Acto de justicia
El inicio, impulsado por el Cabildo de Gran Canaria, de los trabajos de excavación del pozo de Tenoya en busca de los cuerpos de represaliados del franquismo que desaparecieron en un amanecer de una guerra civil, que en Canarias no fue nada convencional pero que fue guerra igual, no sé, con franqueza, si es un acto de reconciliación, Jerónimo Saavedra ha dicho que ésta se selló con la amnistía que se aprobó en aquella ejemplar transición que posibilitó el paso del franquismo a un régimen de monarquía parlamentaria, que hoy, ya ven, vista la crisis institucional que padecemos, vista la crisis general del Estado que arrastramos, vistas las corruptelas reinantes en demasiados estamentos, parece evidente que merece una profunda regeneración; pero, lo que sí tengo claro es que esos trabajos de desescombro comenzados esta semana son un acto de justicia y de «justa reparación», como ha dicho el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna.
Un acto de justicia, de reparación y de recuperación de dignidades. Porque lo que se busca en el pozo de Tenoya, como antes se hizo en el del Llano de las Brujas, también en Arucas, son personas que fueron asesinadas por su lealtad a unos ideales y a un régimen legalmente constituido y que, como ha manifestado el médico forense responsable de no pocas exhumaciones de fosas comunes de aquella época, Francisco Etxeberría, fueron tratados injustamente dos veces: una cuando los mataron y otra con el tratamiento que se les ha dispensado a lo largo de los años, pretendiendo que el olvido les borrase para siempre.
La decisión del Cabildo de Gran Canaria promoviendo la búsqueda de otros cuantos desaparecidos en Canarias en aquella maldada etapa histórica, aún quedan otros muchos por encontrar, y las palabras de José Miguel Bravo avalando la decisión, sin importarle «la lectura que se le dé, sin partidismo, sin siglas», bien merecen un reconocimiento público por cuanto de esta manera los pozos del olvido dejan de ser tales para convertirse en lugares de memoria y porque muchos muertos podrán, por fin, descansar allí donde sus seres queridos quieran y llorarles, no en silencio sino como siempre merecieron.
Ya digo, no abundan gestos como este, más aún cuando vienen de alguien que es representante público de un partido, el PP, que no se ha significado por su especial sensibilidad para con los represaliados durante el franquismo, por ello es de justicia reconocerlo.
Sorprende que a día de hoy, en este país que, por cierto, es el segundo del mundo, tras Camboya, con más fosas comunes, aún haya quienes sigan sin entender estas exhumaciones que, vuelvo a usar palabras del presidente del Cabildo grancanario no van «en contra de nadie, ni a favor de nadie, sino a favor de la historia, del recuerdo de las familias».