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En agosto se confirmó la noticia gastronómica del verano: el mediático Borja Marrero, primer estrella Verde de la Guía Michelin en Canarias, firmaba por el grupo Barceló para abrir su restaurante Muxgo en el icónico hotel, sumándose así al ya consolidado y siempre solvente Poemas, con Iciar Pérez como jefa de cocina, y bajo el seguro paraguas de los hermanos Padrón, leyendas ya de la gastronomía canaria.
La constante evolución experimentada por el hotel inaugurado en 1890, por el que han pasado personalidades nacionales e internacionales a lo largo de todos estos años, siendo además un punto de referencia para actividades de todo tipo en la capital grancanaria, ha hecho que desde que está en manos del grupo Barceló, la parte gastronómica sea uno de los ejes fundamentales de la excelencia que siempre ha caracterizado al exquisito y elegante hotel.
Es innegable y sincera la perplejidad con la que se quedan los huéspedes que lo visitan por primera vez. En uno de los últimos eventos a los que asistí allí, organizado por el Principado de Asturias, Marcos Morán, el chef del célebre restaurante Casa Gerardo, mostraba su admiración y entusiasmo por la grandeza e historia del Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel. «Esto lo tienen que vender más, es una auténtica gozada. Espectacular», dijo el cocinero.
Reconozco el enorme placer que me produce asistir a la siempre especial sala del restaurante Poemas. Entrar en ella supone meterse en una nave del tiempo donde viajar a esos salones de estilo inglés, donde la elegancia era innegociable, el servicio impecable y los ritmos milimetrados. Tranquiliza, y mucho, saber que todo va a funcionar bien, a la altura del escenario, sin sobresaltos, voces altas ni susto alguno. Es una cita entre el comensal, el ambiente y la cocina; la ligera música y la danza de los trabajadores de sala. De ahí la estrella o el sol, de Michelin y de Repsol, que el restaurante posee.
La llegada de Borja Marrero es una declaración de intenciones. La decidida apuesta del chef grancanario por cocinar todo lo que ofrece su entorno, convirtiéndose en una referencia nacional en este sentido, es también una gran oportunidad para que los huéspedes del hotel conozcan de primera mano una gastronomía extremadamente local y singular, siendo Muxgo un escaparate de lujo para exportar territorio desde la isla. Los visitantes que se alojan en el Santa Catalina son una parte fundamental de los comensales que se sientan en las mesas de sus restaurantes, por lo que Marrero tendrá ante sí el reto de internacionalizar su valiente concepto.
Dicho esto, y para seguir la fiesta sin salir de allí, el hotel también posee una de las mejores terrazas altas de la ciudad, 'Alis Rooftop Bar', donde tomar una copa o un cóctel de autor con unas privilegiadas vistas a la capital. Esto también forma parte de la experiencia gastronómica, desde luego, y es clave entenderlo como tal. Es una alegría la decidida apuesta del grupo por renovar espacios y apostar tan seriamente por una experiencia culinaria de primer orden. Son estas acciones las que consolidan destino y ofrecen una experiencia total, porque al final, y al principio, la excelencia siempre gana.
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