La batata, el tubérculo que parece un postre y es medicina

Si últimamente notas que tu cuerpo se siente como un colchón inflado, tu energía está por los suelos, te levantas cansado o tu digestión tiene más altibajos que una montaña rusa, tal vez no necesites una pócima mágica sino una buena batata, también conocida como camote o boniato según el país, en tus alimentos.

Y no, no estamos hablando de cualquier tubérculo corriente. Hoy te traigo una estrella olvidada de la cocina canaria, el héroe antioxidante subestimado, el prebiótico multicolor: la batata. Sí, ese que algunos confunden con el ñame o que solo sacamos del cajón en algún potaje o caldo.

Con más de 400 variedades, desde crema y naranja hasta morado galáctico, la batata no sólo le da color a tu plato, sino también vida a tus células. Su poder no se queda en el sabor dulce (que parece de postre sin ser pecado), sino que combate la inflamación, mejora la salud intestinal, equilibra el azúcar en sangre y hasta podría ponerle freno al cáncer. Todo esto sin receta médica.

¿Sufres de enfermedades metabólicas? ¿Te dijeron que tienes prediabetes? ¿Te sientes inflamado como si llevaras una bolsa de papas en el abdomen? Entonces sigue leyendo, que te diré sus propiedades y cómo sacarle más partido a este humilde alimento.

Aunque ambos se parecen en calorías y carbohidratos, la batata, sobre todo las de colores naranjas, rojizos y moradas, ganan por KO en nutrientes, antioxidantes y beneficios. Mientras que las papas blancas elevan la presión cuando se fríen y se portan como una ex tóxica que promete pero no cumple, la batata cuida tu corazón y tu intestino como un buen amigo que trae sopa cuando estás malito.

Además, su bajo índice glucémico significa que no dispara tu azúcar como una montaña rusa. Todo lo contrario: regula con calma, suavidad y eficiencia, como una buena medicina digestiva.

• Betacarotenos: las de color naranja; para cuidar tu piel, tu vista y tu sistema inmune.

• Antocianinas: en las moradas, que combaten el cáncer, previenen coágulos y rejuvenecen tus células más que un spa de lujo.

• Prebióticos naturales: alimentan tu flora intestinal, esa comunidad de microbios que decide más cosas sobre ti de las que imaginas (incluido tu humor, tu digestión y hasta tus antojos).

• Enzimas antioxidantes como la superóxido dismutasa (suena a algún personaje, pero es real y muy poderosa).

• Minerales esenciales como potasio, hierro y cobre. ¿Quién necesita un multivitamínico en pastilla teniendo una batata?.

Primero, olvida la freidora. La clave está en hornearla a baja temperatura y no mucho tiempo, o cocerla al vapor. Esto libera sus nutrientes, especialmente el betacaroteno, como si fuera oro nutricional.

Y si lo acompañas con una grasa saludable, piensa en aceite de coco, aguacate o mantequilla buena, tu cuerpo la absorberá mucho más.

Siento decirte que evites hervirla, pues pierde parte de su magia, y si la pelas, sumérgela en agua con un poco de limón o cocínala de inmediato para que no se oxide y pierda sus maravillosas propiedades.

Además si después de cocinarla la dejas en nevera potencias aún más sus propiedades prebióticas.

Aquí te dejo una receta que suele gustar mucho y potencia todas las propiedades de la batata, a ver si a ti también te gusta, porque comer sano no tiene que ser aburrido.

Ingredientes:

◦ 2 o 3 batatas (de las naranjas o moradas, si puedes)

◦ Coco rallado (sin azúcar)

◦ 1 litro de yogur griego natural

◦ 1 cucharada de aceite de coco

Preparación:

1. Pela y corta las batatas en trozos de 2 cm. Cocínalos al vapor por 10 minutos.

2. Enfríalos y colócalos en pinchos.

3. Úntalos con aceite de coco y luego con el yogurt griego.

4. Llévalos a una plancha unos 3 minutos por lado, hasta que se doren un poco.

5. Al terminar, pásalos de nuevo por el yogurt y por el coco rallado y espolvorea sal si te gusta el contraste dulce-salado.

El yogur + la batata = combo probiótico + prebiótico, ideal para tu microbiota intestinal.

La batata no cura corazones rotos pero sí los fortalece.

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