Camp Nou: derrota y algo más...
En pleno debate por su renovación, Quique Setién sorprendió, para mal, a la dirigencia de la UD con el planteamiento y posterior razonamiento de lo acontecido en el Camp Nou, escenario de la derrota más contundente (5-0) desde que llegó al club, en octubre de 2015.
Más que perder ante el Barça, desenlace que se entiende como previsible, en la entidad escocieron la imagen exhibida y el halo de resignación mostrado por el entrenador, con declaraciones previas impregnadas de un forofismo poco habitual en él («igual me subo a la grada a verle jugar -en referencia a Messi-», dijo a La Sexta cuando le cuestionaron por lo que planeaba para este encuentro), su tan cacareada tardanza en realizar los cambios («aunque pareciera mentira, al descanso, con 1-0, había todavía partido y no varió nada ni trató de hacerlo, posponiendo las dos sustituciones que quedaban a cuando ya todo estaba sentenciado», razonan fuentes de la UD) o la gestión equivocada del grupo que sí admitió en la comparecencia posterior, al confesar que sus jugadores pudieron salir «crecidos» a un escenario en el que cada error penaliza el doble por la categoría del anfitrión. Al fondo de la sala de prensa, de pie, y con gesto serio, Patricio Viñayo, director general del club, siguió con atención las palabras de Setién en las que tampoco abundó demasiado la autocrítica.
Cuestiones relativas a la mentalidad, la ambición competitiva y la concentración salen a flote a la luz de errores defensivos flagrantes, un comportamiento sin balón absolutamente dócil y la incapacidad manifiesta de, al menos, incomodar a un contrario «que, por momentos, jugó andando». Sin discutir las diferencias abismales que separan la plantilla del Barça con la de la UD, sí se recuerda que en los precedentes inmediatos no se dio un rendimiento tan decepcionante (derrota por 2-1 en ambos casos) y, además, se incide en que desde el primer minuto fue reinante la percepción de que el equipo decidió renunciar a su principios, dejándose la valentía en la caseta y optando por un repliegue suicida.
«Perdimos sin ser nosotros, que es lo peor de todo», lamentan las mismas voces autorizadas, que confían en que el derrumbe vivido en Can Barça se quede en hecho aislado. «Fue una lástima no continuar con la fuerza que dio ganar al Sporting y, después, remontar frente al Atlético en el Calderón. Si había una oportunidad de hacer algo grande en el Camp Nou era el sábado y se esfumó de la manera menos justificable», añaden.
Ahora que la UD se había granjeado una fama exclusiva y la admiración general a su modelo, poniendo, incluso, a varios canteranos en la pasarela de futuribles para la selección española, el impacto de esta derrota, con decepción total como condimento, se ha digerido con perplejidad en las oficinas del Gran Canaria. Se esperaba una cosa bien diferente a la que se pudo ver y, por encima del resultado, pocos entendieron la puesta en escena y desarrollo de los acontecimientos más allá del indudable arsenal del Barça.
Los números siguen avalando a Setién. Permanencia encarrilada y buenos guarismos sostenidos. Y salvo decepciones episódicas, un tono general admirable. Nada ha cambiado en el propósito del club en renovarlo. Tampoco en la duración de la oferta (un año, pese a la petición de tres realizada por el entrenador). Pero capítulos como el del Nou Camp tensan un poco más una cuerda que amenaza con romperse. Y es que la ampliación del vínculo de Setién se planteó como una negociación menos problemática de lo que está siendo. Tampoco ha gustado que haya hecho públicas algunas de sus peticiones, como la de una renovación larga sabiendo que no es política de la UD extender contratos de tanta duración. Está reciente el ejemplo de Paco Herrera, que ascendió a Primera al equipo tras más de una década fuera del mapa de la máxima categoría y únicamente prorrogó su relación laboral por un curso.
Por si fuera poco, insisten en que el preparador cántabro no puede pretender poder de decisión más allá de su estricta responsabilidad como gestor de grupo. Esto es, consultas sobre fichajes y otras cuestiones estratégicas. Setién ha insistido en que su identificación con el proyecto ha de trascender a la banda, algo que no encaja con las líneas argumentales y jerárquicas ya establecidas y en la que no se negocian los roles.
En suma, con las gestiones paradas para garantizar un futuro de Quique Setién en el banquillo de la UD y el patinazo grosero en Barcelona, se abren días de interés por ver los estímulos que exteriorizan una y otra parte. Porque el mes en curso, enero, ha sido señalado como el periodo fundamental para finiquitar si hay vida conjunta más allá de junio.