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La falta de stock por la crisis de suministro global, el regreso del impuesto de matriculación y unos hogares que no terminan de ver del todo claro el final de la crisis pandémica. La industria del motor atraviesa por uno de sus peores momentos después de un 2021 que, según datos de la patronal ANFAC, cerró con una caída de las matriculaciones del 18,7%. Y todavía un 32% inferior al de 2019, el año previo al estallido de la crisis.
En este entorno en el que recuperar los niveles de ventas parece extremadamente complicado, las empresas del sector se enfrentan al reto de posicionarse en el mercado del vehículo eléctrico. Un segmento que ya el pasado año, en plena crisis del sector, aumentó su peso de forma notable en el mercado.
En concreto, uno de cada tres vehículos que se vendió en España pertenecía a la categoría de eléctricos, híbridos o de gas, tras aumentar un 55,2% respecto a 2020. De hecho, en el mes de diciembre, se alzaron como primera opción de compra en el caso de los turismos.
«Estamos viendo una inversión significativa por parte de los fabricantes para aumentar su capacidad de producción de baterías. Algunos de ellos siguen trabajando en alianzas y joint ventures con otras compañías, pero otros cuentan ya con el conocimiento necesario para construir y poner en marcha sus propias plantas», explica Andreas Ries, socio de KPMG en Alemania.
La consultara acaba de hacer público su informe anual 'Global Automotive Executive Survey 2021 (GAES 2021)', en el que deja patente que el sector se está empezando a preparar para los fuertes cambios que se avecinan. Tanto en el conjunto de los países participantes en este informe como en Europa Occidental, los encuestados anticipan que el coche eléctrico alcanzará en 2030 una cuota de mercado de alrededor del 50% en Japón, China, Estados Unidos y Europa Occidental.
Pero hay más divergencia en torno al precio de estos vehículos, algo clave para atraer al consumidor y que se cumplan las expectativas de ventas. Por ejemplo, en España, el porcentaje de encuestados que prevé que la paridad entre los precios del vehículo eléctrico y del vehículo de combustión será una realidad en 2030 es 12 puntos inferior al global y se sitúa 9 puntos por debajo del de Europa Occidental (61%).
Además, casi dos de cada tres directivos españoles (64%) señalan que el vehículo eléctrico no puede generalizarse en los próximos 10 años sin subvenciones del Gobierno, un porcentaje que triplica el dato global (21%) y duplica sobradamente el de Europa Occidental (30%).
Los principales directivos del sector encuestados también advierten del problema que supone para una rápida adopción del vehículo eléctrico la escasa disponibilidad de infraestructuras de recarga públicas.
De hecho, los expertos de KPMG recuerdan en su informe que la Unión Europea (UE) sigue muy lejos del objetivo fijado por el Pacto Verde Europeo para contar con un millón de puntos de recarga para 2025.
Por eso, algunos fabricantes europeos han optado por cerrar acuerdos con empresas de energía para acelerar el despliegue de estas infraestructuras que, además, ponen de manifiesto la necesidad de invertir en electrolineras y en el desarrollo de vehículos de carga rápida. Según la encuesta, el 91% de los directivos españoles considera que los conductores estarían dispuestos a esperar, como mucho, 30 minutos para recargar el 80% de las baterías de sus vehículos.
El informe de KPMG también demuestra que la digitalización está transformando al sector a pasos agigantados. Un ejemplo es que casi cuatro de cada cinco directivos anticipan que en 2030 los fabricantes efectuarán al menos el 40% de las ventas de vehículos nuevos por Internet, sin intermediarios.
Está disrupción tecnológica provocará que, como ya ha ocurrido en otras industrias, gigantes como Google, Apple, Amazon, Huawei o Samsung entren en el mercado. De hecho, la mayoría de encuestados considera que estas firmas contarán con su propia marca de vehículos. Y es que a la disrupción tecnológica hay que sumar los enormes niveles de caja acumulados por este tipo de empresas, que auguran un mercado de fusiones y adquisiciones muy activo en los próximos años.
Quizá esta sea una de las soluciones al daño que la pandemia ha provocado al sector, muy afectado también por el entorno de elevados precios de las materias primas. En concreto, el 68% de los encuestados en España se manifiesta muy o extremadamente preocupado por el impacto de la volatilidad de los precios de las commodities en su negocio.
El 55% anticipa que el coste y la complejidad de las tarifas, normas de comercio y otras regulaciones aumentarán en los próximos cinco años. Y la escasez de mano de obra también es motivo de preocupación entre los directivos, sobre todo ante la mencionada disrupción tecnológica que requerirá de nuevas capacidades.
Aunque el dato global es que el 55% expresa su inquietud al respecto, en países como EE UU y Alemania se incrementa a siete de cada diez encuestados (70% y 69%, respectivamente). Ya en septiembre de 2021, el US Bureau of Labor señaló que la cifra de vacantes en la industria de bienes de duración alcanzaba las 500.000, mientras que el presidente de la Agencia Federal de Empleo alemana afirmó este verano de que sería necesario incorporar anualmente 400.000 trabajadores inmigrantes cualificados para satisfacer la demanda del mercado laboral germano.
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