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De viaje con Pepe Dámaso

De viaje con Pepe Dámaso

Jueves, 1 de enero 1970

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Resulta difícil negarse a la propuesta. Un viaje vitalista, también melancólico, entrañable, cargado de sorpresas y revelaciones, de la mano del artista grancanario Pepe Dámaso. Así se desarrolla el documental que rueda sobre este poliédrico creador, natural de Agaete, el cineasta valenciano Sigfrid Monleón junto al productor Andrés Santana, natural de Las Lagunetas (San Mateo).

«El espectador verá a Pepe [Dámaso] en acción. Se trata de un viaje que se desarrolla ahora. Él dice que es su viaje testamentario, pero será vital, pegado a la vida», avanza Sigfrid Monleón sobre este filme.

Hace hincapié en que «será fundamental la dimensión del presente» durante la película. «El viaje de ahora, que proponemos, se lleva a cabo tras una larga enfermedad, que le ha tenido entre la vida y la muerte. Durante este recorrido se reencontrará con el paisaje y con sus amigos. No se trata de un documental de entrevistas. Es un filme de acción, en el que Pepe, con 83 años, emprende el viaje que le queda por hacer», asegura.

Reconoce que durante el documental se mirará, evidentemente, hacia atrás. «Tiene más vida atrás que la que le queda por delante, pero esto no implica que busquemos ni la lágrima fácil ni la nostalgia. La melancolía sí que estará presente, porque Pepe es un poeta, es parte de su acerbo, pero llegaremos a ésta desde su tropicalismo», explica el cineasta valenciano.

Sigfrid Monleón avanza que durante ese viaje contemporáneo, el artista grancanario descubrirá al espectador aspectos desconocidos de su propia existencia. «Se ha propuesto quitarse las máscaras. Dialoga con éstas hasta que se van cayendo. Intuimos lo que se esconde detrás, pero siempre resulta difícil de descubrir. Eso no quita que siempre quede un cierto misterio en torno a su figura. Es parte de él, pero también es cierto que se ha embarcado en este proyecto con una voluntad de desnudez final. Tiene necesidad de desnudarse», apunta.

Los reencuentros protagonizan otro apartado esencial dentro de esta película. «Su reencuentro con la gente de Agaete será determinante. El filme, en este sentido, tiene cierta vocación antropológica. Agaete, no lo olvidemos, es su verdadero ecosistema y una parte clave de todo su universo, creativo y personal. También, durante ese viaje hacia adelante, iremos con él a ver una obra suya que ha aparecido en la capilla de la playa de Arinaga y se reencontrará con Elvireta Escobio, la viuda de Manolo Millares, en el Zenobio», desvela el autor de los documentales Hay motivo (2005) y El último truco (2008), por los que ha sido nominado al premio Goya que otorga la Academia de Cine.

El rodaje de este documental se desarrolla por tramos. La enfermedad de Dámaso, ha marcado su desarrollo. Con el artista ya filmaron algunos planos durante su estancia hospitalaria. Sin su presencia, en algunos enclaves de la isla y, sobre todo, en Agaete, durante la celebración de la fiesta de La Rama. Precisamente, el pasado 5 de agosto, cuando se celebraba la festividad de Las Nieves, tan significativa en el pueblo natal del artista, éste recibió el alta médica.

«El rodaje lo llevamos a cabo en distintas tantas. Nuestra intención es que cuando Pepe ya esté plenamente recuperado y fuerte, a partir del 15 de septiembre, más o menos, retomemos el rodaje con su presencia, con sus afines y amigos. Con todo ese mundo suyo tan particular y apasionante. Iremos mucho por el noroeste de Gran Canaria, por Agaete, claro, por el Valle, por Gáldar, por Guayedra... también por otras islas. Lanzarote, por supuesto, ya que allí está el recuerdo de su gran amigo César Manrique. También filmaremos en Fuerteventura, en Tenerife, con el recuerdo de los Westerdahl. Confiamos en acabar en octubre», dice Monleón.

Mientras el rodaje avanza, se cerrarán muchos aspectos que aún están en aire, reconoce el cineasta levantino. Monleón y su equipo tienen un plan inicial perfectamente diseñado, pero son conscientes de que el día a día les deparará muchas sorpresas y generará cambios. «Tengo un guion, pero el documental es una puerta abierta a la realidad. No lo puedes llevar todo escrito. No puedes ir con un guion de hierro. El cineasta está obligado a buscar y a encontrar», asegura.

Un punto significativo, pero no vital desde el punto de vista de Sigfrid Monleón, que aún no está definido en este proyecto es el título del documental. «No es una cuestión sencilla. Acabamos de empezar a rodar, aunque llevamos más de un año trabajando en el proyecto. La película la hacemos para aprender y descubrir, la entendemos como si se tratara de un vehículo de conocimiento. Hoy por hoy, no nos ha dicho el título. Eso ocurre a veces. En este caso, con mayor razón. Se trata de una película en el que muchas cosas tienen que ser desveladas. Se contarán algunas cosas en público por primera vez, mientras se hace la película. Llegará el momento, puede que cuando menos lo esperemos, en el que la propia película nos diga cuál es el título idóneo», explica.

Durante esta aventura creativa, cuenta con el sustento del productor Andrés Santana. «Es el mejor productor con el que he trabajado. Es la tercera película que rodamos juntos -las anteriores fueron Ciudadano Negrín, que firmaba junto a Imanol Uribe y Carlos Álvarez, y El último truco-. Le gusta el trabajo de campo, donde realiza las facetas de ayudante de campo. Ya no quedan productores independientes como él», comenta henchido de admiración.

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