Basquiat, un rey negro en Bilbao
Hasta el 1 de noviembre, el museo Guggenheim Bilbao exhibe un recorrido temático por la obra del pintor neoyorquino. El canario Álvaro Rodríguez Fominaya comisaria la muestra.
Poco más de ocho años le bastaron a Jean-Michel Basquiat (Nueva York, 1960-1988) para convertirse en un mito del arte contemporáneo. Durante su corta vida artística -entre 1981 y su temprana muerte por sobredosis en 1988-, este neoyorquino de raíces afroamericanas realizó unas 3.000 obras; 1.000 pinturas y 2.000 dibujos. Un centenar de ellas se exponen en Jean-Michel Basquiat: Ahora es el momento, en Guggenheim Bilbao, una propuesta comisariada por el austríaco Dieter Buchhart y el canario Álvaro Rodríguez Fominaya.
El experto explica que reunirlas ha sido complicado porque su trabajo «está en manos privadas. No hay nada en museos, porque, desde el inicio de su carrera, su obra fue a parar directamente a coleccionistas muy importantes y ahora que los museos muestran interés por su trabajo los precios son imposibles, con valores de entre 5 y 25 millones de dólares», indica Rodríguez Fominaya, que precisa que ni siquiera el MoMa cuenta con una obra de este autor en sus fondos.
Según el comisario canario, uno de los objetivos de la propuesta es resaltar los logros artísticos de Basquiat, eclipsados por una mitología alimentada por la película que el director Julian Schnabel hizo sobre su vida. «El hecho relevante es que era pintor, un artista muy sofisticado, con multitud de referentes culturales, y creó un cuerpo artístico que hoy día lo vemos y es capaz de emocionarnos», dice.
Los dibujos de Leonardo, el imaginario del cómic, los tratados de anatomía, los héroes deportivos afroamericanos, el grafiti, el pasado esclavista de África Occidental, el rap o el jazz de Charlie Parker son algunos de los referentes de los que se nutren unas pinturas que el autor definía como «trampolines hacia las verdades más profundas del individuo». Unas realidades que trasladó a la plástica con un punto de vista tan personal como político, mezclando iconos de la historia del arte y de la cultura popular. «La historia de la comunidad afroamericana se trata de forma constante en su obra a través de hechos específicos, de los movimientos civiles y de la historia de Africa y del Caribe», comenta el comisario, quien recuerda que el padre de Basquiat era de Haití y la madre puertorriqueña. Sin embargo, tuvo una educación excepcional. «Era un chico de clase media, pero tuvo una formación muy compleja y sofisticada. Con 14 años tenía el carnet de socio del Museo de Arte Moderno de Brooklyn», apunta Rodríguez Fominaya. Por ello, Basquiat era aún más consciente del racismo cotidiano que sufría. «Era famoso en el mundo del arte, pero le resultaba imposible parar un taxi en Nueva York», relata. De hecho, según el comisario, Basquiat se codeaba con estrellas como Rene Ricard, William Burroughs o David Bowie, y colaboró con Keith Haring, Francesco Clemente, Kenny Scharf y Andy Warhol, con este último hizo 150 obras, cuadros que pintaban por rondas, pasándolos de un estudio a otro. «A veces, cubrían con pintura todo lo que había hecho el otro», dice el experto.