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Con el manager Hy Oun Sue Lee del steakhouse Butcher's Cut MHB

De Seúl a casa

La comida callejera es una de las expresiones culturales de Asia; lo mismo en Taipéi, Hong-Kong, Bangkok… que en ciudades japonesas o Seúl

Mario Hernández Bueno

Sábado, 28 de junio 2025, 22:07

Nos habían hablado de Kwangjang, un importante mercado de comida callejera. La comida callejera es una de las expresiones culturales de Asia; lo mismo en Taipéi, Hong-Kong, Bangkok… que en ciudades japonesas o Seúl.

Kwangjang viene a ser una interminable galería donde se ofrecen cientos de puestos con sus especialidades culinarias. O no: vimos gente mandándose pulpitos vivos. Pataleando. Apretadas las cocinas e incomodos los bancos para sentarse a comer, el inmenso recinto me pareció increíble. Y, como no, estaba a rebosar de turistas; por lo que observé, también comienza Corea a experimentar las mieles (antes de las hieles) del turismo masivo.

Gente comiendo en el Kwangjang MHB

A casi todo el mundo le gusta viajar y hoy, con los vuelos low cost, alojamientos y comidas asequibles, se le da la oportunidad a gente que ni lo soñó. Y menos a destinos lejanos.

Mercado de comida callejera Kwangjang MHB

No soy de comida callejera. Y no me daban buen rollo aquellos puestos que, a pesar del alto nivel de higiene, los veía como 'potingues zorros'. Solo me deleité en Osaka con unos preparados de fresones. Había muchísimos fresones. Era la época. En pequeñas tienditas vendían en vasitos de plásticos una especie de compota de fresas y, sobre esta, una gruesa capa de nata dulzona. Delicioso.

Y Corea se ha distinguido por su recalcitrante afición a la cinofagia; la ingesta de perros también fue común en Occidente. Aún existen restoranes que sirven guisos de can a pesar de que se asegura que está prohibido. Pero vimos a activistas portando grandes carteles, en las calles más concurridas, denunciándolo.

Decidimos ir a un indio que habíamos visto cerca del steak house Butcher's cut. Y tal y como ocurrió en el italiano La Mano del Chef, las cocinas foráneas no nos convencieron. El Ganga posee una bonita decoración, que es el primer reclamo para un nuevo comensal; el servicio fue diligente, la cocina era inexperta. Solo había cocineros locales. Desde el adobo de los alimentos para el tandoor a las salsas nada fue genuino. Hoy cualquier cocinero que sepa picar, freír, hornear, guisar… asiéndose de las recetas de internet puede hacer cualquier plato. Tomamos el sencillo Menú del chef y no fue, como el nombre del local indica, una ganga. Acostumbrados, como estábamos, a facturas de importes pequeños y tratándose ahora de géneros baratos, como el pollo, arroz…, la cuenta salió por 59€.

El bonito restorán indio de cocina muy floja MHB

El contrapunto de los puestos de comida callejera son los supermercados tanto en Japón como en Corea. En Tokio, en la parada del metro de Ginza, y sin salir a la calle, se anuncia uno. Movidos por la curiosidad, y porque en un viaje anterior habíamos estado en otro y comprado, sobre todo, latas de cangrejo tipo Chatka a buen precio, fuimos a curiosear. Y nos encontramos con un recinto deslumbrante, lujoso, asombrosamente bien surtido. Para volverse loco. La zona de comida cocinada la componían un grueso grupo de 'chiringuitos' con los atributos de un restorán convencional. Todo apetecía. En Tokio y Seúl comprobé que no solo son interesantes los mercados de abastos sino también algunos supermercados.

Por estar en obras nos pudimos visitar el mayor mercado mayorista de pescados y mariscos del mundo, el Tsukiji de Tokio. En Seúl estuve preguntando y me dijeron que había uno grande. Después de casi media hora llegamos al extrarradio y lo que encontramos nos sorprendió: cientos de puestos exponiendo pescados y mariscos, algunos raros, algunos en acuarios vivitos y coleando. Pero no se veían compradores, así que los vendedores nos incitaban a comprar; quizá los restauradores y chefs llegan muy temprano. Lo bueno es que se puede comprar pescados y mariscos y los cocinan en unos restoranes. Me deslumbraron los lenguados, pero teníamos una reserva en el centro.

Vendedora en el mercado de pescado de Seúl MHB

Y siendo el lenguado un pescado que adoro, traté de encontrar un buen restorán especializado. En el hotel me sugirieron uno. Y acudimos. En la entrada traté de explicar a la maître que veníamos a por lenguado a la plancha. Tanto en Japón como en Corea se habla muy poco el inglés y aquella señora no sabía ni papa. Traté durante minutos decirle que viniera con papas sancochadas y algo de mayonesa. Se me hacía la boca agua.

Muchos lenguados se vendía el mercado de pescado MHB

Pensé que me había entendido y nos sentamos; pagamos la cuenta; nos levantamos y salimos a toda mecha: el lenguado apareció con cortes superficiales y frito en una grasa incierta.

El lenguado que nos sirvieron en un restorán especializado MHB

Nuestro hotel, Lotte, está pegado a unos grandes almacenes de gran categoría y misma propiedad. Un día, tratando de explorar todo el majestuoso inmueble, descubrimos un supermercado. Si el de Ginza nos deslumbró, para que les cuento lo que vimos. Un interminable y lujoso local con zonas de pequeños restoranes.

Supermercado de los grandes almacenes Lotte MHB

Los puestos de pescado parecían joyerías; la verdulería exponiendo las cebollas limpias de las hojas secas externas y envueltas, cada una, en una malla… El puesto de chocolates me pudo y compré a granel; el que lleva avellanas fue, sin duda, el mejor que he comido en mi vida. Lo de esa calidad de los supermercados en Corea y otras cosas me hicieron pensar que emularon al gran Japón al convertirse hace años en uno de los 'Tigres de Asia'.

En el puesto de verduras un empleado preparando las cebollas para la venta MHB

El día de regreso volábamos a las 18 horas. Decidimos almorzar y fuimos a donde tanto nos gustó: el steak house Butcher's Cut. Allí, su director, Hy Oun Sue Lee, y su esposa y chef, Gun Jin Kim, nos dieron una dulce despedida. Comimos lo mismo que la vez anterior y al salir Hy Oun nos esperaba tras la recepción empaquetando dos copas, diseñadas expresamente para el restorán, y nos las regaló. Y ya reposando en el avión surgieron los recuerdos. Nos marchábamos con la impresión de que tanto Japón como Corea son países con formas de vivir, culturas que no dejan, a nadie, indiferente. Fueron inevitables las comparaciones con las occidentales, amén de ser países baratos; comimos estupendamente y, lo más importante, sus gentes nos cautivaron.

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