Antonio, el guardian de las semillas autóctonas de Fuerteventura
A los nueve años, agarró por primera vez el arado, iniciándose en el cultivo de las legumbres en gavias. Ochenta años más tarde, sigue aplicando su sabiduría después de que cada lluvia y buscando las semillas majoreras que plantó de joven. El sábado participa en el Potaje Científico de la ACISI que conmemora el Año Internacional de las Legumbres.
Las arvejas en la primera reja, luego el trigo, la cebada y las lentejas, y finalmente el fondo de la gavia en barbecho para garbanzas en marzo, chícharos y millo. Es el orden de cultivo que aprendió Antonio González Carrión (Villaverde, 1927) desde pequeño y que aún repite cuando la tierra está «en coyuntura», esto es cuando se coge con las manos y se granula, «entonces está para arar».
Antonio, carpintero jubilado de 89 años a punto de cumplir, lleva la agricultura tradicional en su ADN y la divulga con paciencia. «Una gavia está bebida cuanto está llena y desagua; y está regada cuando coge agua, pero no llega a desaguar». Además se dedica a recopilar semillas autóctonas de Fuerteventura, de las que plantaba con su padre: la lenteja majorera (más pequeña y más fácil de conseguir en el resto de la isla); trigo morisco (también más pequeño), que se perdió y consiguió en Lanzarote hace un año, «y lo tengo guardado como oro en paño»; cebada que consiguió hace dos años en Casillas del Ángel; y dos tipos de millo cuyas semillas «nunca se perdieron».
De sus 80 años de sabiduría y práctica agrícola, hablará el próximo sábado, a las 11.30 horas, en el centro cultural Raíz del Pueblo de La Oliva, en el Potaje Científico de Legumbres, Cocina y Arte que impulsa la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información (ACISI) con motivo del Año Internacional de las legumbres. Además de González Carrión, el cocinero Marcos Gutiérrez preparará unas garbanzas y Lala Carreño, el indispensable potaje de lentejas majoreras. Juan Miguel Torres, doctor en Biología y Edafólogo, disertará sobre el territorio y las legumbres de Fuerteventura, mientas que la dietista-nutricionista Pamela Alvarez Trenco ahondará en su valor como alimento. También habrá garbanzas, aunque no se sabe si de semilla majorera, y hasta un poema de Marcos Hormiga.
Con dos Cafés Científicos, no ya potajes, se continuará conmemorando este año internacional. Dos expertos en semillas antiguas de Canarias, Jaime Gil y Marta Peña, ofrecen charlas el próximo 29 de noviembre.
La única tahona que sigue en pie en Villaverde. Antonio recuerda como primero se dedicó «a las cabras y a la escuela» desde pequeño. «Pastoreaba descalzo, por lo que quedaba sin uñas y me curaba echándome un puño de tierra y seguía caminando tras el ganado».
Su iniciación en el mundo de las gavias y las legumbres llegó con nueves años, cuando cogió el arado por primera vez con su padre con quien hizo de todo en el campo: arrancar, trillar, moler y hasta hacer pajeros como el que, por empeño de su nuera, construyó el año pasado y llenó de cebada, «antes se ponía dentro el queso para que se curara con el grano desde agosto hasta diciembre. A veces, el queso salía con gusanos pequeñitos que llamábamos saltones, pero nos lo comíamos igual y estaba bueno».
También rehabilitó una de las 17 tahonas que hubo en Villaverde. Empezó cuando se jubiló y lo fue haciendo al golpito, ayudado por su experiencia de carpintero. Finalmente, y para completar su dedicación al campo, hace vino y tiene lagar propio, obteniendo su vino blanco el primer premio en las fiestas de Fray Andresito, en Ampuyenta.
De sus cuatro hijos, solo a uno le gusta la agricultura. «El sueldo del campo no se puede con comparar con el de otros. La agricultura es un trabajo malo: con el culo siempre para arriba y la cabeza para el suelo», bromea.
Las legumbres y los cereales que cultiva hoy en día «me las como o las regalo, no las vendo porque nadie sabe el trabajo que dan». Este agricultor las planta, recoge y trilla solo. «Antes, se ayudaba mucho la gente: a echar torta, a amasar, a arrancar. Hoy, no. Te miran y parecen decir Mira el babieca ese».
Antes también eran malos casi todos los años y no llovía igual. «Ahora cae agua sin control ninguno, destrozando todo».