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Banco Sabadell ha presentado al mercado su hoja de ruta para continuar su camino en solitario. La entidad ha presentado este viernes al mercado un nuevo Plan Estratégico 2021-2023 con el objetivo de alcanzar una rentabilidad del 6% para entonces, desde el 1,25% actual. Para ello, entre otras cosas, ha anticipado un nuevo plan de ajustes que se llevará a cabo en el primer trimestre de 2022.
En la documentación remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el banco no ha especificado cómo se llevará a cabo la nueva reestructuración, pero el consejero delegado de la entidad, César González-Bueno, ha explicado durante la presentación a analistas que «el detalle de personas y oficinas se conocerá en el futuro».
Sacando la calculadora, se puede hacer una estimación de a cuántos empleados afectaría el recorte, que llegaría tras la reciente salida de 1.800 trabajadores que se completó en marzo mediante prejubilaciones, a lo que se suman otras 500 prejubilaciones previstas para este año.
Teniendo en cuenta que el recorte pactado el pasado año con los sindicatos implica una reducción de gastos para este año de 140 millones de euros y que con el planteado se aspira a una cifra de 100 millones, las salidas tendrían que rondar las 1.285 para cumplir con el objetivo.
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Desde la entidad insisten en que los 100 millones de ahorros estimados corresponden a «orientaciones generales», por lo que la cifra final que se conocerá previsiblemente en el tercer trimestre de este año podría variar arriba o abajo. «Seremos el jugador más pequeño de España y tenemos la base de costes muy por encima de los otros cuatro jugadores», ha expresado González-Bueno durante su intervención ante los analsistas.
Aunque sin detalles todavía, este nuevo ajuste se financiará con las plusvalías de la cartera de renta fija.
Un proceso que llega además en plena confrontación entre el Gobierno y el sector bancario por el severo proceso de salidas que se está llevando a cabo, especialmente en BBVA y en CaixaBank, tras su fusión con Bankia. Por no mencionar un modelo de prejubilaciones que no gusta, ni mucho menos, al Ejecutivo, que lleva semanas inmerso en una cruzada para limitar los despidos en el sector.
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César González-Bueno lleva meses trabajando en esta nueva hoja de ruta, que el mercado confía en que otorgue una mayor claridad sobre el futuro del banco tras la ruptura de las negociaciones el pasado año para fusionarse con BBVA.
La entidad ha recuperado el favor de los inversores, con un rebote de más del 80% en lo que va de año, aunque su cotización se hundía este viernes un 6,5% hasta los 0,63 euros por acción. Entre las cosas que no han gustado a los inversores podría estar la falta de detalle sobre la futura política de dividendos. El banco asegura que la tendrá, pero no ha especificado ni el cómo ni el cuándo, tras suspenderla el pasado año como consecuencia de las exigencias del banco Central Euroeo (BCE) a todo el sector.
Pese a todo, el directivo se ha mostrado «muy optimista con el futuro del Sabadell» y su capacidad para alcanzar ese 6% de rentabilidad. Un dato que, pese al notable repunte respecto a cifras actuales, aún se sitúa por debajo del coste de capital (que ronda entre el 8% y el 10%). Hay que tener en cuenta, eso sí, que el plan se desarrolla en un corto periodo de tiempo, en el que resultaría casi de ciencia ficción alcanzar cifras mayores.
Con estas estimaciones, la entidad calcula que el beneficio para 2023 rondaría los 670 millones de euros, todavía algo por debajo de los 768 millones de 2019, antes de la pandemia. Unas previsiones «conservadoras» acompasadas a la evolución económica prevista.
El grupo prevé alcanzar su pico de morosidad en 2022, con un nivel del entorno del 5%. «Son niveles gestionables, que se reducirán en 2023, con una cobertura estable en los dos años», ha explicado durante la presentación a analistas el director financiero del banco, Leopoldo Alvear. El plan contempla en este sentido una reducción del coste de riesgo hacia un nivel de 45 puntos básicos para el total del Grupo (55 puntos básicos exTSB).
Con toda esta batería de medidas, el banco aspira a llegar al final de su nuevo plan estratégico con un ratio de capital CET 1 fully-loaded (el de máxima calidad) por encima del 12%.
González-Bueno ha confirmado que su hoja de ruta estará centrada en la digitalización. Todo en un momento en el que desde la entidad confirman una fuerte reducción en la demanda experimentada en servicios como ingresos en efectivo (-68%), reintegros (-68%) o actualización de libretas (-55%). Solo en el primer trimestre del año se redujo en un 20% los empleados en oficina dedicados a banca de particulares, «con potencial de reducción adicional», según han indicado desde la entidad.
Respecto a la posibilidad de elevar las comisiones a los clientes menos rentables, una tendencia que se ha extendido en todo el sector, desde la entidad reconocen que están revisando la estrategia de los «clientes no leales», aunque aseguran que «no queremos aumentar las comisiones de mantenimiento, sino más vinculación de los clientes para aumentar los ingresos por comisiones en los productos de valor añadido». En este sentido, aseguran que están intentando ganar cuota de mercado en el negocio de fondos de inversión.
En cuasto al coste de depósitos para pymes y coorporativo, la entidad ya está cobrando unos 40 puntos básicos al sector, una cifra que confirman que se mantendrá mientras los tipos de interés sigan negativos.
Acompañando a los ajustes, tres pilares marcarán la línea de negocio del banco a partir de ahora: afianzar el liderazgo en empresas, donde ya tiene una penetración del 40%, la transformación del negocio minorista y la renovada apuesta por su filial británica TSB.
En el segmento de empresas, la entidad pretende crecer con «la especialización de la red, aportando soluciones y acompañando en la internacionalización de las empresas españolas y en su programa de especialización vertical por sectores actualmente en marcha». Asimismo, se apoyará en las capacidades de la unidad de Banca Corporativa para dar respuestas especializadas en Middle Market a pymes y aprovechará las oportunidades del efecto multiplicador del crédito que se derivarán del proyecto Next Generation EU.
El segundo eje se centra en la revolución de su cliente retail, «con un modelo de negocio totalmente digitalizado para los procesos de préstamos al consumo, medios de pago y cuentas corrientes». Por su parte, lacomercialización de hipotecas, productos de ahorro, inversión y seguroscontará con un modelo mixto de distribución, a través de canales remotos y el soporte personal de gestores especializados en oficinas.
Y, por último, el 'empujón a TSB' a través del negocio de hipotecas «y se financiará con sus propios depósitos», indican desde la entidad. «Estos crecimientos de volúmenes traerán consigo un impulso en el margen TSB, que contribuirá positivamente a la cuenta de resultados del Grupo y espera alcanzar un ROTE superior al 6% en 2023».
La filial ya redujo en 2020 su plantilla. En total, 5.800 empleados menos respecto a 2019, con un 46% menos de oficinas (290 sucursales).
Por otro lado, la división de Banca Corporativa mantendrá su estructura por unidades de cliente para gestionar la relación con las grandes corporaciones y respecto a los negocios en el exterior, exTSB, «la entidad concentrará sus esfuerzos en optimizar su uso de capital».
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