A por un ligue de alta montaña
A Europa le hacen falta un par de Cumbres del Amor como la que se montó este domingo en Artenara. Miradas furtivas, risas sueltas, baños de colonia, prendas ceñidas (algunas), un fresquito de esos que invitan a arrimarse y más de 70 almas (más mujeres que hombres) con ganas de fiesta y de conocer gente. El Rajoy y la Merkel deberían tomar nota. Nadie se acordó ayer de ellos. Y esta cumbre sí dio frutos. Por lo pronto, tres parejas, Pedro y Esther y Jorge y Rosi. La tercera prefiere el anonimato. Si llegan a más, ya se verá, eso vendrá con el paso de los días. Lo que sí hubo en Artenara a manos llenas fue buen rollo. Y salsete, mucho salsete. Viudos, solteros, solterones, divorciados, separados y hasta algún que otro emparejado (van en masculino por economía del lenguaje, pero vale para los dos sexos) aspiraron este domingo a sacarse un ligue de alta montaña. O no, como Soledad Prieto. «No mi niño, la etapa de los ligues la dejé atrás hace tiempo, ahora busco una relación estable, emocional y duradera». Pero por encima de todo ella vino con la idea de pasar un buen rato, como la mayoría de los que respondieron a la llamada de los organizadores del acto, el restaurante La Cueva del Molino y el Bar Díaz. Artenara les recibió fresquita, pero enseguida entraron en calor. Del champán de bienvenida, pasaron al cafecito y la tostada, y después acabaron con la lengua afuera siguiendo a Octavio Montesdeoca, el incombustible encargado de la oficina de Turismo del Ayuntamiento, en su turístico sube y baja por las calles del casco más alto de Gran Canaria. Para cuando llegaron a El Almacén de la cumbre, vetada a los medios de comunicación, estaban calentitos para la marcha. Y vaya que si hubo marcha. Carmelo Torres, un showman, les dio meneos a golpe de música y bailes como el de la papa (la pareja sujeta el tubérculo con la frente). En la nave había un reservado, que hizo el resto. Allí se metían hasta conocerse.
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