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Pere Aragonès, en un acto electoral de ERC. EFE

El cordón sanitario del secesionismo contra el PSC eleva la tensión

Aragonès va más allá de negarse a pactar con los socialistas y se compromete a no aceptar sus votos para la investidura

Cristian Reino

Barcelona

Jueves, 11 de febrero 2021, 17:56

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El cordón sanitario que el secesionismo ha levantado contra el PSC, en el que todas las fuerzas independentistas se comprometen a no pactar con los socialistas tras el 14-F, retrotrae a la política catalana de inicios de siglo y avisa que la dinámica de bloques puede mantenerse después de los comicios del domingo. En 2006, Mas firmó ante notario que no pactaría con el PP. Dos legislaturas después, si te visto, no me acuerdo. Es más, en 2012 puso en marcha el proceso secesionistas cuando aún gobernaba de la mano del entonces PP de Alicia Sánchez Camacho.

El independentismo vuelve a apostar por el cordón sanitario, como golpe de efecto al final de la campaña. Aunque el día después de que JxCat, ERC, PDeCAT, la CUP y Primaries hicieran público un manifiesto en el que, por escrito, prometen que «sea cual sea la correlación de fuerzas surgida de las urnas, en ningún caso se pactará la formación de Govern con el PSC», algunos dirigentes, como Pablo Iglesias, Carlos Carrizosa o Alejandro Fernández, advirtieron de que después del 14 de febrero será «papel mojado». Entre otras cosas, porque esos pactos entre grupos independentistas y los socialistas ya existen, como el que tienen ERC y el PSOE en el Congreso o Junts y el PSC en la Diputación de Barcelona. Está por ver qué efectos tiene el manifiesto y si le servirá incluso a Illa para movilizar a la parroquia no soberanista, que según las encuestas está más perezosa de ir a votar.

De momento, ha animado el final de la campaña electoral, no ha rebajado los recelos entre JxCat y ERC y deja entrever nervios en las filas independentistas, ante el triple empate que reflejan los sondeos entre socialistas, republicanos y postconvergentes. La campaña empezó como un 'todos contra Illa' y acaba igual, pero con aún más intensidad contra el dirigente socialista, que este jueves aprovechó para apelar al voto útil no secesionista y para presentarse como la única alternativa al proyecto nacionalista, que a su juicio es de «bronca» y «confrontación» y del que es necesario pasar página cuanto antes.

El exministro, en el centro de la polémica también por no haberse hecho una prueba de antígenos antes del debate de TV3, calificó el manifiesto secesionista de «foto de Colón» de los independentistas», en referencia a la imagen que PP, Ciudadanos y Vox exhibieron en una manifestación celebrada en Madrid contra el Gobierno y de la que algunos de los protagonistas que posaron juntos se arrepintieron después. Un pacto «antiIlla», dijo que representa a su entender la «perpetuación del odio, de la confrontación y de la decadencia». «Quieren más de lo mismo», remató.

En la órbita de ERC fruncían el ceño con el manifiesto, pues veían la sombra alargada de Puigdemont. Aunque ERC_insistió en que su posición y su negativa a pactar con los socialistas es definitiva. Y que si ha firmado el documento es porque el partido «tiene palabra» y esta es la estrategia que ha defendido durante la campaña.

JxCat duda

JxCat, no obstante, volvió a dejar caer que los republicanos tienen segundas intenciones. El argumento que puso sobre la mesa Laura Borràs fue que el firmante del documento por parte de los republicanos no fue Pere Aragonès, como es el caso de los otros cuatro que sí son los cabezas de cartel, si no que estampó su rúbrica Sergi Sabrià, director de la campaña.

La explicación que dieron los republicanos fue que los impulsores de la iniciativa, un pequeño y desconocido colectivo llamado Catalanes por la independencia, creado por exdirigentes de la ANC críticos con la dirección, se presentaron en la sede de ERC para pedirles que firmaran el manifiesto. Y que como Aragonès estaba en un mitin, tuvo que firmar Sabrià. No se trata en este caso de un documento suscrito en un acto solemene por las cinco formaciones, como sí fue el veto de Mas a pactar con el PP o el mismo Pacto del Tinell, de 2003, escenificado con toda la pompa.

Aragonès, en cualquier caso, y para los que aún tienen dudas de qué hará ERC si gana los comicios y necesita los votos de los socialistas, aseguró que «no aceptará los votos del PSC para su investidura». Esquerra se cierra puertas en vísperas de las elecciones, entre el temor a que JxCat esté preparando un adelantamiento final como el de 2017, y por las dudas que tienen en torno a 300.000 votantes del mundo soberanista a tres días de los comicios.

Laura Borràs añadió presión sobre ERC y le exigió que amplíe el cordón sanitario y lo haga extensivo al Congreso, para que los republicanos dejen de apoyar al Gobierno de Pedro Sánchez. «Se nos dice que es imposible pactar con el PSOE pero en Madrid siempre que han tenido que escoger entre PSOE o Junts, entre Sánchez o Laura Borràs, han escogido PSOE y Sánchez», criticó. «Entre el PSOE y Cataluña, siempre escogemos Cataluña», le replicó Aragonès.

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