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Y a Iballa la arrancaron del mar

Y a Iballa la arrancaron del mar

La leyenda del windsurf mundial jamás había pasado tanto tiempo como ahora sin mezclarse entre las olas

Viernes, 17 de julio 2020, 03:52

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Tres semanas de confinamiento en Fuerteventura, donde le pilló el inicio de la crisis del coronavirus, y, desde el pasado domingo, ya en su casa de Gran Canaria. Iballa Ruano, leyenda del deporte canario por sus logros en las distintas modalidades acuáticas, con diez entorchados mundiales de windsurf como imbatible tarjeta de presentación, al fin puede pasar la cuarentena donde más deseaba y cerca de su gente. Y más con su inseparable Daida a punto de dar a luz. «Estamos viviendo lo que nunca pudimos imaginar y ahora, por encima de todo, de las competiciones, de las aspiraciones personales y de los objetivos en el calendario, lo que importa es nuestra salud. Yo no paro de realizar actividad física porque es mi estilo de vida, siempre me he cuidado por las exigencias de mi profesión, pero, en estos momentos, lo que privilegio, como creo que debemos hacer todos, es poner mi granito de arena quedándome sin salir para frenar el coronavirus», pondera.

Curiosamente, la configuración de su temporada, tanto en la modalidad de olas como de paddle surf, en la que también ha sido campeona del mundo, no se ha visto demasiado perjudicada, de momento, por la catarata de aplazamientos y cancelaciones que no paran de sucederse en todos los ámbitos. «Lo primero que me toca es, en julio, Pozo Izquierdo y todavía no sabemos qué va a pasar. Luego, a partir de septiembre, ya me tocaba salir fuera. Alemania, Barbados... En este momento, desconozco si esta crisis se prolongará mucho más. Insisto, es algo que depende de nosotros si nos comportamos de manera responsable. Ojalá que en estas semanas que nos quedan por delante bajemos todo lo posible el número de contagios y que los que ya están afectados puedan mejorar y sanarse», desea.

Eso sí, nota como pocos los rigores de esta situación porque, sin el mar, sin poder mezclarse en ese azul infinito, a su preparación le falta lo esencial: «Comprendo que no nos dejan entrenarnos en el agua y espero que cuando pase algo de tiempo poco a poco se comiencen a suavizar las medidas y los deportistas de alto nivel podamos normalizar nuestro día a día. Mientras, mi hermano Echedey, que es preparador físico, me da todos los consejos que necesito y tengo un pequeño gimnasio para ejercitarme. Es una rutina diferente, aunque trato de sacarle el mayor partido posible».

«Nunca había estado tanto tiempo en mi vida sin entrar al mar, sin una playa. El otro día, viniendo en barco desde Fuerteventura, quise asomarme en la popa del barco y el salitre que me dio en la cara me supo a gloria. De tanto echar de menos las olas, de estar ahí metida, hasta me emocioné al sentirlo. Se hace duro, pero es lo que toca y lo acepto al tratarse de una emergencia mundial. Así lo saborearé más cuando toque volver», concluye Iballa, entera en ánimo y fortaleza para seguir transmitiendo energía y buenos presagios.

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