Estamos en 1977, en un casoplón de la costa oriental de Estados Unidos, y allí prepara la comida una pareja peculiar. Él, interpretado por Woody Allen, es Alvy, un hipocondriaco a más no poder, y ella, encarnada por Diane Keaton, es Annie, que ha cambiado de pareja y trata de recomponer su vida.
Se les ha ocurrido cocinar langostas pero hay un problema: ella es incapaz de meter en un cazo «un bicho vivo» y para él una langosta viva es también un «bicho», pero además merecedor del adjetivo «asqueroso».
El espectador se encuentra con minuto y medio de secuencia divertida, de esas que uno piensa que se rodó en una sola toma pero que seguramente precisó de preparación porque se nota que el espacio es reducido y además de ellos y las langostas, por allí tenía que moverse, como mínimo, el operador de cámara.
Cuando una de las langostas cae al suelo y ella dice que lo mejor es cogerlas con la mano, él responde: «Marca el 911. Es la patrulla langostera». Y cuando los dos se dan cuenta de que uno de los «bichos» se ha escondido tras la nevera, Alvy aporta una solución tronchante: «Tal vez si ponemos un platito con mantequilla, nueces y galletas, se decide a salir», para luego concluir que quizás tenían que haber cambiado de menú y optar por «bistecs, que no tienen patas».
La película fue todo un éxito de crítica y público. Cosechó cuatro Óscar de la Academia, incluidos el de mejor película, director y actriz, e hizo de Diane Keaton entonces un icono de la moda, pues sus atuendos con un toque muy masculino para la época crearon tendencia.
'Annie Hall' ha resistido bastante bien el paso del tiempo. Si alguno se la tropieza en una plataforma, a ver si descubre a actores que empezaban entonces con papeles muy, pero que muy secundarios, como Sigourney Weaver y Shelley Hack (efímero 'Angel de Charlie' en su día).
Y un último apunte: las controvertidas memorias de Woody Allen, en las que no deja títere con cabeza al referirse a su ex Mia Farrow, revelan sin lugar a la duda que el director sigue considerando a Diane Keaton una musa artística... y sentimental.
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