticos cuando tienen cabeza -y ése parece ser el caso de ambos-. En cuanto a España, habrá que ver cómo se porta nuestro vecino del norte si al final Chirac es sustituido por el aspirante de la derecha. José Luis Rodríguez Zapatero hizo campaña en apoyo de Royal con tanto ardor que quizás eso puede pasarle factura al país que preside. Para próximas ocasiones, no estaría de más que los gobernantes se planteasen la conveniencia de no actuar como jefe de filas de sus respectivos partidos. Por el bien todos, mayormente.

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