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Cuatro historias de carteros que están ayudando a los afectados por el coronavirus

Cuatro historias de carteros que están ayudando a los afectados por el coronavirus

Los trabajadores voluntarios de Correos hacen posible que 200 iniciativas solidarias salgan adelante para ayudar a la ciudadanía a mitigar los efectos del Covid-19.

Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Los trabajadores voluntarios de Correos hacen posible que 200 iniciativas solidarias salgan adelante para ayudar a la ciudadanía a mitigar los efectos del Covid-19

Correos lleva tres siglos acompañando a la sociedad española. Más de 300 años en los que la empresa postal pública siempre ha tenido clara su función principal: servir a los ciudadanos y hacer su vida más fácil. En los mejores tiempos, pero también en épocas de crisis y etapas difíciles, Correos siempre ha estado a disposición de todo el país, y en una situación excepcional como la que estamos viviendo no podía ser menos. Así, la empresa está contribuyendo a paliar los efectos de la pandemia del Covid-19 con lo mejor que tiene: el compromiso y vocación de servicio público que cada día demuestran sus trabajadoras y trabajadores cuando la sociedad más los necesita, participando en más de 200 iniciativas solidarias. Acercando la compra del súper a las casas de los mayores o llevando comida a familias en situación de vulnerabilidad, estas son algunas historias de quienes lo hacen posible.

Julio Amate

46 años. Gádor (Almería)

“Los carteros estamos mucho en la calle: a la misma hora en el mismo sitio ves a la misma señora comprando el pan, al señor que va andando al campo... Y los mayores, los más vulnerables, salen mucho a la calle”, dice. Por eso se le ocurrió poner en marcha una iniciativa de ayuda a las personas mayores o impedidas del pueblo: llevarles las medicinas a casa para que no tuvieran que exponerse a ningún riesgo. “Hablamos con el jefe provincial, con la alcaldesa y con el dueño de la farmacia y todos se implicaron desde el primer momento”, manifiesta. Así, desde el 26 de marzo las personas mayores o enfermas pueden llamar a la oficina de Correos y Julio se acerca a sus domicilios. “En una bolsita de papel proporcionada por la farmacia, el ciudadano mete su cartilla, una nota o el cartón del medicamento y la llevo a la farmacia con todas las medidas de seguridad”, narra. Cuando la farmacia tiene listo el pedido, lo recoge y antes de terminar su turno lo devuelve al domicilio con las mismas precauciones.

“Hacemos una media de 6 o 7 repartos al día y la gente quiere darnos hasta propina, pero no la aceptamos”, se ríe. “No lo hacemos por dinero, sino por cuidarnos entre todos un poquito más”, reconoce. “En los pueblos los carteros tenemos mucho contacto con la gente y ahora sabes quién está malito o a quién le hacía los recados el hijo o el vecino y ahora no pueden. Y ese es el espíritu de Correos: dar un servicio público real y ayudar a los ciudadanos”, afirma convencido.

Beatriz Zurita

33 años. Madrid

Desde hace una semana algunas familias de Puente de Vallecas esperan a Beatriz en las puertas de sus casas. Ya le tienen la hora cogida a esta trabajadora de Correos, que de manera altruista reparte en su furgoneta alrededor de 80 menús diarios a personas vulnerables o en riesgo de exclusión gracias a la iniciativa #ChefsForSpain, puesta en marcha por World Central Kitchen, la ONG del chef José Andrés. Esta iniciativa lleva desde finales de marzo llevando comida a hospitales, hoteles medicalizados, parroquias o familias sin recursos y no hace más que ampliar su reparto de menús. “En mi departamento empezamos repartiendo casi 1.000 menús por diferentes barrios de Madrid y en una semana han subido a 1.500”, dice Beatriz. En total, esta iniciativa reparte alrededor de 10.000 menús por toda la ciudad, además de haberse puesto en marcha en otras localidades como Barcelona o Valencia.

“La gente nos lo agradece muchísimo. A un compañero un señor con lágrimas en los ojos le rogaba que se quedara con algo de propina, pero le insistió en que, de verdad, no lo hacemos por dinero. Hay situaciones bastante complicadas”, comenta emocionada Beatriz, que trabaja en Correos desde los 18 años. “Correos es un servicio esencial y todos los días salimos de casa a hacer lo que necesita el país en estos momentos. Realmente es a lo que nos tenemos que dedicar ahora mismo y cogeremos cualquier otra iniciativa que salga porque para eso estamos en Correos, para ayudar a la gente”, asegura.

Pedro Marco

59 años. Zaragoza

Para Pedro, ayudar a los mayores, “quienes han construido nuestro país”, es un orgullo. Este trabajador de Correos reparte gratuitamente la compra del súper a personas mayores en Zaragoza en una iniciativa conjunta con la plataforma de alimentación MiZesta. A través de este proyecto, que arrancó el lunes 13 de abril, en solo cuatro días ya habían repartido alrededor de 25 o 30 compras. “El camión de Hipercor nos deja la comida en la unidad y la almacenamos en neveras ignífugas para que el pedido llegue en perfecto estado”, dice Pedro. Varias furgonetas de Correos recorren Zaragoza de punta a punta “y siempre lo entregamos cumpliendo con los protocolos de higiene y seguridad”, dice. Dependiendo de las circunstancias, les dejan la compra en la puerta o se la llevan hasta la cocina. “En las casas te encuentras de todo: gente con tristeza, en mal estado físico...”, narra afectado. Así, además de entregarles la compra, este pedido tiene también un efecto terapéutico: “Les damos alguna charladica, como decimos aquí, para que levanten el ánimo”, cuenta emocionado. “Estamos aquí para lo que haga falta, no van a estar solos. Y lo hacemos de corazón”.

Además de MiZesta Ayuda +65, en Zaragoza los voluntarios de Correos reparten 40 o 50 cenas diarias a los sanitarios dentro de la iniciativa ‘Gastroaplausos’: “Es increíble cómo están colaborando los restaurantes. Tienen problemas económicos, pero no reparan en preparar cenas impresionantes. Los sanitarios nos reciben con mucha alegría”. Pedro no tiene palabras para describir la solidaridad de la sociedad: “El otro día una persona anónima compró 170 tablets para que las distribuyéramos entre hospitales y residencias para que los ancianos hablen con sus familiares, otra señora hizo 200 mascarillas y llevé un cargamento a la Guardia Civil... Es muy gratificante poder hacer esto y nuestra implicación es total”.

Pablo Padilla

44 años. Santa Cruz de Tenerife

Tras el cierre temporal de los hoteles a finales del mes de marzo, dos voluntarios de Correos de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife transportaron hasta los Bancos de Alimentos seis toneladas de excedente de comida donadas por hoteleros de las islas. Uno de ellos fue Pablo, trabajador de Correos desde 2005, quien recorrió Tenerife en camión de norte a sur para recoger los alimentos de cinco complejos hoteleros (los otros cuatro estaban en Gran Canaria) y otra vez de sur a norte para descárgalos en las instalaciones centrales del Banco de Alimentos de Santa Cruz. “Recibí un trato espectacular tanto en los hoteles como en el Banco de Alimentos. Todo el mundo estaba muy involucrado”, dice Pablo.

“En un mundo globalizado de lo que se trata es de ayudarnos unos a otros. Correos es una empresa que entra en muchos sitios y notamos mucho el cariño de la gente. Nos aplauden, nos hacen comentarios por la calle... y eso te anima porque indica que estamos haciendo algo bueno por los demás”, afirma, al tiempo que declara que ya se ha ofrecido voluntario para nuevas iniciativas que puedan surgir: “Todo lo que sea arrimar el hombro o poner mi granito de arena, aquí estoy: si hay que ayudar a llevar medicamentos a los mayores, sobre todo en zonas rurales, o llevar materiales a los niños, porque no en todos sitios llega internet ni todos los padres tienen una tablet, me ofrezco voluntario. Que cuenten conmigo, que me apunto”.

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