Antonio Huertas. CEO de Mapfre
«Los empresarios no quieren salarios bajos pero producir en España no es barato»El máximo directivo de la Mapfre asegura que subir sueldos es difícil por los altos impuestos, la burocracia y el tamaño de la empresa española
Antonio Huertas es además del CEO del grupo Mapfre, la multinacional aseguradora española que tiene presencia en 33 países, el presidente del Consejo Social de la Universidad de Extremadura. En virtud a este último cargo acudió esta semana a la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas, que se celebró en la capital grancanaria y concedió esta entrevista a CANARIAS7
– Usted es el máximo directivo de la multinacional Mapfre y al tiempo, es presidente del Consejo Social de la Universidad de Extremadura lo que le permite tener una visión amplia de ese 'gap' que existe entre universidad y empresa. ¿Qué ocurre con la universidad pública que pierde alumnos mientras la privada crece anualmente?
- La universidad pública española es un magnífico valor que tiene la sociedad española. Tiene una gran tradición histórica de siglos que ha ido evolucionando a la par que la propia sociedad española. Ahora la velocidad de transformación que está teniendo la sociedad es muy rápida y la de la universidad no es la misma. Hay demasiada tradición en la universidad pública para hacer frente a las nuevas realidades sociales y eso es lo que está aprovechando la universidad privada, que también hay que defenderla. Yo no creo que haya que contraponer lo privado a lo público. Lo público es un bien absoluto que hay que proteger para que todo el mundo tenga derecho a una educación adecuada a un precio asequible, y lo privado es aquello que puede complementar a todos aquellos que quieran y que puedan tener una alternativa, que no tiene por qué ser de más calidad o no. Se trata de tener alternativas diferentes que complementen esa educación. Estamos hablando de la educación de nuestros jóvenes, que es lo más importante que tenemos para proyectar una sociedad a futuro.
– ¿Qué problemas fundamentales tiene la universidad pública?
- La educación de los jóvenes necesita, por un lado, una buena financiación, y eso desgraciadamente las universidades públicas no lo están consiguiendo. Los presupuestos son ajustados y hay poca flexibilidad para adaptarse. Se requieren inversiones para adaptarse a los estudios o las nuevas realidades que se necesitan y no ocurre. Además, la transformación de la sociedad exige mucho dinamismo en las titulaciones, en lo que las empresas, que es al final la base económica de la sociedad, estamos esperando y demandando. Necesitamos adecuar rápidamente las capacidades que desarrollan los estudiantes a lo que las empresas estamos esperando. Y eso con el sistema público no siempre es lo suficientemente flexible. Desde el Consejo Social impulsamos esto para que los gobiernos regionales sean conscientes de que tienen que empujar al sistema universitario público para que se adapte mejor, para que sea más práctica la enseñanza final de los estudiantes en los últimos años de carrera y que puedan tener una convivencia con el sistema privado, es decir, con las empresas, para poder desarrollar prácticas, para desarrollar módulos que sean realmente adecuados a lo que las empresas estamos esperando. No concebimos que un médico salga a operar si previamente no ha hecho muchas prácticas o un veterinario o una enfermera, ¿porque no se piensa lo mismo con un estudiante de Económicas? Las empresas, estamos deseando colaborar en esa función para poder aportar más. La prueba es que muchos empresarios y directivos estamos envueltos en los consejos sociales, y lo hacemos sin que nos paguen nada, por contribución social.
«Yo siempre les digo a los jóvenes que no se conformen, que tengan una ambición sana y profesional por crecer y mejorar»
–Además del problema de la financiación ¿no hay problema también de falta de eficiencia y de un profesorado que vive de espaldas al mundo real?
– Es así. Para ser profesor, profesor ayudante, profesor titular o catedrático, tienes que desarrollar toda tu vida profesional dentro del mundo universitario. En cierta manera hay una endogamia que hace que ellos mismos vayan progresando y desarrollándose dentro de ese mundo académico que es vital, que es muy importante, porque ese conocimiento lo atesoran, lo transforman y lo adecúan para los distintos niveles educativos pero la realidad en la calle es otra. Esos conocimientos tenemos que llevarlos al mundo práctico para que las empresas encuentren lo que buscan. Tal y como es el sistema actual los profesionales privados no podemos tener una participación alta, ni siquiera mediana, dentro del sistema educativo. Se está poniendo de moda desarrollar lo que se llaman las microcredenciales, que es incorporar al proceso educativo a profesionales del mundo privado para favorecer esos estudios más prácticos. Se debería ir a más y posibilitar que empresarios de éxito, directivos de éxito, personas del tercer sector y profesionales puedan participar de manera mixta con los académicos en la formación de nuestros jóvenes para preparar una adaptación más rápida al mundo laboral. Y luego está el mundo de la práctica. No dejar a los jóvenes al día siguiente cuando acaban sus estudios en la calle y que se busquen la vida. Hay un puente intermedio donde debemos ayudarles para que puedan desarrollar, generando ingresos, por supuesto, prácticas remuneradas, para que puedan adaptar su conocimiento teórico al mundo real de la empresa. Y eso no debe ser una carga para la empresa porque es caro contratar sin conocer las posibilidades que va a dar un joven.
– ¿Es optimista? ¿Cree que veremos una universidad que forme y adapte perfiles a las necesidades del mundo de la empresa?
– Indudablemente pero esto lleva mucho tiempo. Son decenios los que se lleva hablando sobre cómo transformar la universidad pública. En los países derivados del derecho romano, en los países mediterráneos, el sistema educativo es más rígido que en los países anglosajones, donde han creado estructuras educativas, posiblemente más elitistas, más caras y menos inclusivas, pero también mucho más evolucionadas. Hay que ir a una educación pública con más flexibilidad. La universidad también debe estar muy pegada a la investigación pero sin recursos económicos es inviable. Y los recursos económicos, hoy en día, fundamentales para la investigación, se mueven en el mundo privado. Y eso no es fácil casar. Las empresas públicas no pueden facturar, no pueden tener mecanismos de contratación privada, porque el sistema público de contratación es diferente. Entonces hay que adaptar los procesos de relacionamiento con el mundo privado para que, efectivamente, eso que ya tienen las universidades privadas lo hagan las públicas. Hoy, por ejemplo, cuando empresas privadas como Mapfre quiere desarrollar un proyecto de investigación, no lo puede hacer con una universidad pública. Vamos a las universidades privadas o a las escuelas de negocio y nos ponen en nuestra disposición todos los recursos. Y es mucho más fácil.
– Hay una transformación absoluta por delante.
- Yo creo que se puede ir haciendo poco a poco y tratando de entender, porque no se pueden poner puertas al campo. El mundo ahí fuera va a una velocidad de vértigo. La inteligencia artificial va a provocar cambios disruptivos y los jóvenes, nuestros jóvenes, que van a ser nuestro futuro, nuestros trabajadores y los que mantengan el estado del bienestar, tienen que estar preparados y deben adaptarse rápidamente. Una cosa que tenemos que cambiar es que en España estamos muy apegados al territorio y pretendemos que nuestros jóvenes siempre estén o tengan posibilidades laborales de trabajar en su zona, en su región. Eso está bien, pero hoy día el mundo es global. La internacionalización es importante. El conocer idiomas, el viajar, el entender otras realidades, el poder compararnos con otros, es fundamental. Aquí el sistema universitario español ha quedado atrás aunque la empresa española compite muy bien.
–¿Cómo influye esa falta de capacitación práctica de los universitarios en sus salarios?
– Es todo. Eso hace que los salarios sean más bajos porque tenemos que invertir mucho en ellos. El coste de oportunidad que genera un joven preparado y ya adaptado a lo que la empresa busca es muy alto pero si no se da, es muy bajo. Eso no ocurre en la universidad privada que tiene muchos más convenios donde pueden desarrollar semestres o cursos completos incluso en otras universidades y en empresas de otros países. Hay intercambios que son mucho más frecuentes y que van van más allá del Erasmus. Y quiero aclarar. Esto no hay que dogmatizarlo ni ideologizarlo. Esto no es de derechas ni de izquierdas. Esto es una visión práctica. Hay que tener una formación amplia y humanística completa para que los jóvenes tengan pensamiento crítico y entiendan lo que está pasando. Yo defiendo algo que es muy tradicional, que viene de la Edad Media, que era el proceso evolutivo. La primera fase era la de aprendiz, la siguiente era de ser oficial y luego maestro, donde tú puedes además ser referente de otro y enseñar a otro.
«Es un gran valor de la sociedad española pero debe cambiar y ser más flexible para adaptarse a lo que demandan las empresas»
– Usted habla de salir, de no trabajar en tu región, de moverse en el mundo global pero aquí es donde se produce la fuga de talento, que es un problema. Jóvenes formados que se van por mejores salarios.
– Pero eso no es malo en la fase inicial. Es muy positivo que desarrollen esa experiencia práctica en otros entornos porque eso te hace más fuerte, te permite ampliar tus capacidades. Yo vuelvo ahora a mi tierra después de más de 30 años y aspiro a ser valioso y segir aportando. En el caso de los jóvenes españoles si se van por salario y por falta de oportunidades, eso es triste. Pero si se van por mejorar sus oportunidades profesionales a futuro por acelerar su proceso formativo me parece valiosísimo y lo aplaudo y yo he animado a muchos jóvenes a que lo hagan. Luego tenemos que tener un plan para conseguir que regrese. Con la Junta de Extremadura estamos desarrollando un proyecto de atraer a esos jóvenes extremeños que se fueron a estudiar o a trabajar fuera y que puedan retornar. En Mapfre tenemos expatriados de 40 nacionalidades en todo el mundo. Porque creemos que eso es un gran valor. Luego sí tratamos de que la gente acabe volviendo a sus propios países de origen pero después de haberse desarrollado un proyecto fuera de tu país.
– Una queja que escucho al empresariado y directivos es que los jóvenes de ahora no son como los de antes, que tienen menos ganas de trabajar.
- Si leemos las cartas de Cicerón de hace dos mil años decía exactamente lo mismo, que los jóvenes iban a acabar con el mundo porque no tenían ganas trabajar. Claramente cada generación tiene la impronta del entorno en el que se desarrolla pero hoy la realidad es que somos más productivos de lo que eran nuestros padres y nuestros abuelos. Las herramientas y las capacidades y la formación que tenemos es muy superior y somos capaces de hacer las cosas mejor. Somos más eficientes. Lo que sí hay que transmitir y reforzar es la cultura del esfuerzo, el tener una ambición sana y profesional por crecer, por hacer algo diferente. No te conformes, es lo que yo digo a los jóvenes, no te conformes porque hayas encontrado un puesto de trabajo sin más; trata de dar más valor porque si no alguien que está a tu lado lo va a hacer y al final te vas a arrepentir de no haber dado lo mejor de ti y haber aprovechado las oportunidades.
–Volviendo a los salarios, ¿por qué es tan difícil en España que los empresarios suban los sueldos?
– Los empresarios no quieren pagar salarios bajos, lo que ocurre es que estos son una consecuencia del desarrollo de la empresa y de la actividad. España no es un país barato para producir. Los impuestos son altos y las rigideces burocráticas, administrativas y de permisos son muy, muy exigentes entonces eso. Además, España es un país de turismo, donde vienen muchos turistas y hay un coste de la vida añadido, una inflación social añadida que sufrimos los que vivimos aquí. En tercer lugar, la empresa en España es pequeña, es poco competitiva , y por lo tanto pagar más salarios no es fácil. En cualquier caso, las empresas tenemos que hacer un esfuerzo para reconocer el valor que aportan los trabajadores pero no todos por igual porque no puede ser café para todos. Tenemos que ser capaces de diferenciar el valor que aporta cada uno.
«El mundo es hoy un poquito más inseguro pero no hay que vivir con miedo; eso sí hay que ser prevenido para vivir tranquilo»
– Vamos a abordar ahora la situación de Mapfre, ¿en qué momento se encuentra el grupo tras la covid?
– Mapfre es un grupo multinacional español. Es la primera aseguradora del mundo. Estamos en 40 países y estamos muy diversificados. Ese es uno de nuestros éxitos: la escala y la diversificación. Mapfre tuvo el año pasado ingresos de 33.000 millones de facturación, récord histórico y rozamos casi los 1.000 millones de beneficio neto. Fue un año histórico pero no nos sorprendió. Era la consecuencia de 90 años de trabajo. Tras el covid el sector asegurador tiene una situación muy positiva. En breve presentaremos los resultados del primer trimestre y van en esta línea.
– ¿Cuál es su peso en el mercado y en qué nuevos nichos de mercado están trabajando?
- Nosotros trabajamos en todas las ramos: automóviles, hogar, empresas... Somos la primera aseguradora de empresas, con cuotas de mercado que superan el 20%; en automóviles somos segundos y en hogar, primeros. En el conjunto de ramos somos la primera aseguradora de España y la única gran aseguradora internacional en el mundo. El negocio de Mapfre en España es el 30%, el 70% restante está en el resto del mundo. El segundo mercado de Mapfre es Brasil, que es el 20% y EE UU, que es el 15%. También estamos en Latinoamérica y Europa. Además, somos una gran reaseguradora, que son aseguradoras que aseguran a otros aseguradoras. Este negocio es el 30%. En cuanto al futuro, actualmente trabajamos en nuevas tendencias y riesgos emergentes. La nueva movilidad es una realidad, la salud es uno de los grandes valores a proteger y luego, algo que preocupa mucho, los grandes eventos climáticos y los ciberriesgos. Aquí, las grandes aseguradoras estamos inmersas en buscar soluciones para reducir la incertidumbre y el impacto que estos eventos tiene en la vida de las personas y las empresas.
«Para mantener el nivel de vida cuando nos jubilemos hay que ir a instrumentos financieros a largo plazo. El problema es que en España el ahorro se va al 'ladrillo'»
– Imagino que el actual entorno bélico, de cambio climático y de incertidumbre lleva a los ciudadanos a demandar más seguros.
– La incertidumbre genera inquietud y efectivamente mucha gente se asegura pero el ciudadano medio tiene que pensar que el seguro no está para cuando ocurran los eventos. El seguro lo compras por tranquilidad y con la idea del ojalá que no te ocurra. Hay gente que se lo compra y dice, bueno, como ya llevo 3 o 4 años sin que me pase nada, pues dejo de comprarlo. Pero no, es un error. Si lo bueno es que no te ocurra y si te ocurre, ahí estará la compañía de seguro.
– Pero el miedo de la sociedad en general va en aumento.
– Más que miedo lo que hay que hacer es ser prevenido y vivir con tranquilidad. No hace falta que haya una guerra o una dana; el riesgo real existe. Puede salir a la calle y le puede caer una maceta en la cabeza o puede sufrir un atropello. No hay que vivir con miedo pero sí ser prevenido Lo mismo hay que hacer con la pensión. Oiga, nos amenazan con que la pensión pública no va a ser suficiente, pues hay instrumentos privados para complementarla. Ahorre y destine parte de su ahorro a un producto a largo plazo para poder vivir con tranquilidad cuando se jubile. Porque va a vivir muchos más años, que esa es una bendita bondad de nuestra generación y la siguiente. El miedo no ayuda a tomar decisiones racionales. La decisión racional es que, aunque no haya guerras, aunque no existan estas incertidumbres políticas, hay que prevenir.
–¿Habrá pensiones en España en el futuro?
– Pensiones habrá pero posiblemente su poder adquisitivo dentro de 15 o 20 años no va a ser el equivalente de ahora. El coste de la vida va a seguir subiendo mucho y las poblaciones que van a estar pagando esa pensión van a ser menores porque se ha invertido la pirámide poblacional. Tenemos que ser conscientes de que si queremos mantener nuestro nivel de vida hay que utilizar parte del ahorro que tenemos en instrumentos financieros a largo plazo. Que eso al final se traduce en tener planes complementarios de ahorro que existen y que son muy razonables. Y que en España, a diferencia de otros países, están muy poco extendidos. En España apenas suponen el 12% del PIB, el ahorro para planes de previsión. En Europa pasan del 30% y hay países que pasan del 100%. En españa se prefiere poner el dinero en el ladrillo, que está muy bien pero no tiene liquidez. Además la tradición cristiana nos obliga a dejar el ladrillo a nuestros herederos. Y no vendemos, no hacemos líquido cuando lo necesitamos. Y es triste ver a muchas personas mayores que tienen una buena vivienda y no la venden para tener mejor vida, para dejarla en herencia. Ahí tenemos la hipoteca inversa, que en Mapfre la hemos desarrollado con el Banco Santander.
–Hablábamos antes de la inflación y es cierto todo ha subido, incluidas las primeras de los seguros.
– Tras el covid hubo mucha inflación. Hoy día si vas a construir una vivienda los precios han subido muchísimo porque los materiales han disparado. Todo eso hay que asegurarlo y los costes tienen que ir implícitos también relacionados con esos incrementos de precios porque al final nosotros tenemos que restituir el valor original del bien cuando se ha destruido y tiene que ser al coste actual, no al coste cuando hiciste la póliza. Entonces esa inflación implícita el seguro lo tiene que recoger. También hay muchos más eventos climáticos, hay situaciones más complejas, hay más accidentes. El mundo es un poquito más inseguro pero para eso estamos los aseguradores, para tratar de que los clientes estén protegidos y algo más tranquilos.