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Colette y Jean Claude Rabaté: "Unamuno encontró su inspiración de poeta en Fuerteventura"

Colette y Jean Claude Rabaté: "Unamuno encontró su inspiración de poeta en Fuerteventura"

Jueves, 1 de enero 1970

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¿Dónde están más arraigada la figura y la obra de Unamuno de entre los cuatro lugares donde vivió: Bilbao, Salamanca, Fuerteventura por los escasos meses de confinamiento en 1924 o París? El impacto de una estancia no depende del número de días que una persona se queda en cada lugar. Cada ciudad desempeña un papel relevante en la vida de Unamuno. Bilbao y Salamanca porque tal vez fueron los de su niñez, vida y muerte. Fuerteventura, porque aquí descubrió la mar, en femenino como en Rafael Alberti y como refugio, como vuelta a la niñez. Por París sentía a la vez fascinación y rechazo porque nunca le gustaron las ciudades grandes. Pero sí, cada lugar es un paisaje distinto que influyó en su obra.

Como biógrafos del escritor, ¿cómo creen que le influyó su estancia en Fuerteventura? En base a la correspondencia que hemos publicado, para Unamuno supuso un cambio total. Al mismo tiempo está alejado de su familia, también goza de la vida, del sol y del mar, hasta cuenta el mismo que tomaba el sol desnudo. Todo esto hace que Fuerteventura se convierta en una experiencia fundamental en su vida. Además, congenia muy bien con algunos vecinos, particularmente Ramón Castañeyra que pone su biblioteca a su alcance. De hecho, durante las primeras semanas parece olvidar que está confinado, aunque luego vuelven las preocupaciones políticas contra Primo de Rivera y el rey. Sabemos que cuando vuelve a España en 1930 el primer telegrama que manda, al mismo tiempo que a su esposa, es a Castañeyra. También aquí fue el momento en que empezó a hacer de la poesía una escritura cotidiana y casi vital, donde encontró su inspiración de poeta. Los sonetos los escribía cada día, con un pequeño comentario. La poesía llegó a ser una necesidad vital, una especie de diario íntimo.

¿La Fuerteventura que ustedes visitan por primera vez se corresponde con la transmitida por la obra de Unamuno, salvando la distancia de los años y del desarrollo económico? Sí, corresponde bien la realidad de la isla con la imagen que nos hacíamos a través de los textos de Unamuno.

En París, ustedes han diseñado una ruta unamuniana por los cafés, plazas y calles que transitó el escritor vasco. ¿Es posible trazar algo similar en Fuerteventura y qué lugares resulta imprescindible incluir? Por lo que sabemos a través de sus cartas enviadas desde el entonces Puerto Cabras de 1924, Unamuno no hizo muchas excursiones. Solo dos o tres. Hay una postal que envió a su esposa en Salamanca donde aparece retratado en un palmeral de Pájara. También fue a Betancuria y la montaña Quemada. Se podría hacer una ruta del escritor por la isla, pero limitada a estos pocos pueblos. Dentro de Puerto del Rosario, que entonces tenía pocos habitantes y además Unamuno era un hombre de costumbres, se incluiría su hotel y la tertulia a la que asistía en la casa de Castañeyra. La ruta se ha hecho también en Salamanca y Bilbao, aparte de París.

En la biografía sobre Unamuno publicada por ambos, se supedita su obra literaria frente a estas cartas, los artículos periodísticos y otros escritos más autobiográficos. Dijimos en la introducción de nuestro libro que había tantos estudios sobre su obra literaria que el nuestro iba a ser la biografía de Unamuno en sus palabras. Por eso, le dejamos lo más posible la palabra. Nos interesaba conocer la génesis de sus obras a través de sus cartas y otros escritos. Unamuno no era un hombre tan seguro de sí mismo porque cuando escribía algo pedía la opinión de sus amigos, lo que muestra otro aspecto de la creación literaria. También quisimos poner de relieve la dimensión poética de Unamuno, olvidada durante 40 años de franquismo, que había privilegiado la dimensión de un hombre torturado por el sentimiento de la vida. Era el mismo el que escribía por la mañana este tipo de obras y por la tarde salía al campo de Salamanca a hablar con los campesinos y animar a que se rebelen contra las injusticias. Es el único intelectual español al que aún no se le ha publicado su obra completa. Unamuno es el modelo de intelectual del siglo XIX y de primeros años del siglo XX, y es casi único en la mezcla de su obra poética y literaria con la intervención en la vida política del país. También fue un gran pacifista que estuvo en contra de la guerra de Cuba y de Marruecos, hasta tal punto que escribió una oda sobre el líder independista del Rif, Abd-el-Krim, y que frente a Cánovas del Castillo apoyaba la independencia de Cuba.

Sobre el amor epistolar no correspondido de Delfina Molina y el entierro falangista del escritor. Estos hispanistas franceses parten de que Unamuno era un «hombre ingenuo» cuando se les nombre a Delfina Molina, la enamorada argentina del escritor que viajó hasta Fuerteventura para visitarle. «Ella le mandó desde su país una carta porque quería hacer una tesis sobre su obra, ante lo que se sintió halagado y entonces le contestó. El solo le escribió dos cartas, pero ella se enamoro de él poco a poco en una suerte de amor epistolar que no fue correspondido. Por parte de él no hubo nada. Hasta le siguió a París y lo sabemos por Fernando, el hijo mayor de Unamuno. En todos los casos, el escritor siempre la rechazó hasta cuando ella trató de mandarle dinero por sus problemas económicos». Estos biógrafos han leído las cartas de Delfina, pero no las dos que don Miguel le remitió, aunque planean ir a Argentina a buscarlas, aún sabiendo ambos que Unamuno escribió un ajuste de cuentas en uno de sus escritos de Hendaya donde zanja «esta mujer, qué se ha creído, que iba a preferirla a mi Concha».

Respecto a la polémica del entierro de Unamuno en Salamanca, cuyo féretro portaron los falangistas, y a los bandazos políticos del escritor, Colette y Jean Claude confirman que «es de verdad un entierro falangista porque estamos en Salamanca, casa cuartel de Franco, pero es un tema complicado porque don Miguel fue un antimilitarista de toda la vida y por eso no entendemos muy bien por qué, en julio de 1936, manifiesta su adhesión aunque luego el mismo dice que fue cándido de dar su preferencia por los nacionalistas, lo que ocurre es que eran momentos de incertidumbre donde ondeaba la bandera republicana al mismo tiempo que la española y Unamuno creía que se trataba de un pronunciamiento liberal».

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