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Barcelona WINE WEEK
El vino español fía su futuro a las variedades autóctonas

El vino español fía su futuro a las variedades autóctonas

La Barcelona Wine Week cierra una segunda edición en la que han participado 60 denominaciones de origen, cerca de 650 bodegas y se han catado 165.000 copas de vino

GUILLERMO Elejabeitia

Jueves, 7 de abril 2022, 08:40

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Hace no tanto se arrancaban para plantar en su lugar cepas foráneas, calificadas entonces con el elocuente adjetivo de 'mejorantes'. Viñas viejas de brujidera, maturana, cenicienta o trepat -aclimatadas al terreno durante siglos- daban paso a cabernets, syrahs o, en el mejor de los casos, clones de tempranillo, iniciando un proceso de homogeneización en el vino español que hoy se está tratando de revertir. Aquellas variedades autóctonas que estuvieron a punto de perderse han sido las grandes protagonistas de la Barcelona Wine Week, que acaba de cerrar su segunda edición con 18.000 visitantes y más de 165.000 copas catadas.

La que aspira a ser la gran feria del vino español ha congregado a más de 650 empresas del sector y hasta 60 denominaciones de origen de todo el país. Se calcula que unos 18.000 profesionales, de los que una quinta parte son extranjeros -procedentes de 79 países, con predominio de europeos y estadounidenses- han pasado a lo largo de los últimos tres días por el recinto Montjuic de la Feria de Barcelona, que ha dedicado 10.000 cuadrados al evento vinícola. Entre los asistentes, unos 470 grandes compradores internacionales, procedentes de mercados estratégicos para las exportaciones españolas.

En su primera edición, celebrada en febrero de 2020, la cita se quedó algo corta de participación respecto a sus previsiones, en parte por el clima enrarecido que auguraba una pandemia a la vuelta de la esquina. Esta vez sin embargo «hemos cumplido nuestro objetivo de consolidarnos como el mejor punto de encuentro para los profesionales del vino en España, desde donde proyectar excelencia y diversidad en el mercado internacional», sacaba pecho ayer el presidente de la BWW -y también del Consejo Regulador del Cava- Javier Pagés.

Barcelona WINE WEEK
Imagen principal - El vino español fía su futuro a las variedades autóctonas
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Imagen secundaria 2 - El vino español fía su futuro a las variedades autóctonas

En cualquier caso las cifras abultadas no son la prioridad de la feria, heredera del salón Intervin. «No nos volvemos locos por aumentar volumen, buscamos valor», asegura el director Antoni Valls, director general de Alimentaria Exhibitions. Aunque se han servido más de 165.000 copas en tres días, esto es algo más que una macrosala de catas o un encuentro entre compañeros del gremio, es sobre todo un espacio de trabajo donde el objetivo es cerrar negocios. Hasta 6000 reuniones comerciales se han desarrollado en el marco de la feria.

Precisamente para acentuar su perfil profesional, la organización ha decidido poner distancia entre la BWW y Alimentaria, que al parecer no volverán a celebrarse de forma simultánea. Aunque juntas puedan haber generado un evento mayor para la ciudad de Barcelona, la sensación entre el público es que ambas se han eclipsado mutuamente, pues en lugar de generar sinergias, han obligado a los asistentes a elegir. La próxima Wine Week ya tiene fecha, del 6 al 8 de febrero del próximo año, con el objetivo de afianzarse como la primera gran cita del calendario vinícola.

El pasado, llave del futuro

El evento permite pulsar además cuáles son las tendencias que marcarán el futuro del vino español. La más nítida es la recuperación de variedades autóctonas, muchas de las cuáles han llegado a estar en peligro de extinción. A ponerlas en valor se han dedicado catas magistrales, mesas redondas y cientos de bodegueros, que ahora las lucen con orgullo en las etiquetas de sus botellas. La manchega Garagewine, de Quintanar de la Orden (Toledo); la vizcaína Berroja o Parès Balta, en el Penedés, son solo algunas de las que han presentado nuevas añadas a base de uvas autóctonas y métodos de elaboración tradicionales.

Hasta un millar de cepas pertenecientes a 129 variedades distintas ha logrado rescatar Castilla y León Tierra de Sabor gracias a un ambicioso proyecto de investigación presentado en la BWW. Catorce de ellas presentan muy buenas cualidades enológicas y -ahí está la clave del esfuerzo- una mejor adaptación al cambio climático en sus lugares de procedencia. Pero además de adaptarse, no pocas bodegas se proponen luchar contra el calentamiento global promoviendo la descarbonización del vino.

Cuatro empresas españolas forman ya parte de la organización International Wineries for Climate Action. Entre los miembros está la familia Torres, que ha reducido un 30% de sus emisiones en los últimos 15 años, o Carlos Moro, que ha reducido el peso de sus botellas para mitigar la contaminación. «Tenemos que aterrizar el concepto de la sostenibilidad y ser capaces de medir las emisiones, de autoabastecernos con energías renovables y descarbonizar el sector», decía Pedro Ruiz, CEO de Alma de Carraovejas en una mesa redonda en la que también participó Rafael de Haan, propietario de Herència Altés.

El otro gran objetivo que comparte buena parte del gremio es acentuar un perfil de calidad en el mercado internacional. En ello se hallan inmersas denominaciones del peso de Cava, que presentó de la mano de los Master of Wine Sarah Jane Evans, Pedro Ballesteros y Fernando Mora un nuevo sello para distinguir a los 'elaboradores integrales' del que ya se han hecho acreedoras 13 bodegas. En paralelo, se celebró una cata irrepetible dirigida por Ramón Francàs con siete «magníficos» referentes de la denominación. Cavas de Juveé Camps, Codorníu, Alta Alella, Agustí Torelló, Vilarnau, Familia Ferrer o Mestres que oscilan entre los 12 y los 20 años de crianza y que demuestran que, además de burbujas festivas, la denominación atesora grandes vinos de guarda.

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