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Costumbrismo en Canarias a finales del XIX (V) MHB
Coma y... punto

Costumbrismo en Canarias a finales del XIX (V)

Llegados al asunto del plátano recuerdo que se solía plantar como planta de jardín y su fruto se consumió desde los inicios de la colonización

Mario Hernández Bueno

Sábado, 23 de agosto 2025, 21:42

El tramo que va de Granadilla a Arico pasa por Rio, «donde viven varios cientos de trogloditas», que según Mr Edwardes podrían ser descendientes de los aborígenes. Y atendiendo a la invitación de uno de sus habitantes entró en una de las cuevas: «Constaba de dos espacios, el dormitorio, separado por una pared natural del establo y la cocina, donde un asno descansaba entre los calderos y las sartenes». Burro que era el recurso económico de la familia, lo alquilaba. Había un telar que manejaba la esposa y un primitivo molino: el de dos piedras, para hacer gofio. La cueva estaba invadida por moscas y fuera era peor: estaban las piconas y: «Mi yegua sufría atrozmente».

Río en Arico MHB

Ya en Arico, que le pareció un lugar desolado, se vio sin esperanza de alojarse y menos aún bienvenido. Sin embargo, José, el guía, se llegó hasta la mejor de las casas y tras parlamentar con los propietarios le dieron una habitación en la azotea. «Su dueño, hombre robusto y perspicaz y de aspecto impecable, estuvo efusivo en su bienvenida y lleno de innecesarias disculpas». Tras la cena los llevó a las afueras del pueblo y en una cueva, en la que «había una vieja bruja», comenzaron a beber vino y comer chochos. De repente, José comenzó a tirarle chochos a la vieja, ésta contraatacó y se montó una batalla. Más tarde aparecieron tres muchachas muy alegres y una de ellas, la más guapa, se puso a camelar al inglés, quien al poco se excusó: «…comencé a bostezar con tal energía que no tuve más remedio que desear las buenas noches a los juerguistas e irme».

Chochos, la tapa más popular MHB

Al día siguiente, cuando se disponía a abandonar la casa, el anfitrión resultó que no era un alma benefactora: le presentó una cuenta tan desproporcionada que le iba a dejar sin dinero para llegar a Santa Cruz. Mas, enterado del percance el sr. García, hermano de don Ramón, otro ricachón que vivía en Arico, le envió un criado con un fajo de billetes con el mensaje de que cogiera los dólares que necesitara. El gesto llenó de alegría a Mr Edwardes y quedó sorprendido cuando el señor García rehusó aceptar un recibo.

Arico MHB

El camino a Fasnia estuvo protagonizado por una lluvia torrencial. Antes de llegar al pueblo dieron con una bonita casa. Mr. Edwardes pensaba que con aquel aspecto no los iban a recibir. Pero la dueña, con una gran sonrisa, les hizo pasar, y como era hora de comer les ofreció: «higos pasados, vino pisado por ella y pan de cebada (…) los ingredientes de una sana comida». Todo fue bien, sin embargo aquella robusta señora antes de despedirlos: «…perdió el encanto al aceptar finalmente una cantidad de dinero cuatro veces superior al valor de lo que nosotros habíamos consumido».

Y de allí a Güimar: «…el tabaco, la caña de azúcar, el maíz y todas las verduras de uso común tiñen los campos rescatados de la vieja lava». En el pueblo encontraron «una fonda, que podía ser calificada de española hasta la médula». Antes de dejarles pasar, el dueño los sometió a un interrogatorio. No se fiaba de aquel extranjero tan desaliñado. Tras un largo tiempo, el fondista, que también tenía una tienda, y se ausentaba para atenderla, le dijo a José que podía llevar la yegua al establo y le facilitó a Mr Edwardes una silla. Al final fue la esposa del patrón quien le adjudicó una habitación y le preguntó qué quería para cenar y fue: «…una excelente comida, con un vino pasable, y de postre plátanos y naranjas».

Llegados al asunto del plátano recuerdo que se solía plantar como planta de jardín y su fruto se consumió desde los inicios de la colonización. Ahora bien, era el plátano 'macho', que así lo bautizarán en el Caribe: la Musa Balbisiana, que imperó en Canarias hasta la llegada de la papa desde Perú. Pero el caso que nos ocupa es el del plátano fruta, de la variedad Cavendish enana, que desconozco como entró en las Islas, aunque probablemente fue de la mano de algún inglés desde India, de donde es originario. Su nombre científico es Musa x paradisíaca L., y, según los entendidos, el nombre se debe a que fue la verdadera fruta del Paraíso Terrenal, que se situó en India, porque es más fácil de pelar que la manzana, no tiene pepitas y su blanda consistencia no daña las encías.

El duro trabajo del plátano MHB

El 'macho' se trajo a Canarias desde Guinea, a finales del XV, por los esclavistas portugueses al gobernador y terrateniente Pedro de Vera para alimentar a los esclavos que trabajaban en las explotaciones azucareras. Y sabemos que después los primeros plátanos llegaron a La Española, a Santo Domingo, en 1516. El franciscano Thomas de Berlanga, el mismo que descubrió las Islas Galápagos, arrancó del jardín del convento de su orden, en Las Palmas de G.C., unas matas y las llevó consigo. Y ese plátano, el 'macho', también sirvió de alimento energético al esclavo azucarero, pues no se da bien la papa en el Caribe.

En cualquier caso, y referente al plátano fruta, se convirtió en Canarias en un producto de explotación extensiva a partir de una interesante experiencia, surgida en Norteamérica. Según cuenta C. I. Ritchie, en 1866, el capitán Busch, propietario del velero Raymond, llevó desde Jamaica unas piñas de plátanos a Boston para ver la reacción y, sorprendentemente, le dieron una acogida fantástica. Al extremo de que fue el inicio de un comercio espectacular que luego se consolidará en Centroamérica. Donde los norteamericanos comenzaran a comprar enormes extensiones de terreno y se hicieran con mano de obra casi esclava. Todo lo compraron. Hasta a los presidentes de las repúblicas. De ahí que se las conozcan como 'repúblicas bananeras'. Y ese fue el origen de la transnacional Union Fruit.

Sigue contando Ritchie que, no mucho después, en 1870, el inglés Thomas Fyffe llegó a Gran Canaria para trabajar en una firma británica dedicada al almacenamiento y suministro de carbón para los vapores que hacían la ruta de la India. Enterado Fyffe del éxito del millonario Busch y, percatándose de que los barcos que venían desde Inglaterra cargados regresaban vacíos, apalabró fletes casi regalados y comenzó a enviar piñas de plátanos a Londres, donde tuvieron una extraordinaria acogida.

Empaquetando para enviar a Inglaterra MHB

Mas el éxito de la comercialización en el RU se debe a Henry A. Stockley. Uno de los sucesores de Fyffe y pariente por línea materna del celebérrimo Christian, el líder de los amotinados de la Bounty. Baste decir que no hace muchos años la firma Fyffe, que desapareció de Canarias en el XX, se fusionó con la Union Fruit.

Empresarios ingleses junto a una platanera MHB

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