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Aythami Alonso
Viernes, 23 de octubre 2020, 13:07
Uno de cada tres turismos que sale de las cadenas de montaje de Mercedes-Benz es un SUV, por lo cual tiene sentido que la marca haya reforzado su oferta en este segmento y concretamente en la categoría más exitosa en Europa: la compacta, donde pugnan por la hegemonía infinidad de modelos europeos y asiáticos.
Respecto a la nueva Clase B (monovolumen), el GLB tiene una batalla 10 cm más larga, hasta completar 2.829 mm, distancia extra que resulta clave en la tarea que le ha sido encomendada, como es dar cabida a siete pasajeros.
Por un precio de 980 euros se puede solicitar la tercera fila de asientos, que puede quedar inhabilitada plegándola en el propio maletero, en caso de necesitar más espacio para equipaje. El volumen máximo del mismo (con cinco asientos) oscila entre 560 y 1.755 litros, mientras que con siete plazas habilitadas la capacidad queda reducida a 130 litros.
El acceso a las dos plazas posteriores requiere cierta habilidad contorsionista, y la propia marca lo desaconseja para viajeros de más de 1,69m de estatura. Mediante un tirador abatimos hacia delante el respaldo de la segunda fila y al mismo tiempo la deslizamos longitudinalmente (hasta 16 cm). Esta posibilidad de ajustar la banqueta central por separado (60:40) propicia un mayor confort de las dos plazas extra.
Estética inconfundible
A nivel diseño, el GLB toma los rasgos característicos de sus hermanos, aunque ejecuta una interpretación personalizada de la zaga, basada en formas rectilíneas, muy alejadas de las redondeces de GLA y GLC, pero es el peaje que debe pagar para dar cobijo a dos pasajeros en la cabina posterior.
«Su diseño icónico confiere al Mercedes-Benz GLB un carácter inconfundible de SUV», destaca Gorden Wagener, jefe de Diseño de Daimler AG. «Las formas nítidas con reducción de líneas y aristas se combinan con superficies expresivas y transmiten nuestra filosofía de diseño, recogida en el término claridad sensual».
Habitáculo presidido por la ergonomía
También el interior del GLB presenta coincidencias con modelos cercanos, como es lógico, siendo el sistema de pantalla 'widescreen' y las toberas de aireación aeronáuticas sus señas de identidad, a lo que se suma la profusión de inserciones en aluminio encargadas de aportar un ambiente tecnológico.
La postura de conducción es muy cómoda y la ergonomía preside la estancia a bordo, si bien el volante multifunción permite el control de la práctica totalidad de los sistemas: cuadro de instrumentos digital, multimedia, audio, etc. Por si fuera poco se puede complementar con el control por voz a la orden de «¡Hey Mercedes!». Bajo mi punto de vista existe un único elemento mejorable, como es la ausencia de un reposapiés en el lado del conductor, pues al disponer de cambio automático el pie izquierdo no se utiliza y queda algo desubicado.
Cambio de doble embrague y tracción 4MATIC
Todas las versiones GLB disponen de cambio de doble embrague, siendo de ocho relaciones las tres variantes diésel: 200 d (150 CV, tracción delantera), 200 d 4MATIC (150 CV, tracción total) y 220 d 4MATIC (190 CV, tracción total). En gasolina existen dos configuraciones «civilizadas»: 200 (163 CV, cambio de 7 marchas con tracción delantera) y 250 4MATIC (224 CV, cambio de 8 marchas con tracción total), a las que su suma la estratosférica versión AMG con 306 CV, por supuesto de 8 relaciones y tracción integral.
Para este test, el concesionario Flick Canarias nos ha cedido una versión muy equilibrada: 200 d 4MATIC, diésel de dos litros (OM 654q) con 150 CV y 320 Nm de par, acoplado al cambio DCT de 8 marchas con tracción a las cuatro ruedas, un prodigio de progresividad capaz de movernos con soltura y agilidad sin apenas esfuerzo, a lo que se suman unos valores de consumo bastante ajustados. El fabricante ha homologado 5,5 litros/100 km, que en esta prueba, con subida a la cumbre de Gran Canaria, se situó en 7,1 litros.
El cambio de doble embrague tiene un funcionamiento sedoso, especialmente con el modo de conducción «Eco» seleccionado. Si optamos por el modo «Sport», se aprecia con mayor vigor el salto entre marchas, sobre todo si utilizamos las levas del volante para cambiar.
La tracción integral 4MATIC dispone de tres diagramas de reparto motriz que se pueden activar por medio del interruptor DYNAMIC SELECT: durante la conducción en el modo de carretera se elige para el programa de conducción Eco/Comfort una distribución de 80:20 entre el eje delantero y el eje trasero. En el modo Sport esta relación es de 70:30. En el modo para todoterreno, en cambio, el embrague de discos de la tracción integral asume la función de un bloqueo longitudinal, y la distribución básica de la fuerza es equilibrada, 50:50.
Igualmente asociado al sistema 4MATIC viene el paquete técnico Offroad, que incluye un programa adicional de conducción encargado de suavizar la entrega de potencia del motor y la activación del ABS en condiciones fuera carretera. Asímismo permite visualizar en la pantalla central una interpretación realista de la pendiente, el ángulo de inclinación lateral y los ajustes técnicos ayuda a estimar correctamente la maniobra de conducción.
La ayuda para descender pendientes Downhill-Speed-Regulation (DSR) mantiene automáticamente una velocidad preseleccionada entre unos 2 y 18 km/h, que el conductor puede consultar en el visualizador del cuadro de instrumentos y en el Head-up-Display opcional.
Comportamiento equilibrado
Los 1.735 kg reflejados en la ficha técnica del GLB 200 d 4MATIC, así como sus 150 CV de potencia, hacen presagiar un comportamiento torpe del nuevo SUV alemán, pero nada más lejos de la realidad, pues a la ya comentada diligencia del turbodiésel se suma una muy buena manejabilidad, en la que destaca una lograda cinemática de la suspensión (McPherson delante y multibrazo detrás) que atenúa el balanceo de la carrocería.
Esto ha permitido a los responsables de la parte ciclo montar unos muelles de especificaciones blandas, que llevan aparejado un alto grado de confort y baja rumorosidad que hacen las delicias de los usuarios que gustan de hacer viajes largos.
La generosa dotación de ayudas a la conducción y el cambio automático son dos factores que propician una conducción relajada y placentera. Gracias al sistema mejorado de cámaras y radares, el GLB puede anticiparse hasta 500 m. a lo que sucede por delante y conducir de forma semiautomática en determinadas situaciones. Por ejemplo, mediante la utilización de los datos cartográficos y de navegación para adaptar confortablemente la velocidad por intervención del asistente activo de distancia DISTRONIC antes de entrar en una curva, un cruce o una rotonda. A ello hay que añadir, como nueva función del asistente activo de dirección, un asistente activo para cambio de carril intuitivo y fácilmente comprensible.
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