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Rigoberto Almeida, con su ensalada líquida, en el restaurante El Pellizco, en Costa Calma, en el municipio de Pájara. Javier Melián / Acfi Press
Rigoberto Almeida: «De pequeño, donde único era feliz era en la cocina de mis abuelos»

Rigoberto Almeida: «De pequeño, donde único era feliz era en la cocina de mis abuelos»

Gastronomía ·

El chef canario-cubano ofrece en su restaurante de Costa Calma el primer menú-degustación de Fuerteventura que se llama 'Encuentro entre dos mundos' | Criado en La Habana, la guía Qué bueno lo alzó como Chef Revelación de Canarias 2025 y Repsol lo recomendó

Catalina García

Costa Calma

Domingo, 27 de abril 2025

Rigoberto Almeida, chef del restaurante El Pellizco, en Costa Calma, en el municipio de Pájara, no duda: quiere contar una historia a través de su cocina, «que es mi medio de expresión», y con los productos de Fuerteventura. Esa historia se llama 'Encuentro entre dos mundos', entre los fogones de Cuba y Canarias, y es el primer menú-degustación de la isla.

Si su vida desde su nacimiento en el seno de una familia canario-cubana en 1990 en Arroyo Naranjo (La Habana) pudiera dividirse en tres partes y lugares, cada uno tendría un sabor peculiar.

El Chef Revelación de Canarias 2025 según la guía Qué bueno y recomendado por la guía Repsol creció en otro restaurante El Pellizco, el de sus abuelos en la capital cubana. «Doña Clotilde se llamaba mi abuela y Ángel Troncoso, mi abuelo. Procedían de Tenerife y preparaban cocina canaria en La Habana».

Arriba, cola de bogavante atlántico a la parrilla, elaborada con mantequilla cítrica, infusión de mojo verde con coco, ensalada de brotes y caviar. Abajo, uno de los entrantes del menú de degustación de Fuerteventura: ensalada líquida, preparada con granizado de aguacate, esferas de fresas, trozos de pescado ahumado e infusión de pepino, uvas, manzana y lima. Javier Melián / Acfi Press

Rigoberto creció en una patria gastronómica y emocional jalonada por el sancocho, el gofio, el mojo y el potaje de berros. «Donde único era feliz era en la cocina de El Pellizco de mis abuelos», resume.

Claro que no corrían tiempos en La Habana de que un hombre se pusiera el delantal y sentara un potaje. «Mi padre, Alberto Almeida, decía como muchos de sus compatriotas del castrismo que la cocina era para las mujeres. Llegaba al restaurante de mis abuelos y me peleaba por verme en la cocina, diciéndome que no, que no era cosa de hombres. Hoy se ríe al recordarlo y me dice: menos mal que nunca me has hecho caso».

A pesar de esta iniciación precoz a la gastronomía canaria, el chef canario-cubano cierra los ojos y apunta al guarapo como el sabor de su infancia en La Habana. «No se servía en El Pellizco de mis abuelos sino que lo compraba afuera del restaurante. En Cuba, es el zumo de la caña de azúcar y se toma fresquito, con hielo».

El chef canario-cubano da el toque final con el soplete al crujiente de atún fresco para el plato de ventresca de atún rojo flambeados, puntos de salsa teriyaki, puntos de tuno indio, caviar oscietra y sal de espuma. Javier Melián / Acfi Press

Tras pasar por la Universidad de La Habana y licenciarse en Química de los Alimentos, decidió irse a Estados Unidos a trabajar a un negocio familiar. Su madre es médico y celebraba un congreso al que le invitó a acompañarla a modo de despedida. Lejos del Caribe, otro doctor, pero residente en Fuerteventura, sugirió lo mismo a su hija Yahimara Ferrand, cubana de nacimiento pero residente a este lado del Atlántico: vente a La Habana al congreso médico. «Y se fue abajo el viaje de Estados Unidos».

Rigoberto, con 22 años, siguió a Fuerteventura a Yahimara, hoy jefa de sala, directora y sumiller del restaurante El Pellizco, primero en Morro Jable y luego también en Costa Calma. El sabor de esta primera etapa de su vida en Fuerteventura es, sin duda, el queso de cabra majorero. «Me impresionó. Soy muy fanático de los productos de la quesería La Pared, en Pájara. Me gustan todos, sobre todo el curado. Pero también me gusta el sabor muy distinto de la leche de cabra, de la carne de cabra».

Elaboración y resultado final de la ensalada líquida, incluida en el primer menú de degustación de Fuerteventura. Javier Melián / Acfi Press

Antes de montarse por su cuenta, el chef trabajó en el restaurante San Borondón, en Morro Jable, donde acabó como jefe de cocina. Se formó en Cordon Bleu y terminó graduándose en el Basque Culinary Institute.

Ahora tiene 34 años, dos restaurantes y un menú-degustación 'Encuentro entre dos mundos', el primero de Fuerteventura donde esperan platos como la pella de gofio frita con mojo picón y queso fresco de La Pared y el foie gras de cabra majorera, o el carabinero de Fuerteventura a la brasa, el ajiaco (receta colombiana) de cabra majorera y, de postre, el chocolate y cabra, que el llamado desayuno canario.

En El Pelllizco majorero, la nostalgia de Cuba está hasta en la ropa: todo el personal de sala de El Pellizco viste guayaberas originales cubanas, cosidas a mano por la famosa modista habanera Hilda Rosa.

En esta última etapa de creación, cocina y sensibilidad, Rigoberto Almeida habla de «alquimia de sabores. No pienso sólo en sabores. Pienso en el mar de Fuerteventura y mi mente vuelve a una sama roquera o un pulpo. Pienso en la tierra majorera y me sale el ajiaco de cabra».

Resultado final de la ensalada líquida en el segundo restaurante de Almeida en Fuerteventra: El Pellizco de Costa Calma. El primero se localiza en Morro Jable. Javier Melián / Acfi Press

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