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«De limpiar las canchas he pasado a ser director general», señalaba orgulloso Himar Ojeda Pérez (Santa Brígida, 1972) en una de sus entrevistas donde siempre ha defendido la que considera «su casa» desde que llegó en el año 95, y donde nunca dudó, en sus 17 años, en pasar la mopa donde hiciera falta.
Ojeda comienza su carrera de entrenador en el Santa Brígida, y llega al CB Gran Canaria con la fusión entre el Salesianos y el Claret para entrenar al equipo junior. Solo cuatro años después (en el 99) asciende al club como ayudante de Manolo Hussein.
Berdi Pérez -director deportivo por entonces- le había ofrecido la oportunidad de debutar en la ACB, donde se mantiene hasta el 2007, y es precisamente la marcha de Pérez al Unicaja lo que lo lleva a la dirección técnica.
Criticado desde el mismo momento en que toma posesión, bajo su mandato técnico llegan hombres de la calidad de English, Augustine, Caner-Medley, Wallace, Carroll, o el propio Pedro Martínez, entre otros, que hacen callar a quienes no apostaron por su capacidad de gestión (es Licenciado en Ciencias de la Actividad Física del Deportes y Máster en Dirección y Administración Deportiva).
Con Agustín Medina en la presidencia estampa en 2010 un contrato que le uniría al club claretiano hasta 2014 como director general. «Es una persona muy cercana, que se preocupaba por su trabajo, y si tenía que subirse a una escalera a poner la red, lo hacía», dicen quiénes convivían codo con codo junto a Ojeda a pie de cancha. Los mismos que hoy no se explican su marcha.
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