Cabildo de Gran Canaria, ¿la mejor solución?
Entiendo que quien preside una institución haga todo lo posible por darle a esta estabilidad y que no esté sometida a continuos e indeseables vaivenes. Y, en el caso del Cabildo Insular de Gran Canaria, es lógico que su máximo responsable, Antonio Morales, trate de cerrar lo mejor posible una crisis que uno de sus aliados, Podemos, abrió prácticamente desde el minuto uno de composición del tripartito. Generando desde entonces numerosos titulares mediáticos en torno a la persistente bronca entre los sectores internos de la organización morada en las Islas. Supongo que Morales está desde hace tiempo hasta las narices de que desde fuera de la institución Meri Pita y su equipo traten de marcar el devenir del Cabildo grancanario. Y que, tras casi dos años de desavenencias, acusaciones variopintas e impresentables broncas entre las facciones de Podemos, terminó por llenársele la cachimba de tanta pelea cainita, ajena a la institución pero que terminaba, inevitablemente, repercutiendo en ella. Al menos, en su imagen externa. Da la impresión de que el sector oficialista de Podemos, el que arrasó en Vistalegre 2, el que manda, y mucho, en Canarias, nunca simpatizó con el pacto progresista del Cabildo de Gran Canaria. Probablemente porque en él no estaban los suyos; o mejor, porque en él solo estaban, con suerte, dos de los suyos. Y ha desarrollado una intensa y prolongada campaña, con frecuencia exagerada e injusta, contra los consejeros no afines, Juan Manuel Brito y María Jesús Nebot. La actitud mostrada en esta y en otras ocasiones, en el ámbito local y en el estatal, por distintos dirigentes de la formación morada, pone en cuestión las proclamadas bases de una presunta nueva política y dificulta, sin duda, los entendimientos futuros entre las organizaciones progresistas. Para disfrute de los sectores más conservadores, por supuesto. No es, ni mucho menos, un problema exclusivo de Canarias.
purgas. Al final, Brito, acertadamente a mi juicio, se apartó tras ser expulsado, al margen de las muchas dudas que surgen ante el sumarísimo proceso que recuerda bastante a las purgas del PCE de Carrillo, aquellas que acabaron, entre otros muchos, con Jorge Semprún o Fernando Claudín. El partido se fortalece depurándose, ya se sabe. Y entonces, tras su salida, se abrió el melón de recomposición de responsabilidades en las distintas áreas que hasta ahora dirigía Podemos. Lo que aprovecharon desde su dirección para degradar inmediatamente a Nebot y elevar a los cabildicios altares a Ylenia Pulido. Pero las diferencias con el presidente Morales, que no permitió que le reorganizaran su gobierno, han llevado a una situación de ruptura del pacto que dejará de ser tripartito. No está claro, por cierto, que Pulido y Montero se encuentren especialmente entusiasmados con la obligada quiebra de un acuerdo en el que parecían encontrarse bastante cómodos. En ese nuevo contexto, María Jesús Nebot pasa a ser la vicepresidenta segunda y Miguel Ángel Rodríguez, el nuevo consejero que sustituyó al dimitido Brito, anunció que tampoco obedece a su formación y, por tanto, se integrará en el grupo de gobierno; aunque no le han ofrecido, al menos de momento, su deseada Consejería de la Felicidad. Todo se andará. El próximo paso será, caben muy pocas dudas, la expulsión de Nebot y Rodríguez, que se verán obligados a formar parte del grupo de no adscritos. Podemos los considera tránsfugas que no han seguido las directrices de sus órganos de dirección y que han puesto por encima sus intereses personales o partidarios, en referencia a Sí Se Puede. Y realiza un paralelismo con la situación vivida al comienzo del anterior mandato cuando Antonio Hernández Lobo y Juan Domínguez Bautista apuntalaron a la Presidencia de José Miguel Bravo de Laguna -entonces sin mayoría absoluta- tras haber concurrido ambos a las elecciones en la lista de CC que encabezó Fernando Bañolas, aunque Juan Domínguez lo hizo perteneciendo entonces al CCN. En ese sentido, las actuales protestas de PP y Unidos implican una enorme desmemoria.
tirón electoral. A partir de entonces, de que se produzcan las ya más que anunciadas expulsiones, el gobierno estará integrado por NC, PSOE y dos consejeros no adscritos que, seamos claros, están ahí gracias a la ola electoral de la marca Podemos y no por su personal notoriedad o tirón en las urnas. Me parece que no es, ni mucho menos, la mejor de las soluciones. Tras la ruptura con los de Meri Pita, con el Podemos oficial, eclesiástico y con mando en plaza, entiendo que NC y PSOE pudieron optar por mantener, sin demasiados problemas, un gobierno en minoría, estableciendo acuerdos puntuales con las distintas fuerzas políticas y consejeros. Estamos hablando, además, de una institución, el Cabildo, profundamente presidencialista. Tengo la impresión de que ese gobierno en minoría hubiese generado menos dudas, menos comparaciones con otros comportamientos del pasado reciente y, asimismo, menos fricciones añadidas a una izquierda dividida que, una vez más, y van tantas, no ha ofrecido el mejor de los ejemplos. Y, antes de terminar, una pequeña acotación. Nadie debiera sorprenderse de manera ingenua del apoyo, más o menos entusiasta, de algunos periodistas y medios de comunicación a cómo se ha resuelto, al menos de momento, la cabildicia crisis. Les aseguro que tiene mucho más que ver con un posicionamiento interesado, de rechazo a la formación morada, haga lo que haga, acierte o se equivoque, que con un análisis meditado o con su convicción de que es la más adecuada y justa solución. Por último, como sencillo ejercicio para quienes, de un modo u otro, tercian en este debate, planteo algunas preguntas: ¿Qué dirían si tuvieran mayoría en la dirección de una organización, tomaran una decisión y esta fuera desobedecida por dos de sus miembros que optan por permanecer en un Gobierno que el partido decidió abandonar? ¿Cómo considerarían a esos dos rebeldes-disidentes? ¿Buscarían alguna fórmula político jurídica para intentar desplazarlos de su actual ubicación institucional? Las respuestas están en el viento. O, tal vez, dando un paseo por Tacoronte.