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Si cada maestrillo tiene su librillo, cada bar, tasca o restaurante tiene su ensaladilla, ese plato tan reconocido de la gastronomía nacional, que cada uno interpreta como quiere, algunos con acierto, otros con un exceso de creatividad de dudosa eficacia, por ser generoso. Una de las ensaladillas que más me había sorprendido en los últimos tiempos era esa que se inventó el cocinero Ale Mederos en su delicioso Anteo, uno de los restaurantes recomendados en la Guía Gastronómica de CANARIAS7.
Se trata de una ensaladilla de papa asada, con anchoa y bonito, acompañada de encurtidos y camarón pipa. Equilibrada, potente, divertida, sorprendente. Un bocado que se queda en el recuerdo y que uno desea convertir en rutina. Fue uno de los nuevos platos de Mederos en su glorioso retorno a la cocina, con el que dio un puñetazo en la mesa y dijo aquello de «aquí estoy, he vuelto».
Unos buenos amigos de Mederos, los hermanos Miguel y Alberto Herrera, que están al frente de ese paraíso llamado Camino al Jamonal, también recomendado por este periódico, presentaron recientemente un plato que visualmente excita al comensal, utilizando como base la exitosa ensaladilla de la casa, que hasta ahora se podía comer en su versión caramelizada o en su versión básica, de serie. La incorporación de platos nuevos en esta tasca ya es noticia, pero la aparición estelar de la ensaladilla con gambas al ajillo ha creado, en tiempo récord, un numeroso club de fans.
Ya tenía informes de un par de enviados, todos de buen criterio en la sacrificada labor del buen comer, que me habían avanzado que esta curiosa combinación tiene un sabor a la altura de las expectativas, y por fin, en una cena reciente, pude comprobar que este invento familiar, ahora llevado al ruedo para deleite de todos, es tan efectivo como adictivo. Fiel a la filosofía del local, sin mayores alardes y apostando ciegamente por el concepto de producto que tan bien les funciona, la lógica exitosa de este plato es aplastante: si la ensaladilla ya arrasa, hasta en su versión dulce con ese caramelo marca de la casa, ¿por qué no la coronamos con unas gambas al ajillo, que gusta a todos?
Me dieron ganas de pedirme tres más, pero mi acompañante aportó una buena dosis de cordura, tan necesaria en barras tan solventes, y seguimos saboreando platos más icónicos aquí como la ropa vieja con huevos fritos, un plato de la mejor cecina de León, una buena ración de anchoas bien bañadas en aceite de oliva de la máxima calidad..., y un vino palmero de Victoria Torres. ¿Qué podía salir mal? Hubo hasta una pequeña sobremesa nocturna, con alguna joya líquida que ya comentaremos más adelante.
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