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«En el caso de las Islas Canarias los datos son concluyentes. Entre noviembre de 2022 y el mismo mes de 2023 el número de viviendas vacacionales oficialmente registradas se incrementó en un 25,7%, pasando de 38.603 a 48.541 viviendas vacacionales en todo el ámbito del archipiélago».
La frase está extraída del anteproyecto de ley de ordenación de la actividad del alquiler vacacional que esta semana ha presentado la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias y que ha generado un intenso debate en el sector.
En el preámbulo del mismo se analiza el fenómeno del alquiler vacacional y se comparan los datos de su progresión como negocio con la realidad habitacional e incluso demográfica de las islas.
Se advierte, además, que «la proliferación de viviendas de uso turístico o vacacionales es un fenómeno generalizado a nivel global, especialmente significativo en toda Europa, y que responde a multitud de factores, entre los que destaca el auge de las plataformas de comercialización de alojamientos, la expansión y masificación del turismo propiamente urbano, el impulso a la libre prestación de servicios a través de la transposición del marco regulatorio de la Unión Europea, la difusión de los mecanismos de economía colaborativa, el crecimiento de la conectividad y la facilidad para los desplazamientos, a lo que debe añadirse para el archipiélago canario el atractivo de la bondad de su clima, su carácter turístico no estacional y la consiguiente rentabilidad de la actividad».
¿Cuál es la realidad por islas? Pues muy diferente. El Gobierno ofrece datos a fecha de 25 de marzo de este año, con el siguiente desglose:
-Lanzarote: 7.577 viviendas y 33.743 plazas.
-Fuerteventura: 7.046 viviendas y 27.952 plazas.
-Gran Canaria: 13.229 viviendas y 55.150 plazas.
-Tenerife: 22.756 viviendas y 91.791 plazas.
-La Gomera: 1.119 viviendas y 3.698 plazas.
-La Palma: 1.667 viviendas y 6.201 plazas.
-El Hierro: 544 casas y 1.875 plazas.
El montante total son 53.938 viviendas vacacionales y 220.409 plazas.
La Consejería de Turismo agrega que para «un correcto entendimiento de la repercusión del fenómeno del uso turístico de viviendas en el archipiélago canario», hay que comparar esas cifras con las de población, con el siguiente resultado: «el número de plazas de vivienda vacacional registradas hoy supera a la suma total de la población de las islas de Fuerteventura y La Palma, y es muy superior a la suma del total de las poblaciones de las islas de Lanzarote, La Gomera y El Hierro, y representa el 10% del total de la población de las Islas Canarias».
Porcentualmente hablando, el número de plazas ofertadas en la isla de El Hierro en esta modalidad alcanza el 16,10% de su población; en Fuerteventura el 22,53%; en La Gomera el 16,68%; el 7,39 en La Palma; el 21,22 en Lanzarote; el 6,43% en Gran Canaria y el 9,72% en Tenerife, «lo que permite ponderar aquellos indicadores referidos a la proporción entre población residente y turistas, en este caso limitados a la modalidad alojativa de vivienda vacacional».
Respecto del porcentaje de viviendas turísticas sobre el total de viviendas censadas la provincia de Las Palmas presenta un dato del 4,37%, mientras que la de Santa Cruz de Tenerife es un 3,78%.
En el ámbito municipal, la Consejería destaca que las viviendas vacacionales ya son el 22% del parque inmobiliario de Yaiza; el 21,50% de La Oliva; el 10,62% en San Bartolomé de Tirajana; el 13,35% en Adeje; el 10,72% en Hermigua; el 8,06% en Frontera y hoy el 8,35% en Fuencaliente de La Palma.
Para colocar las cosas aún más en su contexto, Turismo hace hincapié en «la caída drástica del número de viviendas construidas en Canarias desde la crisis financiera desde el 2008, de tal modo que en el año 2022 tan solo se han construido 2.782 viviendas, frente a las 3.011 viviendas construidas en el año 2021, 1.341 en el año 2020, 3.103 en el año 2019 o 2.192 en el año 2018. Todo ello sin dejar de reseñar que en el año 2020 y 2021 no se construyó ninguna vivienda protegida en Canarias, al igual que en el año 2018, y tan solo 60 viviendas protegidas se construyeron en el año 2019 y 208 en el año 2022».
Los datos anteriores, concluye Turismo, «indican que reponer para un uso residencial permanente las 53.938 viviendas destinadas a un uso turístico actualmente y a un ritmo medio de construcción total de viviendas de 3.000 al año se necesitarían 18 años para alcanzar tal reposición, al margen claro está del número adicional de viviendas que exige el crecimiento poblacional anual. En el mismo sentido debe reseñarse que el anteriormente citado ritmo de crecimiento de un 25% de viviendas destinadas a un uso turístico en un solo año, puesto en relación con el número de viviendas construidas cada año, reflejaría un aumento de casi 7.000 viviendas al año en el déficit de viviendas destinadas a un uso residencial permanente como domicilio habitual».
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