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Cristina Falcón
Martes, 27 de agosto 2013, 12:40
La ruta Quetzal cumple 28 años desde su primera edición en 1979. A cargo de Miguel de la Cuadra, cada año se seleccionan mediante un riguroso proceso de a cientos de adolescentes con edades comprendidas entre los 16 y 17 años para participar en esta trepidante aventura.
La ruta es un viaje donde se mezclan aventura y cultura para compartir y vivir experiencias nuevas y diferentes, a fin de ampliar conocimientos y fomentar el espíritu de cooperación para crear una sociedad con nuevos valores donde no primen la riqueza o la pobreza Este año la expedición ha reunido a 225 jóvenes de 53 países diferentes que han disfrutado de una experiencia inolvidable de 36 días donde recorrieron la selva del Darién en Panamá, España, Francia y Bélgica.
Entre ellas una majorera de 16 años, Gara Torres Lillo, quien participo en esta aventura el pasado mes de junio. La ruta, llamada De la selva del Darién a la Europa de Carlos V, la gran aventura del descubrimiento del mar del sur, conmemorará el Quinto Centenario del Descubrimiento del Pacífico realizado por Vasco Núñez de Balboa en 1513. Gara ha sido la primera majorera que ha participado en la ruta Quetzal, donde se ha impregnado del saber de otras culturas, y que le ha servido para conocerse más a sí misma. «Es una experiencia que mezcla sentimientos de alegría y tristeza y donde los sentimientos están a flor de piel», explica Gara.
Para ella el mejor y el peor momento fue el mismo, el que vivió en la selva de Darién, donde vivió siete intensos días en el poblado de la tribu wounaan. «Vivían en condiciones muy pobres, con poca agua, poca comida, y habían muchos mosquitos, pero también fue el mejor momento», explica. Gara recuerda con especial cariño «ese sentimiento de unión y cooperación» y toda la gente que conoció con la que compartió multitud de experiencias, los amigos de muchos países con los que siempre contará.
«No hay palabras para definir lo que ha significado esta experiencia, ha sido un sueño que aún estoy procesando. He cumplido el sueño que tenía de niña», explicó Gara. La ruta era seguida por familiares y miles de internautas en internet donde los aventureros exponían sus vivencias a diario. «Muchos piensan que la ruta acaba cuando acaba el viaje, pero no es cierto, es solo la preparación de lo que vendrá después», añadió. El proyecto ayuda a fomentar la diversidad cultural entre los jóvenes, para que conozcan no solo su propia identidad sino la del resto del mundo.
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