![Cuartito, tajín y cuscús: el trío ganador del Marrakech en la capital grancanaria](https://s1.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/2023/04/27/marrakechok-kCoE-U200166429594KCF-1200x840@Canarias7.jpg)
![Cuartito, tajín y cuscús: el trío ganador del Marrakech en la capital grancanaria](https://s1.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/2023/04/27/marrakechok-kCoE-U200166429594KCF-1200x840@Canarias7.jpg)
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Por motivos que no vienen al caso, he visitado Marruecos unas quince veces, siendo Marrakech la ciudad en la que más repito, unas cinco. Conozco bien su cultura, su Medina, su ritmo -imparable- sus puestas de sol y, por supuesto, su gastronomía. De hecho he ... pasado muchas horas metido en cocinas de casas particulares disfrutando de ese ritual que allí lo llevan en el alma: trabajo manual, productos frescos, mucha paciencia, nada de prisas y fuego lento.
La gastronomía marroquí es tan apasionante que forma parte de su identidad cultural, y hacen bien en presumir de ella. En uno de mis últimos viajes a Marrakech, un grupo de adolescentes se reunía alrededor de un tajín al fuego, esperando a que aquello estuviera a punto para empezar a meterle mano. Generosos y hospitalarios como son -esto no es un tópico-, me invitaron a formar parte de ese club al verme por allí con cara de pena por no poder probar esa elaboración. Y acepté, por supuesto, con sumo placer. Varias sillas en plena calle, una mesa pequeña y un par de botellas de agua fueron suficientes para tener una experiencia -vaya experiencia- gastronómica de verdad en la ciudad que nunca duerme.
El sabor de ese tajín solo lo puedo revivir cerca de casa en la calle Juan Manuel Durán González, 46. Es ahí donde se encuentra el restaurante Marrakech, liderado por la hospitalaria familia de Ahmed Jerrari, con su madre y su mujer en los fogones. Sin prisa, a fuego lento, con los productos adecuados. Con las especias únicas de Marruecos y con el cariño y la humildad de quien acude a su casa de visita. Una casa que lleva abierta desde el mes de junio del 2017, y que nunca ha bajado el ritmo porque lo que hacen ellos es lo que se cocina en las casas familiares de Marruecos.
Visitar este restaurante es subirse a un Binter, poner rumbo a Makarrech y disfrutar de verdad. De carta tradicional, sin adornos ni fusiones, hay tres intocables que todo visitante no debería dudar en probar. De entrante, por supuesto el cuartito. Cuatro bocados de mil sabores perfectos para abrir boca. Después, no se corte. Pida un cuscús y un tajín. Vaya acompañado, eso sí. Solo así podrá descubrir los auténticos sabores de este local, con una carta donde todos los platos presentes cumplen con creces.
Al final, no puede fallar el té y una selección de dulces árabes, que aquí elaboran artesanalmente. Cuando termine, tendrá la sensación de haberse bajado del avión y de haber vivido la verdadera gastronomía marroquí muy cerca. Y esto, créame, no es nada fácil.
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