En el ADN de las empresas canarias
En pandemia, de nuevo las empresas canarias han demostrado que saben de RSC, como igualmente cuando La Palma se vio sometida a una grave crisis por la erupción del volcán
FRANCISCO SUÁREZ ÁLAMO
Viernes, 4 de marzo 2022, 01:00
Mucho antes de la responsabilidad social corporativa (RSC) hubiese sido bautizada, las empresas canarias ya la ejercían. Sin saber pero lo hacían.
Era cuestión de las circunstancias, que no eran precisamente favorables a eso de arriesgar el capital propio o el prestado por los bancos. A saber: en un territorio alejado del continente del que se depende política y administrativamente, fragmentado en ocho islas y sujeto, por tanto, a unos sobrecostes productivos que son permanentes, quien hacía empresa hacía, de paso, sociedad. Hacía progreso. Hacía empleo. Hacía infraestructuras...
Así, no es de extrañar que los callejeros de Canarias estén llenos de nombres de empresarios, tanto nacidos en las islas como peninsulares y extranjeros. Gentes que poco a poco, al tiempo que veían como sus empresas crecían, también lo hacía la tierra donde tenían sede o aquella donde se expandían. Y más mérito tiene que, pese a todas esas circunstancias que condicionaban producir, hubiera emprendedores dispuestos a saltar a otros territorios. Primero a otras islas y después a la península y también al extranjero. Incluso a África, donde invertir fue durante mucho tiempo -y hoy lo es en ciertos países- una cuestión de alto riesgo por la inseguridad jurídica y la inestabilidad política.
Y tampoco es de extrañar que naciera, por ejemplo, de un movimiento social donde las empresas tuvieron mucho que ver la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Su creación, traumática como pocas por las trabas políticas, es un caso paradigmático de responsabilidad social corporativa nacida de modo voluntarista. Como también el Consejo Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria es, de alguna manera, la concreción de la RSC en forma de institución.
En pandemia, de nuevo las empresas canarias han demostrado que saben de RSC, como igualmente cuando La Palma se vio sometida a una grave crisis por la erupción del volcán el pasado año. Son ejemplos que ilustran que, más allá de las normativas legales, la RSC estuvo, está y seguramente estará anclada en la actividad empresarial de las islas. Pero no como una obligación, sino como parte del ADN del emprendedor.
Ponerlo en valor no está de más en estos tiempos de memoria frágil, debates de trincheras y sociedad líquida que vivimos.
