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Un continuo despropósito

Un continuo despropósito

La UD Las Palmas volvió a rozar lo deleznable ayer en La Cerámica. Pese a tener sus ocasiones en el primer tiempo, acabó –una vez más– siendo goleado. El Villarreal, bastante superior, sacó las vergüenzas a un equipo que carece de alma y que parece haber tocado fondo.

Kevin Fontecha y Villarreal - Enviado Especial

Jueves, 16 de julio 2020, 08:06

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Partido que juega la UD, partido que pierde. Esa es la tónica en la que se ha adentrado Las Palmas. Cualquiera le hace un traje al cuadro canario. Basta con atacar y meterle un tanto para que se produzca la lluvia goleadora, siempre en contra, para disgusto de toda una isla. Le llegada de Pako Ayestarán ha traído más tormenta que estabilidad a un conjunto que muere lentamente, mientras se hunde en la zona roja de la tabla.

Cinco derrotas consecutivas –tres de ellas con el técnico vasco al mando–, condenan a la Unión Deportiva a ser un equipo vulgar. En menos de un año se ha pasado de rozar la excelencia a tontear con lo vergonzoso. La imagen de ayer habló por sí sola. Lemos, superado en todo momento, jugando como si fuera Messi en el centro del campo. Además, escoltado por un Vicente a años luz de aquél que fue clave de la mejor época grancanaria en la élite. Vitolo ni está ni se le espera. Calleri es un islote en ataque. Jonathan Viera, desesperado, tiene que bajar a recibir dentro de su propia área para que, cuando llegue a la mediapunta, no le quede ni gasolina ni lucidez. Rémy, jugando solo y pecando siempre de individualista. Cada uno con su guerra, olvidando que para vencer se necesitan a los once jugadores y a los siete suplentes.

La lesión de Tannane, en el minuto dos del partido, trastocaba por completo los planes de Ayestarán. El internacional marroquí sintió un pinchazo y pidió el cambio sobre la marcha, lo que supondría el primer encuentro entero para Rémy en lo que va de temporada.

El Villarreal, por su parte, apretó desde el inicio. Calleja instó a sus pupilos a salir a morder, con una presión alta que asfixiaba hasta a Chichizola, quien tenía que quitarse el esférico de encima en varias ocasiones de forma frenética.

Un disparo de Jaume costa, con una volea que salía rozando el travesaño, avisaba de las intenciones de los suyos. Así como un remate de Álvaro, con un testarazo inapelable que se marchó por milímetros.

Poco a poco se iba asentando el conjunto insular en la batalla. Después de aguantar el pulso al caos, Las Palmas crecía a través del balón. La conexión Jonathan Viera y Vitolo dejaba pequeños destellos, pero siempre a kilómetros de aquella que encandiló a los aficionados en Segunda División.

La UD, a base de arreones, con más ganas que claridad, acariciaba tímidamente el área de Barbosa. Un disparo lejano y potente del incesante Jonathan Calleri casi adelanta al representativo, que no terminaba de encontrarse cómodo sobre el césped y, cada vez que la escuadra castellonense atacaba, la sensación de peligro era exagerada.

Las Palmas contrarrestaba el dominio amarillo con Rémy, que cuando conectaba con el esférico, subía la temperatura de La Cerámica. El internacional galo era una amenaza constante. Desparpajo, electricidad y velocidad, pero con escaso sentido del juego. Rondó el gol en dos ocasiones, aunque sus intentos se marcharon lejos de la meta local. La UD se iba directo al cuello de Mariano Barbosa, mero espectador del encuentro hasta que Jonathan Viera, tras un disparo seco y abajo, le hacía sacar su mejor versión. Paradón del exportero de Las Palmas que salvaba a los suyos. Minutos después, Bakambu marraba un mano a mano ante Chichizola, enviando el esférico a las nubes.

A falta de un minuto para que ambos equipos cogieran el camino a los vestuarios, una peinada de Bakambu dejaba solo al colombiano Bacca, a quien Pedro Bigas estorbó lo suficiente –rozando el penalti–, pero Chichizola se hizo grande para tapar toda su portería. Tablas en el marcador para finalizar un primer tiempo donde el espectador neutral tuvo que disfrutar de lo lindo.

Hecatombe

Tras un primer tiempo donde era extraño ver el 0-0 en el electrónico, Bakambu rompió a Bigas con una bicicleta y sacó un zapatazo imparable que se fue al fondo de la red. Se adelantaba el Villarreal y le entraban las prisas a la Unión Deportiva, que no quería sumar otra derrota en su amargo historial de esta temporada, y que no sabía la que le iba a caer encima.

Mientras pasaban los minutos, la escuadra castellonense iba haciéndose dueña y señora del partido. Bastante superiores, los de Calleja tocaban área con facilidad. Los amarillos olían la sangre isleña y buscaban hurgar en la herida. Casi lo consigue Bacca, en una jugada individual, en la que regatea a dos zagueros y, con una vaselina que se estampó en el larguero, casi sentencia el choque y, como no, a la UD.

Las pocas esperanzas canarias fallecieron cuando llegó el segundo, un completo jarro de agua fría para Las Palmas. No fue ninguno de sus delanteros ni de sus hombres más desequilibrantes. Su capitán, Mario Gaspar, ponía distancia de por medio en el marcador. El latigazo del lateral derecho con su pierna menos hábil entraba por el primer palo de Chichizola, quien probablemente hubiese podido hacer bastante más ayer.

No conformes, los valencianos también querían darse un festín ante el equipo más goleado de Primera División. Y así lo hicieron. Ximo Navarro anotaba en su propia meta un centro del incombustible Mario Gaspar, a quien el representativo hizo internacional bajo la atenta mirada en la grada de Julen Lopetegui. Sansone se sumaba a la fiesta y ponía el 4-0 final.

La hemorragia defensiva de Las Palmas continúa haciendo de las suyas y al conjunto grancanario se le acaban las bolsas de transfusión de sangre. La operación, con Pako Ayestarán como cirujano, parece que no ha salido como se esperaba. Moribundo, así se encuentra el conjunto insular, que no es capaz de competir como lo exige la categoría y que, de no revertir esta situación cuanto antes, se va a ver con la soga al cuello cuando llegue el mes de mayo.

La UD tenía ante sí una gran posibilidad de revertir la tempestad en la que viene inmersa. Era complejo, sobre todo por la calidad del rival, pero no imposible. Aun así, al representativo le faltan muchas cosas para ser aquél equipo que cautivó a medio mundo por su extraordinario trato del balón. Ahora, derrotados y negados sobre el césped, parece necesario que ocurra un milagro para que esta pesadilla ponga su fin. Lo de ayer fue, de nuevo, bochornoso.

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